¿Podemos o no podemos entendernos con Podemos?

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Juan Antonio Barrio de Penagos *

Juan_Antonio_BarrioLa unidad de la izquierda siempre es un mantra de difícil concreción práctica. Quizás la primera dificultad sería que una parte -Podemos- ni siquiera se reconoce como tal, para intentar trascender el par izquierda/derecha por otros supuestamente más atractivos para el electorado: nuevo/viejo, regeneración/corrupción, pueblo/casta, etc. Pero, en cualquier caso, es indudable que Podemos es percibido como un partido de izquierdas por el electorado y a la izquierda del PSOE. ¿Cuáles son entonces las principales dificultades que se oponen a un acuerdo postelectoral sobre Podemos? En mi opinión, la principal objeción está en la mentalidad existente en amplias 'zonas' de ambas formaciones. En el PSOE sigue habiendo, más o menos latente, una nostalgia de la época de las mayorías absolutas, o al menos, de los resultados de la época Zapatero (más de 160 escaños y posibilidad de completar mayorías con apoyos puntuales más o menos estables). En Podemos está la idea de sustituir al PSOE como una socialdemocracia real con los ascensores funcionando. Quizás la expresión que mejor define esta actitud, es la del propio Pablo Iglesias al hablar de 'sorpassokización' (entrevista de Fernando Vallespín a Pablo Iglesias, publicada en Micromega (7-10- 15) y recogida en Una nueva transición). Es decir: no basta con el sorpasso, se trataría de reducir al PSOE al nivel del PASOK griego; el apoyo de los restos del PSOE a Podemos vendría entonces casi obligado.

La hipótesis que pretendo esbozar aquí brevemente va en contra de esas dos actitudes. ¿Qué sucedería si la situación actual, resultado del 20-D, estuviera aquí para quedarse? Quiero decir: no se produce el sorpasso pero Podemos mantiene un resultado cercano al del PSOE.

Por supuesto, me adelantaré a decir que no hay que caer en la ingenuidad de que este acuerdo sea fácil. Lo primero sería intentar una dinámica de competición/colaboración donde ambos términos coexistan. Por ejemplo, está claro que un posible acuerdo con IU daría más posibilidades a Podemos de pasar al PSOE, aunque en política no siempre dos más dos suman cuatro; una parte de los 900.000 votos de IU en las pasadas elecciones se podrían ir al PSOE o a la abstención.

Por su parte el PSOE podría intentar aprovechar las dificultades de Podemos con sus alianzas periféricas (confluencias), ya que siempre es más fácil el pacto inicial que su desarrollo posterior en la vida política (por ejemplo, la negativa de Compromís a formar parte del mismo Grupo Parlamentario, por confederal que éste sea, o el llamamiento de Ada Colau a formar un nuevo partido cuya relación con Podemos no está nada clara). Ahora bien, como tantas veces en política y en la vida, puede ser que ambos proyectos competitivos sean un relativo fracaso, o un relativo éxito. Para que la derecha no se beneficie de esta situación sólo cabe la colaboración en la búsqueda de un acuerdo. Se pone frecuentemente como ejemplo el caso de Portugal. Para empezar, Portugal no tiene problemas territoriales serios comparables al caso español. Y en segundo lugar, el resultado de los partidos 'a la izquierda' de PSP (Bloco y PCP) queda mucho más lejos de un posible sorpasso.

Con todo, difícil o no, hay que intentarlo. La alternativa más probable a corto o medio plazo será una amplia hegemonía de la derecha, o peor aún (desde mi punto de vista), el triunfo del esquema alemán de Gran Coalición, con alguna posible variante que incluya a Ciudadanos

¿Y cómo sería ese intento? Además de hablar de prioridades sociales, acuerdo territorial más o menos de mínimos, Reforma Constitucional, creo que no sería posible sin una 'interpenetración de culturas'. Me refiero con esta expresión a que cada formación adquiera algunos de los mejores (no de los peores, claro) elementos de la cultura política de la otra. El PSOE debe buscar formas de acción política más atractivas (y eficientes) para sectores de la población (jóvenes, 'precariado'...) a los que cada vez llega menos con su discurso. Podemos tiene que intentar conjugar su éxito inicial con las confluencias (y ser el primer partido en Euskadi) con una consolidación del funcionamiento de ese modelo en el día a día, (para ser, quizás, como en el PSOE se dijo en su día, el partido que más se parece a España, y no sólo a cada uno de los territorios).

Nuevamente, los principales problemas para el éxito de este acuerdo me parecen previos a los puntos concretos del programa. En ese proceso habrá muchos momentos difíciles. Si cada uno de ellos implica poner el pacto en su conjunto a punto de ruptura, esa montaña rusa hará imposible su funcionamiento. Es decir, la primera premisa para el éxito sería un acuerdo sobre cómo gestionar los desacuerdos. Y después, eso sí, una puesta en común de las prioridades. No es que el problema de articulación territorial sea o no acuciante (que lo es), pero, por ejemplo, con una mayoría absoluta del PP en el Senado resulta prácticamente imposible una Reforma Constitucional que incluya a dicho partido.

Todo esto implica un amplio esfuerzo de visión política, y no pensar en el corto plazo de la próxima elección (estatal, gallega o vasca), sino en el futuro de la izquierda a escala europea (España es una pieza importante en esa batalla), y en el futuro de un proyecto transformador en nuestro país que sortee los muchos escollos existentes. Hay que intentar entender el punto de vista del otro sin condiciones previas, y puestos a lo peor, sin que haya palabras gruesas, prepotencias, y sin que el posible desacuerdo lo sea para siempre.

Apéndice: La oferta explicitada por Pablo Iglesias tras la visita al monarca en la ronda de consultas no contradice en nada (creo) lo anteriormente escrito, aunque algún término o lirismo excesivo ('la sonrisa del destino' que Pedro Sánchez 'debe agradecerle') puede sobrar, se trata de una oferta que no debe tomarse al pie de la letra, sino como una base inicial de aproximación. Un primer paso en una negociación complicada. Como ha dicho el propio Pedro Sánchez “los electores no entenderían que Podemos y PSOE no lleguen a entenderse”. Pues eso.

(*) Juan Antonio Barrio de Penagos. Exdiputado del PSOE y exportavoz de la corriente Izqueirda Socialista.

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