El PP se consuela de la pérdida de sus bastiones con una victoria pírrica

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Comparecencia de Esperanza Aguirre Elecciones 2015
Esperanza Aguirre, candidata del PP a la alcaldía de la capital y presidenta del PP de Madrid, anoche, durante su comparecencia para valorar los resultados electorales. / Ballesteros (Efe)

La consigna anoche en la sede del PP, en la madrileña calle Génova, era reivindicar su victoria municipal, los más de 400.000 votos que le sacó de ventaja al PSOE, segunda fuerza política, en toda España. Pero desde mucho antes, incluso desde el viernes, cuando el presidente del gobierno y líder del PP, Mariano Rajoy, y las candidatas a la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, y al ayuntamiento de la capital, Esperanza Aguirre, daban por finalizada la campaña electoral, el entorno de Rajoy se preparaba para un batacazo anunciado. En esos momentos, el PP tenía en su poder unos estudios (trackings, les llaman los expertos) en los que se situaba a la candidata de Ahora Madrid, Manuela Carmena, con 20 concejales frente a los 18 que obtendría la lista encabezada por Aguirre. La pérdida de Madrid, el desastre… Para colmo, el gobierno de la Comunidad estaba en el aire, igual que el de Castilla-La Mancha, y contaban con la pérdida segura de Comunidades como Extremadura, Comunidad Valenciana, Aragón y Cantabria.

Desde el entorno más próximo a Rajoy no se ocultaba la preocupación; subrayaban el pavor que les producía perder el gobierno municipal de la capital de España, “donde tienen su sede buena parte de las empresas del IBEX 35", murmuraban angustiados ciertos miembros del gobierno, y dejarlo en manos de ¡Podemos!, porque para el PP, Ahora Madrid es una marca paraguas, pero sus líderes son Podemos, aunque la candidata sea la jueza jubilada Carmena y se harte de reivindicar su independencia. Entre sus argumentos, barajaban con toda suerte de calificativos el miedo de los mercados a la inestabilidad política, a las aventuras, etc.

Llegada la noche de autos, casi todos los peores augurios se confirmaron para los populares. No fue necesario siquiera que se iniciase el escrutinio para que en la sede del PP decidiesen desmontar el escenario a modo de balcón, al que salen a saludar victoriosos sus candidatos, cuando la ocasión lo merece, o lo permite. Pero anoche no fue el caso. La única que pudo dar un respiro al PP en tan aciaga noche fue la candidata a presidir la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, quien, bien avanzada la noche, consiguió el escaño 48, el que, sumado a los 17 de Ciudadanos y tras los consabidos pactos, puede retener el gobierno en manos de los populares. Para entonces, Esperanza Aguirre ya hacía rato que se había marchado a su casa. “No tuvo el detalle de esperar a conocer los resultados de Cifuentes”, comentaba uno de sus muchos detractores genoveses, poco después de que la expresidenta de la Comunidad y todavía presidenta del PP madrileño hiciera su mutis por el foro.

También para entonces el presidente de Extremadura, José Antonio Monago, había comparecido arropado por los suyos y por las siglas PP, que tanto brillaron por su ausencia durante su campaña electoral. De las últimas en comparecer , desde Toledo, la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, agradecía a los castellanomanchegos que le hubiesen concedido la victoria, pero, en su fuero interno, lamentaba a buen seguro que se tratase de una victoria pírrica más, si se confirma el pacto PSOE-Podemos, que la dejaría fuera del gobierno; tan pírrica como la de la Comunidad Valenciana o el ayuntamiento de Valencia, que puede ver salir a la que fue su alcaldesa durante 24 años, Rita Barberá, si se concretan los pactos entre Compromís, PSOE y el resto de los comparecientes que han obtenido representación.

En materia municipal, además, el PP sufría un descalabro en Andalucía, donde perdía sus mayorías absolutas en las ocho provincias, en Huelva superado por el PSOE y en otras como Sevilla, Málaga, Córdoba o Cádiz, siendo primera fuerza pero a expensas de salir del gobierno si se concretan pactos de las izquierdas. Será la líder del PSOE andaluz, Susana Díaz, la que diga la última palabra.

No se le dio bien la noche tampoco en Aragón, donde la presidenta actual, Luisa Fernanda Rudí, puede ser renovada por un acuerdo de partidos de izquierdas. No fue una buena noche para el PP, pero los pactos que se avecinan pueden convertirse en una auténtica pesadilla en los próximos días.

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