El Valle de los Caídos, un modelo de seguridad e higiene en el trabajo

13
Fotografía de un enterramiento exhibida durante la conferencia. / J. C. E.

Como vi a poca gente en la sala, doy por descontado que muchos de ustedes se habrán perdido la clase magistral sobre el Valle de los Caídos a la que asistí en la tarde del lunes en el Centro Cultural de los Ejércitos, el antiguo Casino Militar de Madrid, un local singular donde nuestra oficialidad puede alojarse por 20 euros al día o practicar la esgrima o el taichi, que relaja mucho las cervicales. El acto debió convocarse aprisa y corriendo ya que no figuraba entre los eventos de los que da cuenta el propio Centro, con el 35 aniversario de la muerte de Franco aún caliente y días después de que la Federación de Foros por la Memoria propusiera la voladura controlada de la megacruz que preside el Valle y la exhumación de los restos de Franco y José Antonio.

Presentaba la multiconferencia un coronel de nombre Enrique, muy afectado porque no se hubieran podido celebrar misas por el eterno descanso de los citados, que fue el primero en definir el complejo como un monumento a la reconciliación, entre cuyos valores está el de representar “la religión y la España tradicional hermanada”. Si piensan que aquello ya daba cierta idea de lo que vendría después, están en lo cierto.

El primer turno de palabra correspondió a Pablo Linares, un informático que dirige la Asociación para la Defensa del Valle de los Caídos, la entidad que le ha montado un contencioso a la Administración por cerrar el acceso público al Valle ante el peligro de que algún cascote de la Piedad de Juan de Ávalos le cayera en la cabeza a algún visitante y tuviéramos un disgusto. Linares parece haber consagrado su vida a desenmascarar las “falacias” que se han difundido sobre la basílica, especialmente aquella de que fue construida mayormente por presos republicanos que cayeron como moscas a lo largo de los 19 años que duraron las obras.

El menú sugerido para los presos./JCE

Escuchando a Linares cualquiera presentaría  la construcción del Valle de los Caídos como un modelo de seguridad e higiene en el trabajo para las futuras generaciones de albañiles y encofradores. Según dijo, no sólo era mentira y de las gordas que 20.000 presos participaran en las obras, sino que el trato dispensados a los no más de 780 trabajadores –entre presos y libres- que compusieron su nómina más numerosa a lo largo del tiempo fue exquisito. Como prueba aportó un documento en el que se recogía la recomendación de que los presos recibieran una dieta de 3.500 calorías diarias, a base de legumbres, sardinas en aceite y tocino entreverado, y explicó que no había preso en España que no recurriera a sus contactos para conseguir ceñirse el pañuelo de cuatro nudos en Cuelgamuros. La bicoca era de tal calibre que, cumplida su condena, los presos pedían quedarse sacando granito de las entrañas de Guadarrama.

Por las cifras de Linares, se deduce que era más peligroso tender la ropa que trabajar en el Valle de los Caídos. Afirmó que sólo hubo 14 muertes en accidente y seis más de silicosis, aunque la culpa de estos fallecimientos no fuera de la penosidad de la obra sino de los antecedentes mineros de los difuntos. Tan exhaustivo fue el informático, que aportó una breve relación de los finados, entre los que no faltaba un gitano, apellidado Heredia, que se fue al otro barrio por un inoportuno resbalón.

Estamos, por tanto, ante una  obra modélica y singularmente artística, como se encargó de atestiguar el hijo de Juan de Ávalos, el escultor del Régimen que en las postrimerías de su vida reveló que llego a tener el carnet del PSOE de Mérida, documento que debió de perder cuando se alistó al Ejército del Sur en el bando nacional.

Fotografía de la Piedad descartada por Franco./JCE

Ávalos jr. estaba allí para decir que la restauración que estaba llevando a cabo Patrimonio era un desastre y lo hizo, aunque la revelación más importante fue que su padre esculpió hasta cinco Piedades distintas y que llegó a instalarse una distinta a la actual que Franco rechazó porque era pequeña y tenía forma triangular, lo que hubiera podido entenderse como un símbolo de la masonería. Si lo que dijo es cierto, el franquismo tampoco fue muy sensible al arte de su progenitor, ya que los restos de esta primera Piedad fueron reducidos a cascotes y escondidos tras el muro de la parte posterior del templo.

Proseguimos. No sólo es que el Valle de los Caídos fuera un ejemplo para cualquier constructora moderna y de un valor semejante al de la Capilla Sixtina, es que además era una mina de oro para los pueblos de los alrededores hasta que los pérfidos socialistas tomaron la decisión de cerrarlo a la chita callando, tal y como se encargó de precisar un tal Carlos Zarco, fundador de la Asociación Fe y Trabajo, para quien el Valle venía ser como el Barça, algo más que un monumento. Se lamentaron las goteras que, según denunció, se recogían en cubos por falta de mantenimiento, el abandono del funicular que había reimpulsado Aznar y el cierre de la última tienda para turistas acaecido en marzo. Sugirió que todo ello formaba parte de un complot del Gobierno para que a la basílica no fuera ni Dios.

Faltaba la explicación del por qué de tanta tropelía con este granítico ejemplo de reconciliación, donde miles de republicanos sacados de fosas comunes sin conocimiento de sus familias o de las cunetas donde se les enterró tras el paseíllo comparten su última morada con el que fue su verdugo. La dio el director del telediario de Intereconomía, Luis Losada: “La izquierda nunca ha soportado la cruz, y mucho menos que se vea a 30 kilómetros de distancia”. Entre eso y que el Valle de los Caídos “no tiene padre” porque el Rey, que es quien preside la fundación que lo tutela, se llama andana, y a Patrimonio le importa un comino, Losada certificó que pinta en bastos para esta joya. Losada animó a ir a misa, sobre todo ahora que son de campaña, en la explanada, y relató que él mismo acudió a la del pasado día 13 como un cristiano en la época de la catacumbas: “Había niebla, llovía, había persecución”.

La última intervención fue la que levantó de sus asientos de cine de barrio al escaso público del salón. Se trataba de Pedro Cerracín, un abogado al que la AVT echó por blando y que ha debido juramentarse para que algo así no vuelva a ocurrirle. Cerracín es el letrado que ha planteado el contencioso contra el cierre del Valle y se le vio implicadísimo: “Hay una parte de España que no quiere el Valle de los Caídos (…) A la antiEspaña le molesta la cruz porque es un símbolo español” (…) Frente a la antiEspaña estamos los que defendemos la España eterna y la España de siempre”. No, Cerracín no parecía votante de Izquierda Unida.

Con su último alegato alcanzó el paroxismo. “Vamos a ganar porque tenemos razón y porque antes de que vuelen el Valle de los Caídos tendrán que volarnos a todos nosotros”, afirmó. Se escuchó un bravo, acallado por una ovación de gala. Crecido, Cerracín se preguntó en voz alta dónde se escondía el PP, la Comunidad de Madrid, la jerarquía eclesiástica y los alcaldes de la zona. Mientras el respetable hacía sus cábalas sobre el escondrijo en el que todos ellos se ocultaban , salí a la calle a tomar aire. Con la droga dura el riesgo de sobredosis es muy elevado.

13 Comments
  1. Marcelo says

    A ver, vayamos por partes. Soy de izquierdas. Me repugna Franco. Seré más claro: me cago en Franco. Pero soy arquitecto y creo que el Valle tiene un valor increible como obra más representativa de la arquitectura española de mediados del siglo XX.

    Pueden estudiarse varias opciones, pueden sacarse los restos de Paquito… pero creo que hay que salvar a toda costa el monumento. La prueba son los miles de personas que pasaban cada año (es el monumento más visitado de Patrimonio Nacional), no por nostalgia franquista, salvo algún gilipollas aislado, sino por interés artístico. Incluyendo miles de japoneses, yankees o ingleses.

    Volar un monumento así es tan ofensivo a la inteligencia como volar la catedral de León porque la Iglesia medieval distaba mucho de ser democrática. Si hacemos este tipo de cosas difícilmente se nos tomará en serio.

  2. universidadsiglo21 says

    Marcelo, se puede defender la tesis que se quiera, pero como leonés no tolero semejante comparación que ofende a la inteligencia.
    FELIPE MARTINEZ CAÑIBANO

  3. monumento a la imbecilidad filofascista says

    Franco y la aviación nazi mercenaria a su servicio bombardearon cientos de iglesias y monumentos de incalculable valor histórico en las ciuadades que no se rindieron a su golpe fascista, durante los tres años que duró el genocidio iniciado el 18 de julio del 36.
    Si se hiciera un catálogo de todos los edificios civiles y religiosos de todo tipo que fueron reducidos a escombros por los aviones nazis y fascistas italianos y obuses de la legión y los regulares del ejercito franquista nos pasaríamos varios dias para leerlo completo.
    El valle de los caídos es un monumento contruído por el único gobierno aliado de hitler y mussolini que sobrevivió a la derrota del 45 por alianzas geostratégicas que hoy día averguenzan al mundo.
    Si fuera un monumento a la reconcialiación de los dos bandos, no sería religiosos, ni estaría cargado de símbolos fascistas, ni estarían allí enterrados los responsables del golpe de estado y de tantos asesinatos de inocentes desde 1936 hasta 1975.
    Los restos de Franco y Jose Antonio deben ser devueltos a sus familiares, y la basílica reconvertida en museo, como en su día se hizo con los campos de concentración de los nazis aliados de franco y los franquistas. La Cruz que se la regalen al vaticano, como en su día se regalaron estatuas de Lenin por toda europa.
    La derecha franquista española no quiere enterarse de que para los laicos la religión católica es un partido político aliado al poder terrenal que utiliza las armas para imponerse, como hicieron con la expulsión de musulmanes y judios desde 1492, con la inquisición, y con su alianza con el fascismo nazifranquista y su símbolo unido a Franco y Jose Antonio a perpetuidad le hace un flaco favor a esa iglesia que quiere ser «de todos y sobre todo de los más pobres de la tierra».

  4. Jonatan says

    La «memoria histórica» debiera defender la pervivencia del monumento para ser consecuente.

  5. Mara9 says

    Admirado y añorado Escudier, en qué sitios te metes a merendar…mira que en los bajos fondos se cogen unas ladillas…

  6. Cape says

    Iba a decir algo… pero ya lo ha dicho todo Marcelo.

  7. Patronio says

    Juan Carlos, ¿de verdad que estuviste allí? Pues ya hay que echarle cojones, compañero. Imagino que entrarías tocado con un peluquín como Carrillo y dotado con unas gafas de sol tipo hormiga atómica, porque si te llegan a reconocer …

  8. krollian says

    Antes de nada:

    Ufff. Fíjense. Aunque sea tarde:

    ¡Enhorabuena, ánimo y adelante! Sois la página principal de opinión de un servidor. Y os he enlazado con mucho gusto muchas veces. Si es que lo ponéis tan fácil.

    Así da gusto. Felicidades a los colaboradores, gestores principales y a todo el que hace posible que sigáis con nosotros…

    En cuanto al tema. Estoy con Marcelo. Salvo un detalle:

    El Sr. Escudier se merece una escultura adosadita al magno mausoleo-monumento-edificación.

    Se la ha ganado a pulso. Tal es su entrega, esfuerzo y oficio por ofrecernos unas crónicas impagabilísimas.

    Enhorabuena, Sr. Escudier. Está usted en plena forma. Inmejorable, diría yo. No es nada extraño el asunto, ya que como usted bien menciona, las drogas duras causan profundo daño y usted de oxigenó a tiempo…

  9. Marcelo says

    No me opongo a lo de la estatua de Juan Carlos, tendría su interés artístico, jeje. A ver, aclaro que yo no creo que el Valle sea un monumento de reconciliación, ni mucho menos. Al revés: es fruto de la represión y de un dictador fascista abominable.
    Pero, cuando pasa el tiempo, una obra de arte, sea la que sea, cobra autonomía y tiene un valor por sí misma. Y el Valle, por mucho que Franco nos repugne, lo tiene. Aunque sea como testimonio de una época oscura que produjo ese tipo de arquitectura y escultura. De hecho, no me apedreéis, pero el Valle me parece arquitectónicamente bello (eso es cuestión de opiniones, claro): arcaico para su época, sí, pero hermoso, sobre todo por el juego con los elementos naturales, con influencia de Lloyd Wright, pero en megalómano.
    No entiendo si la cita sobre las obras de arte destruidas por los nazi-fascistas es encomiástica… espero que no. Aquello fue repugnante. Igual que lo fue la quema de iglesias en el otro lado. El arte es arte. No comparo el Valle con la Catedral de León por su valor artístico, sino por su origen despreciable: una nació en esa misma Iglesia medieval que quemaba «brujas» y reprimía a todo disidente, otra nació en ese Franquismo gris que fusilaba republicanos.
    Pero no tiene sentido destruir esas obras de arte porque el promotor fuese un hijo de puta. De hecho, si nos ponemos exquisitos, las manos que los construyeron no tienen por qué identificarse con los promotores: en el Valle trabajaron algunos republicanos (no tantos como se dice, según me consta, porque mi tío abuelo trabajó allí) que en ningún caso eran fraquistas. Si lo vuelan volarán la obra de muchos republicanos.
    En fin, concluyendo: transformación, sí; sacar los restos de Paquito, también; pero hay que conservar el monumento por su interés arquitectónico, independiente del hijo de puta que ordenó su construcción.

  10. Patronio says

    Eres arquitecto y por lo tanto reconozco que entiendes más que yo de la materia, Marcelo. Pero he de decirte que no he escuchado ni leído muchas opiniones favorables a los valores arquitectónicos de la dichosa cruz, al menos fuera de los ámbitos cavernarios donde sitúan su simbología por encima de sus méritos estéticos. Como obra de ingeniería indudablemente sí tuvo un mérito enorme excavar y construir la basílica en el interior de la roca y levantar esa imponente cruz, más teniendo en cuenta la pobre tecnología de la época, pero arquitectónicamente, no sé, soy muy escéptico.

Leave A Reply