Las 6 mejores inocentadas

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Matanza_Santos Inocentes_inocentadas
Matanza de los Santos Inocentes, de Duccio di Buoninsegna. / Wikipedia

La mecánica tradicional de los Santos Inocentes es algo que se me escapa por completo. Lo primero que no entiendo es por qué un lote de niños, supuestamente bebés, asesinados por orden de un tirano caprichoso, recibe en bloque una corona de santidad, cuando los niños ni estaban bautizados ni tampoco (por supuesto) eran cristianos. Según el Evangelio de Mateo, la matanza tuvo lugar después de la visita de los Reyes Magos al rey Herodes, con lo cual toda la cronología navideña se va a tomar por saco. Aunque la cronología navideña no sea precisamente rigurosa, tampoco la verosimilitud histórica del episodio tiene una base muy firme; apenas la menciona, de pasada, el historiador Flavio Josefo en su obra Antigüedades Judías.

En cualquier caso, supongamos que hubo una matanza de niños recién nacidos en Belén y alrededores sólo porque un rey idiota se pensó que un bebé recién nacido -al que unos astrólogos hipster señalaban como el Mesías- iba a arrebatarle el trono. Supongamos que el santoral está correcto y que los pobres infantes tienen derecho a concursar junto a santos y mártires certificados con nombres y apellidos. ¿Qué tendrá que ver una masacre infantil con la absurda tradición de tirar un cubo de agua helada, llamar al timbre y salir corriendo o colgar un muñequito de papel a la espalda? ¿Eran santos porque eran inocentes? ¿Ser inocente es ser santo? ¿La inocencia vale lo mismo para un degüello que para una broma telefónica? Si ni el bautismo ni la militancia religiosa cuentan, si la santidad consiste básicamente en que te corten la cabeza gratis, entonces la Iglesia Católica es, probablemente, la mayor fábrica de santos inocentes de la Historia.

Olvidemos el infanticidio y vayamos al análisis de la inocentada en sí, la risa, la mofa y la befa. Más allá del muñequito, de la caca falsa o verdadera y de otras escatologías, las mejores inocentadas son aquellas que logran pegársela a un mayor número de inocentes. Para eso los periódicos resultan ideales, aunque a veces se les vaya la mano o demuestren una alarmante falta de ingenio con la clásica noticia de que Messi va a fichar por el Madrid o Cristiano por el Barça. Por su capacidad de resonancia, internet y las redes sociales han abierto una amplia gama de posibilidades para el aficionado a las cáscaras de plátano. No voy a ocultar mi predilección por las inocentadas de temática científica y cultural. He aquí una breve selección de las mejores inocentadas de los últimos años.

1.- El descubrimiento del Bigón.

La revista Discover Magazine anunció en 1996 el descubrimiento de una nueva partícula fundamental de la materia: el Bigón. La particularidad del Bigón, y lo que hacía tan difícil su percepción, es que existe únicamente durante once millónesimas de segundo aunque con el tamaño de una bola de billar. Descubierto por casualidad en un experimento, los científicos achacaban al Bigón ciertos fallos inexplicables de los equipos informáticos, algunos tipos de terremotos y el curioso fenómeno de la combustión espontánea.

2.- El Gobierno prohibirá las negritas para ahorrar tinta.

En 2011, la web Quintatinta se hizo eco de una medida aprobada en un Real Decreto según la cual, para potenciar la austeridad y paliar los efectos de la crisis en el periodismo, se prohibiría el empleo de la negrita en las tipografías de la prensa escrita. La medida afectaría tanto a periódicos nacionales y regionales como a revistas con tiradas mayores de quince mil ejemplares, pero no a los diarios deportivos.

3.- El estado de Alabama aprueba una ley para cambiar el número pi de 3,14 a 3.0.

El boletín de Nuevo México para la Ciencia y la Razón anunciaba en 1998 la votación a favor de cambiar la constante de pi en el estado de Alabama. Una excelente noticia para los estudiantes de matemáticas y los fabricantes de neumáticos. Redondeando que es gerundio.

4.- Shakespeare era francés.

El 1 de abril 2010 (otro día propicio a los bromazos), la BBC zanjó para siempre el misterio más fascinante de la historia de la literatura con el asombroso descubrimiento de que Shakespeare era francés. El apellido de soltera de su madre, Mary Arden, en realidad era “Ardennes” y el locutor, en un tono de seriedad impecable, añadió que el ministro francés de Cultura, Jack Lang, estaba encantado con la noticia: “Es lo que muchos expertos franceses pensaban. Estamos estudiando cómo honrar a este gran dramaturgo. Por supuesto tenemos a Racine y a Moliére, pero vamos a hacerle un hueco en el panteón”.

5.- Stonehenge es un fraude.

El autor de la web Fogonazos logró en 2009 un éxito absoluto con una perfecta falsificación, incluyendo el logo de National Geographic, en la que demostraba, con fotos y todo, que Stonehenge, la Venecia de la arqueología, era un fabuloso camelo ideado y montado por un ingeniero llamado William Gowland y unos cuantos amigos a principios del siglo XX. La inocentada obtuvo tal éxito que la mismísima National Geographic tuvo que salir a desmentirlo.

6.- El lado oscuro de la luna.

Tal vez la obra maestra en el género de las inocentadas sea el falso documental A Funny Things Happened on the Way of the Moon. Allí la vieja disputa entre si el hombre llegó o no a la Luna se resolvía a favor de la superchería con un glorioso e hilarante montaje en el que intervenían, entre otros, Buzz Aldrin, Henry Kissinger, Donald Rumsfeld y la viuda del director Stanley Kubrick, supuesto autor de la película del alunizaje, quien desde entonces nunca salió de Inglaterra ante el temor de que la CIA acabara con su vida. Aún hay inocentes que se tragan entera la Luna como si fuese una galleta. 

EBRglobal (YouTube)
2 Comments
  1. grimores says

    La Administración General del Estado, la autonómica y la local se pasan a Linux gracias a Podemos http://formacionwebsymultimedia.com/la-administracion-del-estado-la-autonomica-y-la-local-en-espana-se-pasan-a-linux-y-a-wordpress/

  2. […] información de Ideal, Cuarto Poder, ABC, Cope y Strambotic e imágenes de Joanjo Aguar y Wikimedia Commons (y […]

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