Grecia remueve el consenso neoclásico

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Alejandro_InurrietaEl caos financiero que algunos predijeron ha comenzado en la cuna de la civilización y de la democracia. Allí donde el experimento del modelo de rescate vejatorio para la población e ineficiente para la economía productiva, ha hecho saltar por los aires toda la arquitectura financiera, pero también política de la UE.

Es sabido que Grecia no es ninguna amenaza para la economía europea, ni por supuesto para los mercados financieros, pero hoy el miedo se ha apoderado de los inversores, y de nuevo, se plasma el gran cáncer de la economía internacional: solo importan los mercados. Ni la economía, ni la población, ni el derecho a decidir por parte de la población es relevante en un contexto de financiarización global.

La pregunta que surge es clara, si Grecia apenas afectaría a la economía europea e internacional, ¿por qué este miedo atávico a la consulta popular? La respuesta es relativamente sencilla. Grecia es un país que estratégicamente es clave para las grandes potencias, máxime en un momento tan delicado en materia militar en la UE respecto a la posición rusa. Si esto es así, si el miedo es que Rusia, o incluso China, se instalen militarmente en territorio griego, todo el discurso de la deuda, de las pensiones griegas o la subida del IVA es papel mojado y tiene el objetivo de distraer la atención hacia un terreno menos pantanoso.

La realidad griega era conocida por la UE antes de que Syriza entrara en el gobierno. Durante décadas el país ha sido esquilmado económicamente por dos grandes familias corruptas: Karamanlis y Papandreu, muy queridas en Bruselas y por los dos grandes partidos europeos. El status quo era claro: ahora robas tú, y luego me toca a mí. El resultado es el conocido. Un país sin capacidad de recaudación de impuestos, sin apenas industria, con un gasto militar sobredimensionado y con un volumen de deuda inmanejable e impagable, fruto, en muchos casos, de jugosos contratos militares con empresas francesas y alemanas.

Con este bagaje, el gobierno de Syriza entró a gobernar, sabiendo que tenía a todo el arco parlamentario europeo en contra de unas medidas que, por impopulares, eran absolutamente necesarias en este momento. Una quita de deuda y el establecimiento de férreos controles de capitales, como hizo Islandia,  aliviarían las depauperadas arcas públicas y liberarían renta para poder ir reconstruyendo un país, que se ha demostrado fallido, gracias al beneplácito de la UE.

Los que hoy se escandalizan, como Dragui o Samarás, son cómplices de la situación que vive Grecia y que puede ser el detonante de un proceso que podría salpicar a otros países aparentemente menos dañados, como España o Portugal, pero que en silencio, sufren de los mismos males: un sobreendeudamiento inducido por la gran banca europea, que ha recibido una ayuda inestimable de los ciudadanos europeos para cerrar sus gaps de capital, mientras sus gestores se han marchado con grandes indemnizaciones.

Con este panorama, llegamos al punto que muchos ya avisamos que podía llegar. En un contexto de recesión de balances, es decir una posición de amortización de deuda simultánea por parte de todos los agentes a la vez, la peor solución es aplicar una política fiscal restrictiva: reducir el gasto y aumentar los impuestos. Curiosamente, lo que se ha aplicado en todas las economías más endeudadas, España, Grecia, Irlanda o Portugal. Si la política monetaria es ineficiente en una situación de trampa de liquidez, como es la actual, solo la política fiscal, la restricción de movimientos de capital y quitas selectivas y ordenadas de deuda, como explica muy bien Richard Koo, pueden ser algunas de las medidas a implementar.

Llegados a este punto, con la economía griega en colapso, y sin nada que perder, las autoridades europeas, y especialmente los acreedores, que son los que dirigen las operaciones políticas, tienen que empezar a pensar que ya no se puede seguir siendo tan prepotentes y que en este contexto hay que ceder una parte del pastel para poder salvar algo de la deuda griega. No hay que olvidar que la propuesta europea solo buscaba hundir algo más la economía griega para que pudiera pagar sus deudas, el resto les da igual. Aplicar ahora una subida salvaje del IVA, reducir las prestaciones públicas y condenar a miles de ciudadanos a la miseria para salvar a los bancos europeos y a las instituciones multilaterales, no cabe en ninguna lógica económica.

El espejo de Islandia hoy viene muy bien para ver cómo un pequeño país, con un peso no muy diferente al de Grecia, ha podido vencer la maldición del modelo neoclásico de gestión de crisis bancarias. Impago de una parte de la deuda, control de capital, ayuda internacional, fomento de la industria y una transformación económica, desde lo financiero a lo productivo, son algunas ideas para los gestores políticos europeos. Lástima que  no haya una voluntad de refirmar de verdad la arquitectura económica mundial. Si seguimos mimando y maximizando el valor del accionista, nos cargaremos la sociedad, el empleo y el bienestar. Pero algunos siguen pensando en clave de los años 90 y siguen metiendo miedo con el comunismo y los radicales.

En resumen, los mercados financieros están sufriendo su propia medicina. Cuando se tensa tanto la cuerda de la situación límite de la población, salta por algún lado. Alguien, como Obama, ya está pidiendo una quita de deuda. Este es el camino para volver a la lógica histórica: ninguna crisis de deuda se salda sin reestructuración del pasivo. Aprendamos de la historia y dejemos caer, si es necesario, a los bancos tóxicos. Siempre sale el sol con posterioridad.

(*) Alejandro Inurrieta es economista y director de Inurrieta Consultoría Integral.
2 Comments
  1. Julián says

    Conozco Grecia, es un país tremendamente corrupto, un país dónde muchos ciudadanos no pagan impuestos, da igual si vas al médico, restaurante o necesitas un abogado, no hay facturas.
    Los funcionarios que viven a costa del estado están sobredimensionados
    y Grecia se niega a hacer reformas estructurales para cambiar esto.

    El clientelismo está en la base de su ser político ya venga en forma de subvenciones o enchufes de funcionario.

    Y Syriza pretende mantenerlo. No quiere hacer absolutamente nada para cambiar esto, ya sé que es tremendamente difícil cambiar la mentalidad y los esquemas de actuación de un pueblo, pero no está en sus planes intentarlo.

    Su política se basa en la chulería, en negarse a pagar las deudas y exigir que les sigamos (los demás europeos con nuestros impuestos) manteniendo, cúal adolescentes irresponsables y malcríados y exigentes.

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