DÍA MUNDIAL DE LA FILOSOFÍA / La mujer denuncia su exclusión

La disputa feminista de la filosofía

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Sócrates, Platón, Aristóteles y Parménides
Esculturas de los filósofos griegos Sócrates, Platón, Aristóteles y Parménides. / morhamedufmg (Pixabay)

Ayer, Día Mundial de la Filosofía, se multiplicaban por todas partes los artículos, imágenes y tuits para recordar a los grandes filósofos y acordarnos de la importancia de que en nuestras sociedades haya espacio para las voces críticas y discordantes.  Rendimos así un homenaje fugaz, pero muy solemne, a una disciplina que está cada vez más arrinconada y maltratada en nuestros planes de estudio y nuestro sistema educativo y cuya desaparición nos deja cada vez más inermes y más expuestos al poder y sus discursos. Cuando nos acordamos de filósofos nos acordamos, sobre todo, de hombres. Esto se debe, por una parte, a que llevamos miles de años de exclusión y bloqueo, a que se ha prohibido el acceso de las mujeres a la educación y a la cultura, lo cual ha hecho que haya más hombres que mujeres dedicados a la filosofía durante la mayor parte de la historia. Pero se debe también a que, cuando las mujeres han conseguido romper esos diques para ser escritoras, científicas o pensadoras, ha caído sobre ellas un manto de invisibilidad por el cual, aunque tengamos muchas grandes filósofas en el siglo XX, tenemos que seguir recordándolas y reivindicando su obra no solo en días como hoy, sino todos los días del año.

«Celia Amorós ha invitado al feminismo a que discuta con el patriarcado desde el interior de la historia del pensamiento filosófico y no por fuera de él»

Yo quiero hoy recordar a Celia Amorós, porque ha sido una feminista española que ha amado la filosofía y que ha hecho una intervención teórica imprescindible para no solo pensar sino, sobre todo, disputar la historia de la filosofía desde el feminismo. No estoy de acuerdo con todas las posturas que Amorós ha sostenido en su debate con el feminismo contemporáneo pero hay algo enormemente valioso en su obra: la invitación al feminismo a que discuta con el patriarcado desde el interior de la historia del pensamiento filosófico y no por fuera de él. Amorós ha dedicado parte de su obra a recorrer con cuidado y atención la filosofía occidental para encontrar sus complicidades patriarcales pero también para encontrar sus vetas feministas. Ella nos enseñó que algunos hombres filósofos sólo pudieron ser machistas rindiéndose a sus prejuicios y sacrificando la coherencia de sus propias ideas. Descartes, diría Amorós, fue un autor que no defendió la igualdad de los hombres y las mujeres y, sin embargo, ese olvido se hizo en contra de sus propios principios. Fue por eso que su discípulo Poulain de la Barre pudo, precisamente apelando a la coherencia cartesiana, defender el feminismo: hacer feminismo con Descartes y a pesar de Descartes. Así, ha dicho Amorós, ha habido que defender los derechos de las mujeres apelando a la coherencia de autores que han querido relegar y expulsar a las mujeres, ha habido que leer a Platón contra Platón, a Kant contra Kant y a Rousseau contra Rousseau. Se trata de no regalar a los pensadores varones una cosa que a menudo solemos cederles, la coherencia, se trata arrebatarles sus propios razonamientos para usarlos contra sus propios prejuicios.

La filósofa y ensayista Celia Amorós
La filósofa y ensayista Celia Amorós, en una imagen de 2013. / Montserrat Boix (Wikipedia)

Esta operación teórica con la Modernidad me parece irrenunciable. La Ilustración fue una cosa de hombres y la Declaración de los derechos del Hombre se dejó fuera a la mitad de la humanidad, pero fue precisamente la inconsistencia de esa expulsión, la incoherencia de un proyecto republicano y democrático que excluyó a las mujeres, la que dio origen a la legitimidad de las demandas feministas. El feminismo nace impugnando a la Ilustración con argumentos ilustrados, criticando a la modernidad con más modernidad y midiendo a la filosofía con argumentos filosóficos. Es decir, el feminismo nace disputando la filosofía, el proyecto ilustrado y la democracia y no renunciando a ellos, dándolos por perdidos o regalándoselos a los hombres.

«Si la historia nos ha expulsado de la filosofía y la cultura machista nos arrebata las celebraciones del día mundial de la filosofía, no se lo pongamos fácil. La filosofía es nuestra»

Distinguir los prejuicios de los filósofos de sus razonamientos, como ha hecho la obra de Celia Amorós, me parece imprescindible a la hora de saldar cuentas, desde el feminismo, con la historia de la filosofía. Si no somos capaces de hacer esa diferencia, si el machismo de un autor impugnara por entero su obra, las feministas nos veríamos abocadas a renunciar a prácticamente la totalidad de la historia del pensamiento occidental, por no hablar de la historia de la literatura, la poesía, la pintura o el conjunto de la cultura. Celia Amorós siempre nos ha invitado a que hagamos lo contrario: combatir la Ilustración androcéntrica con Ilustración, criticar el derecho masculino con derecho, desnudar a la democracia patriarcal desde la democracia o desarmar a la filosofía machista con filosofía. No regalemos al machismo y al patriarcado el derecho o la filosofía, no digamos que renunciamos al derecho porque es patriarcal o a la filosofía porque es esencialmente machista, digamos que, frente al machismo y el patriarcado, estamos quienes defendemos el derecho, la filosofía y el feminismo. Si la historia nos ha expulsado de la filosofía y la cultura machista sigue expulsándonos de las celebraciones del día mundial de la filosofía, no se lo pongamos fácil, no se la regalemos. La filosofía es nuestra.

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