JUSTICIA / Una justicia independiente y libre

Presos políticos

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Concentración frente al Ayuntamiento de Barcelona para reclamar la liberación de los consellers y de los Jordis.
Concentración celebrada este viernes frente al Ayuntamiento de Barcelona para reclamar la puesta en libertad de Oriol Junqueras y los ocho exconsellers, así como la de los dos Jordis. / Quique García (Efe)

Se ha criticado mucho a Pablo Iglesias por hablar de “presos políticos”. Ha dicho que se avergüenza de vivir en un país que encarcela a los opositores. Los aspavientos escandalizados con  que se han recibido estas declaraciones no me parecen convincentes. Se dice que aquí no se encarcela a nadie por sus ideas políticas, pero es que las dictaduras tampoco lo hacen. Mi padre, por ejemplo, tenía sin duda ideas comunistas en su cabeza, pero nunca tuvo ningún problema con la legalidad  franquista, porque nunca hizo cosas ilegales respecto a esa legalidad.

Los miembros del Govern encarcelados son presos políticos. ¿Qué si no? ¿“Políticos presos”, como se repite machaconamente en los medios de comunicación y desde los cargos del gobierno?  Ignacio González es un político que está preso por corrupción. Él no llevaba la corrupción en su programa electoral, no robó lo que robó por mandato de sus votantes y sus votantes --es de imaginar-- no se corresponsabilizan de esos actos delictivos. Los miembros del Govern que han sido detenidos, cumplían sin embargo un mandato electoral y sus votantes sí que se corresponsabilizan de sus actos. ¿Se corresponsabilizan así de un delito y, si no se les detiene a todos y cada uno de ellos es tan sólo porque el voto en este país aún es (por el momento) secreto y eso hace a la justicia impotente para llegar “hasta el final” (lo que muchos portavoces del “a por ellos” ya empiezan a desear abiertamente)?

«Si varios centenares de miles de votantes se corresponsabilizan de lo que ha hecho un político y este acaba en la cárcel, es un preso político, máxime si incluso ha ganado las elecciones»

Si un cargo electo con unos cuantos centenares de miles de votantes detrás roba o desfalca es un delincuente común, porque sus votantes no se corresponsabilizarían de su delito. Pero si unos cuantos centenares de miles de votantes se corresponsabilizan de lo que ha hecho un político y ese político acaba en la cárcel, es un preso político, máxime si incluso ha ganado las elecciones. Después se pueden hacer todas las matizaciones que hagan falta y se supone que la ley tiene los medios para hacerlas. Entre “preso político” y “político preso” hay muchos casos híbridos e intermedios. No es lo mismo saltarse una ley que se considera justa (como cuando un político roba desde su cargo público) que hacerlo porque se considera injusta y te han votado precisamente para modificarla en aras de un ordenamiento legal más justo (supuestamente). En este caso, suele ocurrir que siempre hay de por medio un conflicto de legitimidades que, desde luego, no puede ser resuelto con la aplicación del mero Código Penal. Son situaciones de gran confusión legal, una confusión que, por ejemplo, ha sido magníficamente descrita por Ignacio Escolar. Siempre habrá recursos legales y políticos para hacer frente a esa complejidad, pero unos lo serán más que otros y es en esa cuestión de grado donde hay que poner el acento. Si el entero ordenamiento constitucional se pone manos a la obra de tal modo que la única salida es encarcelar a los cargos electos que representan a la mitad de los votantes, eso debe ser considerado un síntoma fatal, un fracaso flagrante de la legalidad vigente. Tal y como ha dicho el exministro de finanzas griego Yanis Varoufakis “una Constitución en la que se encarcela a cargos electos que persiguen pacíficamente una agenda política no puede ser democrática”.

«El panorama penal en el que hemos desembocado es el síntoma de un inmenso fracaso, no sólo político, sino también legal. La ley está mal construida. Y constataciones como esta no suelen acabar bien»

El panorama penal en el que hemos desembocado está muy lejos de ser un éxito, es el síntoma de un inmenso fracaso, no sólo político, sino también legal. Hay demasiadas matizaciones que eran necesarias y que se han arrojado al cubo de la basura. Todo esto no demuestra más que el hecho de que la ley está mal construida. Y este tipo de constataciones no suelen acabar bien. Es obvio que desde hace años se ha estado apagando el fuego con gasolina y hoy nos encontramos en esta situación excepcional y delirante. Mañana, sin duda, tendremos otras más graves aún. En otro artículo anterior ya insistí en que el axioma platónico-socrático de que la ley sólo se puede cambiar legítimamente por medios legales, vale en tanto y cuanto sea posible demostrar que existen esos cauces legales.  Ni más ni menos. Y si surge la duda o se plantea un conflicto al respecto no hay otra manera de resolverlo que ofrecer esos cauces legales, y si  no están claros, clarificarlos, y si no existen, inventarlos, lo más deprisa posible, además (en este caso, un referéndum pactado, habría sido, sin duda, una idea pasable). Esa es la única vía saludable por la que la política se relaciona con un ordenamiento legal. Todo lo demás es un fracaso y un calvario de aporías que tarde o temprano te estallan en la cara. Que es lo que, desdichadamente va a ocurrir. Los que estamos en contra de la independencia de Cataluña, los que, además, nos hemos sentido hastiados frente a toda esta insensatez que no ha servido más que para ocultar y silenciar los verdaderos problemas de este país (incluida Cataluña), contemplamos atónitos cómo se van sentando todas las bases para un conflicto terrible que terminará, desdichadamente, con la independencia. Es muy pesimista verlo así, pero, por estos procedimientos penales, es muy de temer el resultado.

«La aplicación de la legislación vigente a la que asistimos avivará el fuego en lugar de apagarlo. La aplicación de la ley tiene que producir efectos pacificadores, no sacar de quicio los conflictos»

Esta aplicación de la legislación vigente a la que estamos asistiendo avivará el fuego en lugar de contribuir a apagarlo. Pero es que, además, y por el otro lado, contribuye a sembrar una sospecha que mina algo que siempre es necesario en un Estado de Derecho: la confianza de la población respecto a su ordenamiento legal. Cuando la legalidad no resuelve los problemas con sensatez política, se levanta la sospecha de que algo está mal ahí. La aplicación de la ley tiene que producir efectos pacificadores, no sacar de quicio los conflictos. Porque hay una posibilidad que siempre está sobre la mesa, la posibilidad de que la ciudadanía empiece a desconfiar de su legalidad, en lugar de estar orgullosa de ella. La ley tiene que demostrar a diario que es la ley y no la voluntad de una casta mafiosa y corrupta. Esta casta mafiosa, lo sabemos, hace ya mucho tiempo que la tenemos encima. Pero aún no sabemos si será capaz de secuestrar por entero el edificio de la legalidad en su provecho y este es el clavo ardiendo al que se ha agarrado Podemos desde el principio. Sin embargo, la utilización del Poder Judicial a conveniencia --como bien han expuesto Ignacio Escolar y Rodrigo Tena Arregui--, minando la separación de poderes, anulando el derecho al juez natural y desviando la competencia judicial, probablemente de manera ilegal, hacia la Audiencia Nacional,  no augura nada bueno.

«El PP tenía que haber sido ilegalizado hace ya muchos años por su apoyo terrorista a la banda de las Azores, causante de un desastre internacional en el que han muerto millones de personas»

Si el PP (con el apoyo del PSOE y de C's, por una parte, y el entusiasmo de muchos jueces que a su vez son del PP, por la otra) se apropia políticamente de la legalidad, se terminará por perder la última confianza en el ordenamiento legal y será la ley de la selva. El  PP es un partido en sí mismo imputado y con centenares de cargos imputados o presos por corrupción. No puede presumir demasiado de ser portavoz de la legalidad. En verdad, el PP tenía que haber sido ilegalizado hace ya muchos años por la Ley de Partidos, por su apoyo terrorista a la banda de las Azores, causante de un desastre internacional en el que han muerto millones de personas. Pese a ello quedaba  un rescoldo de legalidad. Y aunque, por ejemplo, las demandas para encarcelar a Aznar por crímenes contra la humanidad no tienden a prosperar porque, en efecto, hay cosas que a la “legalidad vigente” le vienen demasiado grandes, de todo modos, la población que en el 15-M declaró haber perdido su confianza en el bipartidismo, aún conservaba alguna confianza en la Constitución y en las instituciones. Pero eso también puede cambiar. Vamos de cabeza a la ley de la selva. Y si la armas y el ejército hubiesen estado medio repartidas, como en la antigua Yugoslavia, estaríamos al borde de la guerra civil. Es difícil presentar esta situación como una victoria de la legalidad y del Estado de Derecho.

«El proceso judicial utilizado para detener a los miembros del Govern, podría acabar en juicio por prevaricación contra la jueza Lamela y el fiscal general, o por lo menos, en la nulidad de toda la causa»

El mismo proceso judicial que se está llevando a cabo para detener a los miembros del Govern, podría acabar en juicio por prevaricación contra la jueza de la Audiencia y el fiscal general, o por lo menos, tal y como muy bien ha explicado Carlos Enrique Bayo, en la nulidad de toda la causa una vez que sea revisada por los tribunales europeos que, para empezar, tendrán que decidir sobre el caso Puigdemont. Lo último es bastante probable. Lo primero sería bastante justo, pero algunos lo consideramos muy improbable, precisamente porque no tenemos esa fe ciega en los automatismos de la justicia, que sabemos muy bien que son finitos y precarios y se deben siempre a decisiones políticas de mucho más peso que la justicia procedimental. De modo que, probablemente, a Maza y a Lamela les pasará como a Aznar, que nunca responderán por sus actos frente a la justicia, por mucho que sus actuaciones hayan causado daños personales y políticos de extrema gravedad.

El escritor Jorge Alemán acaba de colgar un comentario que creo que resume perfectamente la situación. No me resisto a citarlo: “La política se inventó porque el Derecho no es un automatismo que funciona solo. Existe siempre una brecha irreductible entre legalidad y legitimidad que siempre sobrevuela la historia de las naciones. El gobierno español, de procedencia franquista, se ha querido pertrechar con la Justicia procedimental para atropellar la Democracia. No soy independentista, pero al fascismo, aun cuando esté disfrazado de Estado de Derecho, siempre lo considero lo primero a tener en cuenta como adversario. No a los presos políticos en España”.

12 Comments
  1. Oscar Torrico says

    Esto va a acabar muy mal por gentes como ustedes, que aprovechan para emponzoñar y volver al guerracivilismo. Como puede decir tales sandeces, que un partido debería ser ilegal porque un día un gobierno apoyó una guerra injusta. Y legitima que unos señores quieran romper Catalunya con el 37% del censo, pero los millones de votabtes del PP no le valen para nada. En este país de rencorosos necesitamos politicos, periodistas y tertulianos con altura de miras, no pirómanos.

    1. florentino del Amo Antolin says

      Con menos porcentages de votos el PP está desgobernando este amasijo de variopintos ladrones, y prevaricadores de lo Público. Amigo, en Catalunya el PP poquitos; pero hombre, vienes tú y lo arreglas metiendo los millones de votos del PP… Pues, tu altura de miras… ¡ Se te vé !. Vamos, que tiene que cambiar todo el mundo, menos el partido que nos vende a los trabajadores… ¡ Complice !.

      1. Oscar Torrico says

        Paso de insultos. Bye

  2. Jesus says

    Hay un pequeño matiz en lo que dice Carlos Fernández Liria; aunque en el resto del artículo esté enteramente de acuerdo. Porque, a pesar de tratarse de políticos independentistas, no llevaron en su programa ni realizar un referéndum de independencia, ni declarar y decretar en virtud de sus resultados (que no fueron hechos públicos) la Declaración Unilateral de Independencia en las últimas elecciones de 2015. Esto es lo que diferencia al caso catalán del caso escocés (http://www.eldiario.es/zonacritica/Escocia-Catalunya_6_695790447.html), en el que sí hubo referéndum legal. Porque las elecciones de 2015 se plantearon como un plebiscito independentista; pero nada más.

    Ciertamente no es el mismo caso que Ignacio González; pero sí que una serie de medidas judiciales desproporcionadas y poco garantistas con estos políticos catalanes les ha llevado a estar en prisión preventiva en periodo electoral (http://www.publico.es/politica/audiencia-encarcela-govern-10-agujeros-negros-justicia-querellas-prision-independentistas.html).

    Creo hay que tener mucho cuidado e hilar muy fino, porque de lo contrario nos adscribimos a una libertad sin límites (por tanto, no compatible con la de cualquier otro/a) y en la que está puede significar cualquier cosa (incluida la de separar nuestras gargantas de nuestras cabezas; para que luego vengan después, a hablar algunos/as de las causas por las que la «revolución independentista catalana» fue traicionada); porque sencillamente una democracia sin Derecho (es decir, sin regulación) no lo es en ningún sentido. Podemos lo ha hecho tremendamente mal al posicionarse en un tablero que no era el suyo, ni tampoco era sensato y en el que la agenda y las mejores piezas piezas del mismo están en manos de la derecha independientista de Cataluña.

    Yo no terminaría de lle llamarlos presos políticos, porque en realidad están procesados por saltarse las leyes; aunque bien sea cierto que ha sido una justicia politizada la que les ha mandado a presidio (la Audiencia Nacional se encuentra muy politizada y, aunque es algo generalizado en nuestro país, el Tribunal Supremo lo está bastante menos y de ahí que los miembros de la Mesa permanente del Parlament no hayan ido, de momento, a prisión.

    El problema es que de estas situaciones en las que la izquierda real pretende aportar sus peones en batallas de otros nos lleva a un escenario que en lugar de solucionar la situación nos llevan a la consolidación del problema tanto en Cataluña como en el resto del Estado, dejando desamparada a la mayoría social que no es ni catalanista ni quiere ver cómo se posicionan en un conflicto en el que hay una «sin-razón» de fondo tanto de unos como de otros…

  3. Gorgoroth says

    Presos políticos fueron, entre otros muchos, Julián Grimau, Marcelino Camacho, Simón Sanchez Montero, Luis Luicio Lobato, Marcos Ana, …y tantos y tantos que dieron todo lo que tenían y muchos de ellos todo lo que podrían tener por un mundo más justo, más libre y más solidario. Llamar presos políticos a una banda de burgueses locales, supremacistas identitarios y representantes de un capitalismo decimononico voraz e insolidario, es tremendamente injusto para con los primeros y una ignominia incalificable.

    1. Roke says

      Preso político fué Companys, y bien que se lo hicieron pagar…

    2. Ulisex Joyce says

      ¡Qué cosas veredes amigo Sancho! Ahora resulta que porque aquellos hubieran sido «presos políticos», entonces ya todos los demás que en el presente y en el futuro sean se han de medir con el patrón canónico de la injusticia franquista.

      Aquellos fueron presos políticos y los de hoy también lo son. Pero, ojo, no son los únicos. En el Reino de España se podrían decir que el 90% (o si se me apura hasta el 99,99%, salvo una ínfima minoría que lo están por delitos de violencia) de los presos actuales son presos políticos. Pues todos ellos están presos por un tipo de legislación muy determinada y muy determinante: la que protege más los bienes que a las personas. Ya sabemos que el desorden burgués hubo de inventarse lo de la fraternidad en el último momento del terrorismo institucional à la francesa: ¡una forma muy sutil de aplacar la lucha de clases brutal en la que malvivimos la inmensa mayoría! Con lo de la fraternidad se quiso decir algo así como que todos somos hermanos, ni ricos ni pobres, hijos de un mismo tronco familiar y, por tanto, que desde los orígenes somos iguales y libres. Como se ve un bulo muy bien inventado para no cabrear en demasía al personal. Pues qué tiene que ver el Rey de la casta con un mendigo o con un naúfrago de la desolada África.

  4. Eva says

    «… El gobierno español, de procedencia franquista, se ha querido pertrechar con la Justicia procedimental para atropellar la Democracia..» efectivamente,son franquistas puros ( empezando por el Rey, elegido por Franco.Suárez,Fraga,Aznar etc..), y la causa de que este asunto se haya llevado tan mal. No precisamente por la contundencia en las actuaciones,sino por todo lo contrario: ese querer disimular su condición franquista les ha impedido tomar medidas mucho antes y evitar esta situación. Además,claro está,de la necesidad de pactos que existe en nuestra forma de gobierno,el Estado de partidos (a diferencia de la Democracia,donde no son necesarios para alzarse con la presidencia) que siempre se han hecho con nacionalistas,una de las causas principales ( que propició,por ejemplo, el traspaso de competencias en educación,que le debemos al muy «demócrata» Aznar) del aumento espectacular del independentismo en Cataluña. Por otra parte,parece ser que dar una solución judicial a un problema político,no es en absoluto inconveniente.

    El Govern sabía que estaba delinquiendo ¿qué esperaban? no sé,teniendo en cuenta que a los nacionalistas se les ha consentido todo,como a niños malcriados, desde hace demasiado tiempo.

    Pablo Iglesias justificaba así la detención del opositor venezolano Leopoldo López :»Nadie debería estar en la cárcel por sus ideas, pero hay que respetar la legalidad de todos los países» . Ya estamos acostumbrados en España a que los políticos donde dicen digo digan Diego,desde luego.

    Siempre me gusta leer a Carlos Fernández Líria aunque no esté totalmente de acuerdo con el contenido.

    Saludos

  5. Pilar Liria Franch says

    Su articulo parte de una reflexion profunda…y tiene una apariencia sincera en el analisis de la realidad, pero a mi juicio q evidentemente no es el suyo esta lleno de medias verdades. No medias mentiras… pues Uvd. Nos da su verdad pero muchas de sus afirmaciones tienen otra vision bien diferente. No voy a entrar a la discision de cada punto, pero si le ecpreso q estas denuncias bajo apariencia de ayudar al bien comun desde su estrado es una manera de avivar conflictos y de una prepotencia ante la masa media similar a la los politicos

  6. Ulisex Joyce says

    Creo que la última frase de Jorge Alemán debería ir escrita con signos de exclamación: ¡No a los presos políticos en España!

  7. Ulisex Joyce says

    Por otra parte eso de hablar de la ley de la selva nunca lo entenderé. Pues, precisamente, la selva se rige por leyes ecológicas (naturales, químicas, biológicas, físicas, etc). Y, por tanto, cuando las diferentes ciencias estudian lo que existe en un ecosistema selvático encuentran muchas leyes que se cumplen a rajatabla: desde la ley de la gravedad hasta el principio de Arquímedes…

    El caos y el desorden habitan precisamente en las sociedades humanas. Y más en aquellas que viven a expensas de la explotación criminal de los miembros más desposeídos de su propia especie. Hasta el punto de inventar cuentos como el Derecho para que los explotados vean como naturales sus formas de proceder tan viles, brutales y explotadoras. Como escribiera el bueno de Walter Benjamin: «no hay documento de cultura que no sea su vez un documento de barbarie».

    En el conflicto catalán eso se puede percibir muy bien.

  8. Pablo Navarro Castillo says

    Su teoria anda pareja con la del PP, segun entiendo, cuando este dice que los delitos «politicos» ya fueron derimidos en las urnas cuando el PP gana las elecciones despues de los escandalos de corrupcion habidos, YO NO ESTOY MUY DE ACUERDO CON ESTO, las responsabilidades no las borran los votos.

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