Susana Díaz limita a tres mítines la participación de Sánchez en la campaña andaluza

La presidenta andaluza y aspirante a seguir siéndolo tras las elecciones del 22 de marzo, Susana Díaz, ha reducido a la mínima expresión la presencia del dirigente federal del partido Pedro Sánchez en su campaña electoral, de tal modo que sólo participará en el cierre de campaña y en dos mítines, aún por concretar, según fuentes del comité director del PSOE andaluz. Díaz ya hizo llegar al secretario general del PSOE el mensaje de que se abstuviera de protagonizar actos en Andalucía durante la precampaña electoral, y así está siendo, en contraste con la presencia del dirigente nacional del PP y jefe del Gobierno, Mariano Rajoy, que ya ha participado en dos grandes mitines de fin de semana para apoyar a su candidato a la presidencia de la Junta, el graduado en Protocolo Juan Manuel Moreno Bonilla.

Aunque parezca excesivo, la intervención de Sánchez en la precampaña andaluza ha consistido en un mensaje de Twitter recordando que el sábado termina el plazo para que los emigrantes en terceros países soliciten el voto por correo. Díaz ni siquiera le ha invitado a celebrar el Día de Andalucía, este sábado, 21 de febrero, en el gran mitin que ha organizado en el Palacio de Congresos de Granada. Cierto es que, por otra parte, Sánchez, con una acreditada capacidad de desplazamiento, dedicará la jornada a brillar con luz propia en la conferencia de líderes socialdemócratas europeos que se celebra en Madrid.

Hoy Pedro Sánchez actuará de anfitrión del primer ministro sueco, Stefan Löfven, al que invitará a almorzar, y por la tarde recibirá a los dirigentes socialdemócratas búlgaro y sueco y al presidente del Partido Europeo Socialista (PES), Sergei Stanishev. En la tarea contará con la ayuda de la secretaria de relaciones internacionales y exministra Carme Chacón, que en principio se ocupará de los colegas italianos del Partido Democrático Enzo Amendola y Luciano Vecchi.

Son varias y variadas las interpretaciones sobre la decisión de Díaz, la mujer capaz de llevar todo el peso de la campaña andaluza sin que Sánchez le eche una mano. La primera es la intención de Díaz de reafirmar la autonomía del socialismo andaluz ante una dirección federal del PSOE que considera que ha sido incapaz de valorar, defender y proyectar el esfuerzo de los socialistas andaluces frente a la implacable dureza del Gobierno del PP. Es una queja genérica sobre el comportamiento de Sánchez, al que apoyó en las primarias. Detrás se esconde la ambición de dar el salto como candidata a la presidencia del Gobierno en las elecciones de noviembre frente al propio Sánchez si las condiciones son propicias.

Los cuadros andaluces del PSOE consultados no dudan del triunfo electoral y de que Díaz seguirá de presidenta y podrá seguir gobernando con la minoría mayoritaria y con una cierta tranquilidad a lo largo de este año. De hecho, gran parte de su programa electoral se basa en la distribución presupuestaria del ejercicio 2015. Basta con que los contrincantes del PP no alcancen un acuerdo contra natura con IU y Podemos para que Díaz siga gobernando. Sin embargo, la estabilidad en Andalucía dependerá a partir de las elecciones generales de noviembre de la política estatal, lo que explica el interés de Díaz de intervenir en este terreno. La estabilidad en Andalucía no es distinta de la que ya ha empezado a reclamar Rajoy para seguir gobernando. Y en este sentido hay signos que auguran una carrera hacia la “gran coalición” a la alemana.

Con un enfoque más cercano, algunos analistas de las relaciones entre Sánchez y Díaz sitúan la ruptura definitiva de la sintonía en el momento en que el primero no sólo se desentendió de la defensa de los expresidentes Manuel Chaves y José Antonio Griñán, sino que anunció que tendrían que dejar el escaño si eran imputados en el caso de los EREs. Ya se ha visto que las palabras de Sánchez exigían una matización sobre el cuando, pues si ellos y los tres exconsejeros acusados tuvieran que dejar el escaño si eran llamados a declarar como imputados, como así ha ocurrido, perderían el fuero y tendrían que declarar ante la juez Alaya, que podría enviarlos a prisión.

Consta la irritación de algunos prebostes de la vieja guardia del PSOE ante el nuevo estilo de Sánchez y la influencia que ejercen sobre Díaz, en la que Griñán depositó su confianza como sucesora al frente de la Junta. De esa desconfianza hacia Sánchez emana también la programación en la campaña andaluza con una intervención mínima, cuando lo lógico sería que se volcara en empujar la noria para llenar de votos los cangilones de Díaz.