Rajoy cambia de logo, pero no de política económica

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Alejandro_InurrietaEl gobierno presidido por Mariano Rajoy encara las últimas bocanadas de la legislatura con serias dificultades de credibilidad, y especialmente con un riesgo latente de perder el gobierno, que no el poder, a partir de 2016.

Este nerviosismo se deja notar en cada Consejo de Ministros pues se están empeñando en anunciar medidas económicas a la desesperada para intentar  despegar en las encuestas, lo cual tras el fiasco de legislatura, parece francamente muy complicado.

El fin de la legislatura deja a España en una aparente posición de bonanza, según las estadísticas oficiales, cada día más difíciles de digerir con cierto rigor, aunque el supuesto crecimiento no es más un impulso provocado por factores exógenos, y también un proceso de catching up, convergencia hacia los niveles previos a la crisis. No hay que olvidar que la mayor parte de las medidas implementadas por orden de Bruselas, han buscado devaluar la economía española, para intentar crecer vía exportaciones.

Los resultados del modelo neoclásico aplicado a una crisis de sobreendeudamiento son realmente demoledores. La mezcla de recortes de gasto en sectores clave, educación, sanidad, dependencia e infraestructuras, ha provocado una sima en el mercado laboral, ayudado por la brusca y pertinaz reducción de salarios y rentas nominales, que difícilmente podremos recuperar tasa de actividad y empleo típicos de un país con futuro. Esta conjunción de políticas fiscales contractivas y monetarias muy expansivas, en medio de una crisis bancaria y de deuda, han causado un fortísimo aumento de la deuda global en España, el mantenimiento de unos tipos reales ligeramente positivos, y una caída sin precedentes en el volumen de crédito. Al mismo tiempo, la burbuja bursátil, ha permitido a los percentiles de renta más altos, desafiar la recesión y elevar su renta y especialmente el gap con las otrora clases medias, hoy convertidas en clases bajas.

Este fuerte aumento de la desigualdad, fruto deliberado de las políticas financieras y fiscales de la Troika y el FMI, a pesar de que en su último documento bramaba contra los males de la inequidad, ha venido para quedarse y no se corrige únicamente con crecimiento, ya que los países donde más se está creciendo, EEUU, o Reino Unido, es donde más ha aumentado el porcentaje de ricos. No hay que olvidar que en EEUU, el 10% de la población es dueña del 80% de la capitalización bursátil de aquel país,  lo que da idea de hacia dónde nos lleva la economía financiera.

Los dirigentes conservadores y más dogmáticos, entre los que se encuentra el actual gobierno español, pero también su corte de economistas de cabecera,  tratan de lanzar el mensaje, en esta fase del ciclo, de que lo más importante ya está hecho, y que la recuperación llegará pronto al resto de hogares, una vez ha hecho millonarios a un 40% más en esta última etapa.

La falacia de este planteamiento es que esta es una recuperación sin apenas inversión, sin creación de empleo neto significativo y que está perpetuando un modelo de relaciones laborales en el que no habrá capacidad para recuperar poder adquisitivo. Siguiendo con el planteamiento de la Escuela austriaca, solo el ahorro interno nos sacará de la sima en la que estamos, porque así se podrán acometer proyectos de inversión de forma inmediata, y con ellos el empleo se multiplicará y por ciencia infusa la gran mayoría de empresarios despertarán pensando en elevar los salarios, conforme los beneficios remonten. Todo ello, sin que medie negociación colectiva alguna, y por supuesto siguiendo la senda de la retribución pública que se mantendrá estancada durante los próximos años.

Todo este arlequín de fantasías, de tópicos no demostrados, ha llevado al Gobierno a aprobar un cuadro macroeconómico muy electoral, y una rebaja fiscal express para intentar que las rentas más altas, las más beneficiadas, tiren del consumo en este verano que se prevé excepcional en materia de turismo, gracias a los atentados en algunos países árabes y la incertidumbre en Grecia.

Pero hay algo que no cuadra en todo este mosaico de ilusión monetaria con la que juega Montoro y compañía. El techo de gasto se reduce un 4,4%, algo más de 5.000 mill €, y eso que estamos en año electoral, fruto de la mejora en e coste medio de la deuda, aunque en volumen sigue aumentando, y también por la confiscación de las prestaciones por desempleo, cada vez más magras, y no precisamente por la reducción del desempleo. Este panorama, contrasta con unos anuncios de maquillaje en las cuentas públicas en materia social. Las limosnas que Rajoy pretende insuflar al presupuesto apenas corregirán el gran vacío creado entre las clases medias y bajas y las clases altas. El ejemplo del anticipo de reforma fiscal es claro. Un contribuyente con una base imponible de 1 millón de euros, se ahorrará algo más de 1.600€, es decir le saldrá gratis la matrícula en la Universidad Pública el próximo curso. Un contribuyente con una base imponible de 25.000€, el ahorro fiscal le supondrá 13€, apenas un menú decente.

Las grandes cifras aparentemente pintan muy bien. Se espera un crecimiento por encima del 3% entre 2015 y 2016, pero el empleo y la tasa de paro apenas bajarán del 20%, lo que da idea de qué tipo de recuperación tenemos entre manos. El viento de cola que traemos, precio del crudo, tipos muy bajos de la deuda, política expansiva del BCE han ayudado a suavizar la mala situación de la banca nacional, y parece que el crédito vuelve a fluir tímidamente. Pero la estructura productiva no puede absorber todo el excedente de mano de obra que hoy vaga por las empresas y la administración sin visos de estabilidad, ni salarios dignos. La coyuntura en los mercados financieros, especialmente en China y en EEUU, no se han tenido en cuenta a la hora de calcular el cuadro macroeconómico, por lo que el riesgo asociado a la previsión central, no es pequeño, y probablemente al final del verano, tenga que ser revisado, una vez pasen las fanfarrias de las limosnas electorales.

No hay que olvidar que España solo crea empleo de forma intensa cuando hay una burbuja activa. En estos momentos, tenemos una en los mercados financieros, bursátil y de deuda pública, pero no es suficiente para que tire del empleo lo necesario. Por tanto, a finales del verano, cuando se deshagan los contratos veraniegos y de temporada, y los mercados financieros sufran un nuevo terremoto, toda la propaganda que supone este cuadro macroeconómico será papel mojado, salvo la obligación de recortar más gasto, ya que los ingresos serán manifiestamente insuficientes y algunos desearán no haber bajado el IRPF tan pronto.

Todo este análisis es conocido por los que llevan la trastienda económica del Ejecutivo, pues en los mercados financieros hay una sensación de que en cualquier momento, la enorme burbuja de liquidez ociosa, de la que nada dicen los liberales, dejará de servir de colchón para mantener unos mercados financieros abducidos por la liquidez de los grandes bancos centrales.

En resumen, todo lo presentado por Rajoy de cara al verano y previo a la convocatoria de las elecciones está sujeto a una incertidumbre no incorporada al cuadro macroeconómico, ni al techo de gasto. La precipitación y el mal análisis de la realidad socioeconómica española le hará sucumbir electoralmente, aunque visto lo ocurrido en Grecia, no hay visos de un cambio real en las directrices en política económica. Por eso, la oposición ha contratado a Jordi Sevilla como gurú económico. Uno de los nuestros han musitado en Moncloa.

(*) Alejandro Inurrieta es economista y director de Inurrieta Consultoría Integral.

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