La inútil disputa por el relato

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José Antonio Pérez Tapias *

perez_tapiasEs una gran baza acertar al poner nombre a algo. Desde el lenguaje se configura la realidad y quien toma la delantera al nombrar no sólo gana ventaja en el discurso, sino que toma posiciones ventajosas en la realidad a la que el discurso se refiere. Es tan elemental que no deja de estar presente, por ejemplo, en el debate político. O en la polémica mediática que lo sustituye. Se sabe, además, que si eso pasa con el nombrar y éste no se produce en circunstancias de aislamiento, sino como parte de una constelación de significados que se articula, pongamos por caso, en el contar una historia, se multiplica el efecto de consolidar una posición ventajista en la competencia por la historia más creíble. A tal batalla entre relatos es a lo que ha venido a parar con frecuencia en los últimos tiempos la otrora confrontación ideológica. Tiene su explicación: a la necesidad de autoexplicarnos y autoidentificarnos, individual y colectivamente, insertándonos en una historia, se añade en el caso de la vida política la componente de espectacularización de la misma, que conduce a una simplificación de los contenidos cognitivos y a una magnificación de los emotivos, realzando éstos en la manera en que se cuenta lo sucedido, de forma tal que en la narración de los hechos el propio grupo –partido político- salga bien parado, si no protagonizando lo que de positivo se subraye en los mismos. Lo negativo queda para los otros, antagonistas y competidores, llevando la rivalidad a esa lógica amigo-enemigo que Carl Schmitt destacaba como propia de lo político.

Pues así, compitiendo por ganar el trofeo de la historia creíble, están los partidos políticos en esta España tras haber sido incapaces de lograr un pacto para abrir paso a un nuevo gobierno –gobierno alternativo al de la derecha, como queríamos muchos- . El recurso es muy fácil, aunque todos tienen difícil hacerse con el relato más convincente desde el momento en que coinciden en el mismo expediente para articular su visión de lo ocurrido: la culpa es de los otros, siempre. Las acusaciones en ese sentido llegan a rozar el ridículo al pretender situar en exclusiva la pelota, como suele decirse, en el tejado del adversario. El PSOE acusa a Podemos de jugar a favor del candidato de la derecha al negarse a votar la investidura del candidato socialista y coincidir con el voto del PP. Desde éste se achaca al PSOE el empeño en el intento de un gobierno que se sabía imposible y de volverse hacia la derecha para la “gran coalición”. No se libra Ciudadanos, a quien se tilda de marca blanca de los 'populares', de verse atacado por un PP que le afea sobremanera su perjudicial juego de pactos con el PSOE. Y desde PSOE, PP y Ciudadanos no se ahorra el énfasis al afirmar que Podemos alienta la secesión de Cataluña proponiendo un referéndum para que los catalanes se pronuncien sobre cómo prefieren la relación con el Estado. Desde nacionalistas e independentistas se devuelve la pelota a los españolistas echando en cara su incurable centralismo, aunque quede soterrado bajo el autonomismo. Y algunos, como en IU, que podían librarse de ese fuego cruzado, vienen a redundar en el fuego amigo con el que dentro de la propia formación política queman sus posibilidades. Parece que en medio de todo sólo sobrevive como verdad, en una suerte de “consenso entrecruzado” nunca sospechado por Rawls, la constatación del inmovilismo de un Rajoy que sólo juega a ver pasar el tiempo. El colmo. Imperdonable para todos los demás, será, si se diera, que le salga bien la jugada.

¿Mas qué ocurre en realidad? Que todo el mundo sabe a qué ha jugado cada cual. Y en verdad nadie gana credibilidad con todo este enredo de acusaciones recíprocas. Al revés, se pierde credibilidad por cuanto a nadie se engaña y de poco sirve suministrar una mala reconstrucción del guión sólo para uso de los fieles a la propia cofradía. Alentar la unilateral fidelidad de los propios al precio de una ceguera que bloquea toda autocrítica es perjudicial para el mismo partido que en los respectivos casos se pretende blindar de los ataques ajenos.

Visto todo y habida cuenta además de cómo ha llegado la correlación de fuerzas entre partidos al momento actual, tras cuatro meses de infructuosos intentos de entendimiento –salvo el limitado al pacto entre PSOE con Ciudadanos para consuelo propio y blindaje ante ajenos-, podemos decir que es inútil tal disputa por conseguir un relato ganador. El hecho de haber desplegado esa disputa como final de una larga etapa percibida, de suyo, como una campaña electoral permanente, que a la postre aún más se revela así desde el momento en que se convocan unas nuevas elecciones generales a los seis meses de las anteriores, provoca que la construcción de la trama que en cada versión de los hechos se proponga esté tan cargada de malas ficciones que no sirve ni para justificar lo que ha sido un juego de simulacros con muy torpes intentos de disimulo. La conclusión es que, por un lado, nadie se ha fiado de nadie y que, por otro, nadie ha logrado engañar a alguien. Ha fallado la pretensión de que los relatos logren, al menos, camuflarse como verídicos en el mundo real. La dinámica de los encubrimientos no ha funcionado, por lo que se han presentado notables dosis de cinismo.

Cuando la conclusión del análisis de los diversos intentos de versionar lo ocurrido a favor, respectivamente, de cada cual es que la narración de los hechos ha quedado en todos los casos incapacitada para movilizar a la opinión pública, que era el objetivo que Christian Salmon adjudicaba a la propaganda partidaria como La máquina de fabricar historias y formatear mentes –así subtitulaba su obra Storytelling-, puede decirse que el fracaso está consumado. En él se evidencia que el relato político no puede derivar a mero montaje pasando por encima de la “verdad de los hechos” –fundamental, según Hannah Arendt para la credibilidad del discurso político-, pues sin buenos argumentos que hagan honor a dicha verdad todo queda en una trama que no pasa de trola, ya que no cabe la sola ficción.

Con las miras puestas ya en la próxima convocatoria de elecciones anticipadas, las partidos políticos y sus candidatos, si quieren recuperar confianza por parte de un electorado en gran parte escéptico y descreído han de salir del callejón sin salida del tramposo juego de culpar a los demás de todas las causas de lo que se califica de fracaso por impotencia parlamentaria, para tratar de salvarse a sí mismos sin asomo de verdadera autocrítica. Enzarzarse en la inútil disputa a base de malos relatos es camino directo para hurtar motivos racionales para el voto crítico que quiere emitir una ciudadanía adulta –ella, luchando contra el hastío, se ha construido su propio relato- que exige respeto a su dignidad. Para avanzar, pues, venciendo la inercia marcada por unos mismos protagonistas tentados de repetir el mismo guión, hay que salir de las emociones negativas que alientan el naufragio de la inteligencia política en un pensamiento gregario a la defensiva y empezar a mirar de frente, “a expresar lo que está ocurriendo para cambiar lo que está ocurriendo”. Lo decía George Lakoff en aquel manual suyo de tanto éxito –No pienses en un elefante. Lenguaje y debate político-, al que tantos poco menos que erigieron en libro de cabecera para la acción política y su discurso, pero del que pocos ahora parecen acordarse.

(*) José Antonio Pérez Tapias es miembro del Comité Federal del PSOE.
2 Comments
  1. PianoAttack says

    Un buen líder asume los errores ajenos y atribuye los méritos propios.
    Yo no veo ningún buen partido político líder. Ni tampoco ningún buen líder en ningún partido de los actuales. Hacen falta debates abiertos al público con participantes vinculados directamene a los espacios de toma de decisión (sea o no política ) y non stop. Las discos de bakalao y musica electrónica llevan siglos luz de ventaja en la organización de encuentros para la practica de sus bailes y la audición de sus músicas durante jornadas de 12, 24 y hasta 48 y 72 horas seguidas y si tomamos de ejemplo los festivales que tienen en su exterior sus versiones piratas y raveras del festival oficial que se celebra, raves que convierten el horario programado y no programado de música en un horario 24horas, pues aún más ventaja. Al grano. ¿Donde pueden los apolíticos, e independientes del corriente de pensamiento o posicionamiento de los partidos actuales? ¿O necesariamiente hay que constituirse en partido político para enfocar los temas des de puntos de vista imminentemente prácticos y éticos?

  2. PianoAttack says

    *donde pueden PARTICIPAR EFICAZMENTE los apolíticos, e […].

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