Un viaje a la tierra sin zona de confort: desde Barcelona a la franja de Gaza

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Estefanía Torres (@etorrespodemos) *

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La eurodiputada de Podemos Estefania Torres se embarca en la Flotilla de la Libertad para denunciar y tratar franquear el bloqueo marítimo israelí a Gaza. / CP
[La Flotilla de la Libertad es una iniciativa de colectivos de distintos países para visibilizar y tratar de romper el bloqueo al que Israel somete a la franja de Gaza desde hace 8 años. Cada año, se suman a la Flotilla figuras públicas de la política, las artes o el periodismo para incrementar la repercusión de la acción. Este año entre las pasajeras se encuentra Estefanía Torres, la última eurodiputada de Podemos en llegar al Parlamento Europeo, quien desde hoy martes publicará su Diario de a bordo en cuartopoder.es]

23-6-15

El aeropuerto en Barcelona nos recibe de madrugada. Como siempre, parece atrapado en el tiempo mientras las vidas de cientos se cruzan unos segundos en las salas. Personas que aterrizan, otras que se van, reencuentros en mitad de la nada donde se siente la alegría de familias o parejas que llevan más o menos tiempo sin verse. Lo de menos es el cuánto, al fin y al cabo. Lo de más sigue siendo la importancia de sentir que volvemos a nuestra zona de confort, esté ésta en el lugar que sea. Mientras esperamos a las compañeras, no puedo evitar pensar en los seres humanos por los que vamos a dar este paso, quienes quizá ya no sientan como propia una zona de confort o a quienes les hayan quitado, tal vez, la alegría de volver a refugiarse en los brazos de un amante, de un padre, un hermano, de una madre o de los hijos. Y es entonces me invade un sentimiento de responsabilidad. No recuerdo haber estado tan nerviosa en mucho tiempo. Casi sin dormir por la ansiedad contenida. No puedo evitar sentirme una egoísta cuando pienso en que, en el fondo, sufro por no saber qué me voy a encontrar y, a la vez, pienso en que este sacrificio no es nada comparado con lo mucho que esperamos conseguir. Por fin, me encuentro con las compañeras y, en seguida, todo se llena de risas, nervios, anécdotas, política con nombre propio entre los ojos de ilusión y los abrazos cargados de esperanza. Preparamos los últimos detalles organizativos y nos vamos al avión con un encargo en el pensamiento que no encuentra precio alguno: disfrutadlo por nosotras, no perdáis la esperanza y llegad a Gaza.

Ya en el avión, viajan conmigo los datos del reciente informe 'Defensa, seguridad y ocupación como negocio' sobre intercambios comerciales en armamento entre el Gobierno español y el israelí. Pienso en la contundencia con que desde Podemos hemos aseverado hace tan solo unos días que este Gobierno es corresponsable de la situación en Gaza y vuelvo a darle la razón a mi consciencia. El Gobierno español ha vendido armas al ejército israelí —por valor de 115,18 millones de euros entre 2013 y 2012—, pero no solo eso. Desde este y el anterior gobierno, se han comprado armas —por valor 10 veces superior al de las exportaciones— al gobierno de Israel. Armas que Israel ha utilizado y probado contra el pueblo palestino como si este fuera una mera masa solo servible como blanco para la mejora de los instrumentos de guerra. Tan sucio como suena y mucho peor. Porque lo que se dejan en el camino son vidas humanas. Vidas que no pueden esperar un segundo más. Ayuda humanitaria prometida en la Conferencia de El Cairo tras el último bombardeo que no termina de llegar a la franja de Gaza. Por eso tenemos que llegar, para que las personas que estén allí reciban lo poco que podemos darles. Pero también vamos para gritarle al mundo entero que lo que se está cometiendo en esa tierra es una violación continua y sistemática de los derechos humanos, además de una atrocidad. Un millón ochocientas mil personas, un millón ochocientas mil razones nos empujan a tener la valentía de poner el cuerpo en esta causa que es del pueblo palestino pero, a la vez, es una causa global. Resulta incomprensible que todavía sucedan cosas así ante la pasividad institucional y el beneplácito de los locos que dirigen este mundo. Miro al horizonte por la ventanilla, trato de dormir pero sigo ansiosa. Aterrizamos en nuestro primer lugar de encuentro. Algunos compañeros nos dan indicaciones de los siguientes pasos a dar. Todo con la mayor de las precauciones. Nos estamos jugando demasiado. Cualquier dato que se haga público o cualquier despiste pueden echar a perder el objetivo de este viaje. Nombres en clave que no dejan de darle un toque de color a esta aventura. Pautas que tenemos que seguir al dedillo y lo hacemos cargadas de ilusión. Del aire pasamos al mar. Noche en un camarote, cada vez estamos más cerca de la tripulación que seguirá con nosotras el viaje. Me siento mejor y descanso del tirón.

(*) Estefanía Torres es eurodiputada de Podemos.
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