CULTURA Y POLÍTICA / De las tablas a la pantalla grande

Alberto San Juan : «La figura del rey no impulsó la democracia, la contuvo»

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La obra 'El Rey' en Teatros del Barrio
Alberto San Juan, Luis Bermejor y Guillermo Toledo, protagonistas de la obra 'el Rey'. / Teatros del Barrio

Frente al abultado presupuesto que los partidos políticos dedican al marketing, el actor/director/autor Alberto San Juan ha logrado colocar varias reflexiones políticas con una obra de teatro austera. Tres actores (Luis Bermejo, Guillermo Toledo y él mismo) y una atrezo sencillo sirvieron para que ‘El rey’ triunfase sobre los escenarios de Teatro del Barrio durante dos años y más de 200 funciones. Tras ese éxito, ahora quieren convertirlo en película. Para ello, han abierto un crowdfunding en Goteo.org que pretende recaudar entre 40.000 y 60.000 euros para pagar todos los gastos del filme.

El Rey disecciona la figura del emérito Juan Carlos I bajo la mirada personal de su autor. Bermejo se mete en el traje de un monarca desmejorado, a veces perdido, recién abdicado, al que se le aparecen fantasmas del pasado, desde políticos fallecidos como Adolfo Suárez hasta figuras que aún tienen explicaciones que dar, como Rodolfo Martín Villa o Antonio Tejero, que no para de preguntarse qué ocurrió en el intento de golpe de Estado del 23-F. Es una ficción con evidente base histórica para la que San Juan ha tenido que documentarse de manera profunda, tanto estudiando la versión oficial como libros más alternativos como El PSC y el PSOE en (la) transición, de Juan Antonio Andrade o Un Rey golpe a golpe, de Rebeca Quintans, que tuvo que usar el seudónimo Patricia Sverlo para publicarla en el año 2000. Por ello, mezcla parlamentos reales con otros inventados.

El director aclara: "La peli no es la obra de teatro filmada. Es una película teatral. Hay elaboración a partir de la obra de teatro para que tenga sentido". Ahora se encuentra en fase de posproducción. Durante este año comenzarán la distribución presentándola a cines y festivales y después se colgará en internet para que todo aquel que quiera pueda verla, comentarla y criticarla.

El Rey tiene una doble intención, estética y política. Quiere animar a la reflexión de cara a un nuevo ciclo que se prevé convulso. Pero este formato tiene un potente aditivo que no alcanza ningún documento político que pretenda agitar conciencias: además de contar, entretiene y divierte. “En este 2018 se cumplen 40 años de la Constitución y hay una intención por parte de los partidos de hacer una reforma entre ellos, limitada al ámbito parlamentario. Se puede considerar que sucedió así ya en el 78. Fue una reforma cerrada a la participación ciudadana. Éste es el año para impulsar un proceso constituyente abierto al conjunto de la sociedad y no solo a sus representantes”. Ahora que en los burladeros se discute si hay o no consenso para abordar una reforma constitucional, San Juan contribuye, con modestia, a recordar cómo se trazó el camino hacia la democracia, teniendo al Rey como vehículo.

“El caso español es singular. Creo que el neoliberalismo no necesita reyes ni religiones. Es un tipo de pensamiento que apuesta por la libertad, la libertad para quienes tienen. Pero en el caso de España, los patrimonios familiares y empresariales están muy vinculados a la etapa franquista, creo que la monarquía es como un sistema de seguridad para no ahondar demasiado en el origen del reparto de la riqueza en nuestro país”, explica sobre el consenso que giró en torno a esta figura en la transición y que evitó discutir cuestiones de fondo como “qué democracia” querían los españoles o, incluso, qué modelo económico. Para él, Juan Carlos I “ejerce como contención a la democracia, no como impulso”.

San Juan coloca sobre la mesa un escenario muy distinto: el de un franquismo agonizante y un movimiento obrero, estudiantil, vecinal y de otros sectores sociales que empuja hacia la ruptura con el régimen. Como contraposición a esa transición blanca del relato mayoritario, recuerda la matanza de Vitoria, que tuvo lugar el 3 de marzo de 1976, en la que murieron cinco obreros a manos de la Policía Armada tras irrumpir en la iglesia de San Francisco de Asís para impedir una reunión. No solo no hubo responsabilidades políticas, sino que además el entonces ministro de Gobernación, Manuel Fraga, lanzó una advertencia: “Que este triste ejemplo sirva de gran lección para todo el país los próximos meses”.

Escenas del rodaje de 'El Rey'.
Escenas del rodaje de 'El Rey'. / Teatros del Barrio

El 23-F: un ‘shock’ para los españoles

El 23-F fue el acontecimiento que puso la guinda a esa transición moderada. En su obra, San Juan dibuja a un Suárez ya defenestrado por sus rivales políticos que pregunta insistentemente cuándo dejó de ser útil. Aunque hoy haya hasta un aeropuerto con su nombre, lo cierto es que sus rivales políticos le sometieron a un desgaste sin descanso durante meses, hasta que decidió renunciar. En un pasaje de la obra, este personaje ficcionado revela que abandona su cargo para “parar un golpe de estado que está preparando el general Armada con la colaboración del CESID y el reconocimiento de Felipe González, Manuel Fraga y el Rey de España”.

Este capítulo, con la actuación de Juan Carlos I, pasó a la Historia como una prueba de fuego para la consolidación de la democracia. Sin embargo, San Juan hace una segunda lectura: la del “shock” que supuso en la sociedad y cómo paralizó . El coronel Antonio Tejero les recordó a los españoles que la libertad es frágil y que conviene no removerni tensar demasiado los ánimos: “Consolidó el miedo a salirse de ciertos límites. Un ejemplo es la exhumación de fosas comunes de desaparecidos del franquismo, que comenzó espontáneamente tras las elecciones de 1977 y se cortó de raíz con el golpe de Estado. No se retomó hasta el 2000 cuando los nietos comenzaron a buscar a sus abuelos”.

Escena del rodaje de 'El Rey'
Escena del rodaje de 'El Rey'. / Teatros del barrio

Hambre de política en la calle

El éxito de El Rey (y del proyecto Teatro del Barrio) se entiende dentro de un contexto de repolitización de la población, que trajo la crisis y el movimiento 15-M. Los ciudadanos tienen hambre de saber y esta cooperativa les ofrece una buena ración de producto crítico y fresco. Eso sí, desde un punto de vista humilde y sin la pretensión de “desvelar ninguna verdad oculta que vaya a cambiar el país”. Es, simplemente, proponer algo tan sencillo como pararse a pensar en lo que somos: “El discurso oficial nos dice que todo iba bien hasta que llegó la crisis por razones externas a nosotros. Yo creo que todo lo que ha pasado en esos 40 años tiene mucho que ver con lo que tenemos hoy”.

Sin duda, para el autor de El Rey uno de los peores vestigios de esa época es el temor a significarse: “El franquismo nos enseñó que hablar de política es peligroso. La transición y el periodo posterior nos hicieron creer que el señor que hablaba de política era aburrido. Hicieron un gran trabajo de despolitización de la ciudadanía, estableciendo que la democracia era cosa de profesionales”. Después vendría la crisis (con el correspondiente auge de expertos y tecnócratas mesiánicos) y el 15-M, que concentró en Sol las ansias de cambio que después se trasladaron a los barrios.

Esa voracidad por conocer se ha trasladado a los proyectos de Teatro del barrio, que han canalizado esa pulsión en el mundo de la cultura, con el consiguiente reconocimiento del público. Si la representación teatral tiene el defecto (o la magia) de durar poco más de una hora, la película permite congelar las ideas, rebobinar para apuntar una frase o volver a ver varias veces a la misma escena. Eso es lo que ocurrirá con el guion de El Rey en unos pocos meses.

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