‘Capitán América: Guerra Civil’. La vida es corta como para ver malas películas

Hay en Internet una plataforma de visionado de películas cuyo eslogan es: “Life is too short for bad films”. Es una gran consigna: la vida es corta como para ver malas películas. A mí me pagan por verlas, no iría ni drogado a ver la nueva memez de Marvel, pero es lo que hay y además me apetece escribir unas cuantas palabras sobre este tipo de cine, sus hacedores y lo peor: sus espectadores.

Cuando yo era pequeño nació el cine de superhéroes. Superman, de Richard Donner, fue la película más emblemática de ellas. Hice la colección de cromos y todo, de eso de pegar con pegamento. Menudos colocones que pillabas. Warner Brothers pagó una millonada a Marlon Brando por enfundarse un buzo blanco fosforescente.

Aquel Superman destacaba por su gran reparto, una estupenda banda sonora de John Williams, unos efectos especiales alucinantes para la época y sobre todo por grandes dosis de humor que se descargaban principalmente en el personaje torpe de Otis, el sicario de Luthor, en el director del periódico y en otros personajes secundarios. Supermán III ya fue, casi de cabo a rabo, una comedia dirigida por el cachondo de Richard Lester y protagonizada por un cómico famosísimo entonces: Richard Pryor.

¿Qué quedó de aquel humor, de aquellas películas tan golfas como entretenidas? Desde hace años, la cosa de los superhéroes va muy en serio. Capitán América: Guerra Civil es una película que se toma en serio a señores con mallas y superpoderes absurdos, tipos con muchos traumas, deprimentes, todo el día de bajón. En la primera hora de esta película (de dos horas y media interminables) se pasan el día hablando, lloriqueando, traumatizados, deprimidos, angustiados. Cine de sala de centro comercial existencialista y para adolescentes, una cosa de no creer.

¿Han visto el inicio del Superman de Richard Donner? Dura cinco minutos. Con él un niño se quedaba incrustado en la butaca de la emoción. Y digo niño porque esas películas se hacían para los críos y un poco menos para los padres que los acompañaban. Que estamos hablando de un tipo que usa mallas y ropa interior por fuera... En cambio, estos nuevos engendros pretenciosos y sin una pizca de humor se hacen para freaks inadaptados que rozan o superan los cuarenta, devoradores de tebeos y a los que les interesa tanto el buen cine como a mí el cultivo de petunias.

No hay más que verlos en un pase de prensa. Treintañeros y cuarentones emocionados ante la nueva de Los vengadores, ilusionados por volver a ver un trailer de la saga de La guerra de las galaxias, gente que se hace llamar periodistas y que durante la proyección se ríen de bobadas, de chistes de tercera.

Lo más terrible es que no están solos. No sólo los ejecutivos de Marvel y los dueños de las salas los miman por ser su público potencial. También las críticas y el público les dan la razón. Esta película tiene un escandaloso 8,5 en el portal de cine por excelencia: imdb, sitio de Internet que demuestra que la democratización de la crítica es inevitable, pero puede causar verdaderos desastres. Estamos viviendo tiempos en los que la farragosa y pretenciosa El caballero oscuro es la cuarta mejor película de todos los tiempos según imdb. Repito: la cuarta. De toda la historia. Nos hemos vuelto todos gilipollas.

Tras la proyección de Capitán América: Guerra Civil repasé algunas críticas extranjeras. Atención: “La película más madura de Marvel” (como si hubiese alguna), “con la inteligencia de un thriller adulto”, “con resonancia emocional”, “un espectáculo que favorece la polinización cruzada de las franquicias Marvel”... Esto último todavía no lo he entendido muy bien. En fin, que así está el gremio también.

Capitán América: Guerra Civil es tan primaria que tiene dos pobres ideas: el trauma por la secuelas causadas por las destrucciones que generan sus peleas y un villano (un sosísimo Daniel Brühl) que consigue poner a los héroes en contra para no tener que enfrentarse a ellos. No tiene más. El resto es una sucesión de famosos superhéroes que se van uniendo al reparto para el alborozo de fans y freaks: “¡Guau! ¡Ey! ¡Uh!”

Y para colmo la película plagia a El mensajero del miedo (citada de forma ramplona en uno de los diálogos): a un tal Winter Soldier le hacen un lavado de cerebro como en la película de John Frankenheimer.

La saturación de películas de superhéroes es insoportable. Y va para rato porque, desgraciadamente, estos films simplones tienen mucho éxito y cuentan con muchos seguidores. Espero que un tal Steven Spielberg estuviese en lo cierto cuando dijo: “Estábamos ahí cuando el western murió y habrá un tiempo donde las películas de superhéroes seguirán el camino del western”.

Nota final: en algunos de los últimos pases de prensa a los que he asistido, y todos ellos de un gran estudio, me han exigido firmar un papelito en el que acepto “embargar mi opinión”. Sí, como lo están ustedes leyendo. “Embargar mi opinión”. Esto más o menos consiste en que con la firma me comprometo a no hablar de una película hasta la fecha que ellos indiquen en el papelito. Como lo leen. A un periodista. Cuando puse mis objeciones y pregunté por qué lo hacían, las chicas de márketing y prensa me dijeron que eran “órdenes de arriba”.

Ellas no tienen culpa alguna por pedir firmar semejante cosa a un periodista, la tenemos los periodistas por firmarla. No vi a un solo compañero de prensa quejarse por esta cuestionable práctica. Así nos va en todo.

Marvel España (YouTube)