Harvey Weinstein, señor de ‘Indiewood’

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Harvey Weisntein.
Harvey Weinstein entre Antonio Weinrichter (izquierda) y Manuel M. Velasco (derecha).  / Alain Lefebvre

Pronto estrena The Hateful Eight, la nueva de Tarantino, Hands of Stone, con un irreconocible De Niro haciendo de entrenador de boxeo, una serie de terror basada en Scream, otra basada en los cuentos de los Hermanos Grimm, Kill Bill 3 y Shakespeare in Love 2. Hace poco estuvo en España con sus íntimos amigos Jaime Costos y su pareja Michael Smith, interiorista de estrellas de Hollywood y de la Casa Blanca. Costos es embajador de Estados Unidos en España, antiguo vicepresidente de HBO y recaudador de millones de dólares para la campaña de Obama. Mr. Weinstein no se relaciona con cualquiera.

Harvey Weisntein, alias “Harvey Maniostijeras” por su gusto por reducir metraje de sus películas en la sala de montaje, es uno de los hombres más poderosos de Hollywood. En muchas ocasiones se le describe como productor, pero en realidad es productor ejecutivo (trabajo de despacho) y distribuidor. Realmente ha producido cuatro películas: Shakespeare in Love, Gangs of New York, Nine y Mi semana con Marilyn. Es responsable, junto a su hermano Bob, del éxito de Tarantino y de los de El paciente inglés, Scream, El indomable Will Hunting, la trilogía de El señor de los anillos, Los otros, Chicago, El discurso del rey y The Arstist.

Chris Manckiewich, ex ejecutivo e hijo del gran Leo y sobrino de Herman, guionista de Ciudadano Kane, definió así a los hermanos Weinstein: “Harvey era el exagerado, el que gritaba. Bob el hermano gnomo, muy testarudo e inflexible”. El delicado director James Ivory fue todavía más aguzado: “Lo suyo es enajenación mental transitoria. Intenta que la gente se cague de miedo y al día siguiente envía flores”.

Así es Weinstein, famoso en Hollywood por su malos modales, por su brutalidad y por pedir toneladas de salmón en sus reuniones, en las que se fumaba un cigarro tras otro, apagando las colillas en el pescado ahumado. Si se quedaba sin tabaco, cuenta Peter Biskind en su brutal libro 'Sexo mentiras y Hollywood', Harvey recogía las colillas que quedaban en los ceniceros y se zampaba las sobras de su hermano tras un “¿Has acabado con esto?" Hablar de un guión con él puede acabar en pesadilla. Puede estar de reunión con un grupo de guionistas hasta lo impensable, de las once de la mañana hasta casi la madrugada.

Su cuerpo y rostro son como él: ordinarios. Parece uno de los Soprano más que un ejecutivo del cine. El tipo se presentó en la sede de la Academia de Cine afable y sonriente. Diplomático. Sobre el concepto “cine independiente”, del que Weisntein es creador y responsable, sentencio enseguida: “Nadie va a a ver una película porque sea cine independiente. Primer consejo: “Que en España se ponga a todo la etiqueta independiente, igual logran taquilla”. Lo cierto es que los hermanos Weisntein fueron los creadores y mejores beneficiados de la etiqueta “cine independiente”. Hasta el propio Hollywood se apoderó de ella para manufacturar lo que Biskind definió como “Indiewood”. Es decir: cine aparentemente independiente pero financiado por empresas que eran meras divisiones de los propios estudios. Un tocomocho.

Weinsntein, una rareza en Hollywood, es un tipo que creció en un cine de barrio a lo Cinema Paradiso. “Cuando era pequeño, iba a un cine en el que ponían películas extranjeras. De Truffaut, por ejemplo. Yo era como el niño de Cinema Paradiso. Ahora ese cine estará cerrado, pero fue una gran influencia para mí. Creo en el cine europeo y que el cine de cada país tiene que estar protegido ante el cine de acción que viene de Hollywood, cada país debe proteger su industria y debe haber una cuota mínima para proteger el cine de cada país. Y decir esto me hace muy poco querido en Hollywood. Sin esto los cineastas españoles no tienen posibilidad alguna”.

Harvey Weinsten.
Weinstein impartiendo su charla en la sede de la Academia de Cine. / Alain Lefebvre

Sobre su éxito en los Oscar (ha logrado más de 341 nominaciones y 81 estatuillas) y sus campañas, conocidas por su juego sucio y su acoso a académicos incluido, dijo: “La carrera de los Oscar es como una campaña electoral”. Lo cierto es que el método Weinstein dejó patas arriba las campañas para hacerse con el Oscar. ¿La fórmula? Comprar a celebridades, organizar grandes y caras fiestas y la supuesta invención de rumores que afectasen a sus contrincantes. Cuentan que Weinstein consiguió que un periodista de Los Angeles Times publicase un artículo en el que se decía que Una mente maravillosa había borrado la homosexualidad del matemático John Nash. Así se las gasta.

En sus inicios, Weinstein convenció a Roberto Benigni para que se mudase por un tiempo a Los Angeles para asistir a todo tipo de fiestas. Así vendió en Hollywood su empalagosa La vida es bella. Como cuenta Mark Urman en el libro de Briskind, los Wenstein hasta “hacían proyecciones en asilos de profesionales del cine, incluso para aquellos que estaban en los últimos momentos de su vida. Descubrieron donde pasaban los votantes las vacaciones de Navidad, y si estaban en Aspen allí es donde hacían pases de sus películas. Si era en Hawaii, hacían proyecciones en Hawaii. Llamaban a las casas de los votantes para asegurarse dónde iban a estar”.

Se rumorea que otra de sus jugarretas fue la de hacer que uno de sus publicistas llamara violador y pederasta a Roman Polanksi cuando era su competidor con la magnífica El pianista. Weinstein llevaba Chicago y Gangs of New York (de Rob Marshall y Martin Scorsese), pero finalmente Polanski se hizo con la estatuilla.

Sobre su relación con España, no faltó en este encuentro con Weinsnten su admiración por Pedro Almodóvar. De él recordó llevar Átame y lo contento que se puso cuando la Junta de Calificación norteamericana le puso una X. No había mejor publicidad como esa para un film tan periférico. No ha sido la única vez que ha tenido problemas con la Junta de Calificación: “Siempre tengo problemas con ellos. El discurso del rey tenía 36 “fucks”, y eso que es una película sobre la superación humana que deberían ver hasta los niños".

Harvey Weinstein, co-fundador de Miramax y actual co-presidente de The Weinstein Company con su hermano, empezó de la nada hasta crear todo un imperio. Las razones las explicó así: “Empecé siendo muy pequeño, pero con El paciente inglés comencé a pintar con un lienzo más grande. Siempre digo que Tarantino construyó la empresa, pero El paciente inglés hizo mucho por consolidarla”.

A la inevitable pregunta de un alumno ("¿Cómo hago para que le llegue un guión?"), él dio la respuesta de manual: “Mi empresa depende de la legislación de los Estados Unidos. Todo guionista necesita un agente o una abogado de la familia para que me haga llegar un guión a mi oficina”. Un certero consejo para cineastas que remató con un último apunte: “No hace falta ir a Hollywood a intentarlo. Quédate en tu país. Ten tu propia voz. En Estados Unidos amplía estudios si quieres, pero regresa a tu tierra. Y para aprender cine compra y lee el libro 'Así se hacen la películas', de Sidney Lumet. Ahí está todo explicado”. Es decir: haz tu película en tu tierra, que ya me preocupo yo de moverla en los Estados Unidos y hasta de hacer su remake americano si hace falta. Genio y figura.

1 Comment
  1. Galatea says

    Madre mía, me he quedado muerto con este personaje, no tenia ni idea de todo lo que ha removido. Y a mi con lo que me gusta Tarantino me da hasta rabia pagar por ver una película suya sabiendo que esta este personaje detrás. Menudo mafias.

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