JUSTICIA /El caso queda visto para sentencia

El juicio de ‘La Manada’: cinco lecciones que aprender sobre las violaciones

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Lecciones del juicio de la manada
La manifestación contra la justicia patriarcal, convocada el 18 de noviembre frente al Ministerio de Justicia. / S.M.

El juicio a ‘La Manada’ ha quedado este martes visto para sentencia. El juez será quien determine si los acusados son culpables o inocentes de la violación múltiple a una joven en los sanfermines 2016. Sin embargo, el debate público paralelo, en el que las asociaciones feministas han estado muy activas, ha permitido que se ponga el foco en una realidad silenciada como lo son las violaciones, delitos más frecuentes de lo que se refleja en los medios de comunicación. En España, un total de 1.127 mujeres fueron violadas en 2015.

“Este juicio ha servido para despertar conciencias. Hace 20 años, Ana Orantes salió a hablar de los malos tratos en Canal Sur y su marido la asesinó días después. La sociedad empezó a concienciarse de lo que es la violencia de género y fue un punto de inflexión para pedir avances. El caso de ‘La Manada’ ha hecho que se visibilicen las agresiones sexuales y violaciones que se producen cada día”, explica Yolanda Besteiro, presidenta de la Federación de Mujeres Progresistas.

En opinión de las expertas consultadas, este juicio también ha obligado a reflexionar sobre este tipo de procesos. Por un lado, se ha puesto de manifiesto el “tortuoso camino” en el que puede convertirse el proceso judicial para una joven que denuncia un delito contra la libertad sexual. Por otro, se evidencia que hay un feminismo fuerte y activo dispuesto a dar la réplica en la calle. “El movimiento feminista planteó la consigna ‘yo sí te creo’. Era importante ponerlo sobre la mesa y que lo oyese una chica que denunció unos minutos después de ser violada”, explica Begoña Zabala, miembro de la asociación Emakume Internazionalistak de Navarra y de la Coordinadora Feminista.

Gracias a la repercusión mediática y a la batalla de las asociaciones, se han debatido y clarificado algunos conceptos como el consentimiento, la resistencia o el perfil del agresor. Ha permitido visibilizar las agresiones sexuales. Estos son algunas de las lecciones que todos deben tener claras.

Los violadores suelen ser conocidos de la víctima

En el imaginario colectivo pervive la idea de la agresión sexual cometida por un desconocido, por asalto y en medio de una calle oscura. Sin embargo, la experiencia de las asociaciones que atienden a estas mujeres indica que no son las más numerosas. “La mayoría suelen ser cometidas por conocidos, amigos u hombres que acaban de conocer unas horas antes”, explica la presidenta del Centro de Asistencia a Víctimas de Agresiones Sexuales (CAVAS), Tina Alarcón, cuya asociación lleva trabajando más de 20 años en este campo. Además, resalta que, aunque este caso es especialmente brutal, las agresiones y abusos múltiples no son hechos insólitos: “Nos estamos encontrando con gente muy joven que actúa en grupo”.

Las expertas alertan, además, de que algunos agresores aprovechan ambientes de fiesta, donde hay más desinhibición y alcohol para actuar. “Hay que acabar con esa idea de que como estás de fiesta y has bebido hay licencia para violar”, exige Besteiro, que incide sobre la importancia de que hombres y mujeres compartan en igualdad los espacios de diversión. La presidenta de la Federación de Mujeres Progresistas insiste en terminar con una educación que “limita la libertad de las mujeres, pidiéndolas que no vayan solas a determinados lugares a determinadas horas”, en vez de enseñarles a ellos a no violar.

El miedo paralizante y la obligación de resistirse

El hecho de que la denunciante de sanfermines no gritase, patalease, ni hiciera ningún gesto similar ha sido interpretado por la defensa como falta de resistencia, aunque tuviera que enfrentarse con cinco hombres en un cubículo en un portal. “En ningún otro delito -secuestros, robos- se pide a la víctima que luche, pero en este sí”, se queja Zabala, que no puede evitar recordar el caso de Nagore Laffage, asesinada en 2008, “que se resistió y acabó muerta”.

Para Alarcón alegar que la inacción es sinónimo de falta de resistencia indica un profundo desconocimiento de la realidad: “El miedo paraliza. Les pasa a muchas mujeres. Se quedan quietas y no dicen nada. Cualquier psicólogo puede decirte esto. Hay algunas víctimas que se defienden y las lesiones son más graves”. La fiscal del juicio de ‘La Manada’ fue tajante en su alegato: “Se ha superado ese criterio de que la mujer tiene que resistirse como una heroína para evitar una agresión sexual". 

Si no hay un sí, es un no: las reglas del consentimiento

Pese a que los acusados reconocieron que no hubo un consentimiento explícito por parte de la demandante, la defensa insiste en centrarlo en la actitud de la víctima en los vídeos, donde según su apreciación “no se ve asco, ni dolor, ni sufrimiento”, y en que entrara al portal “de la mano” de uno de los procesados. Sin embargo, ella alega que pensaba que iban a “fumar unos porros” y que no sabía lo que ocurriría allí. 

Las asociaciones están hartas de repetirlo: cualquier forma de coacción, intimidación o engaño es violación. “Hasta para firmar un contrato o una hipoteca tiene que haber consentimiento explícito”, matiza Zabala. La activista recuerda que la violencia física no es la única vía para forzar a una víctima: “Yo conozco un caso donde violaron a una mujer en el cuarto de al lado donde estaban sus hijos. La amenazaron con ellos”. 

Un perfil irreal del agresor

Uno de los argumentos de la defensa de los acusados de ‘La Manada’ ha sido alegar que “son buenos hijos”, “algunos trabajan” y “están profundamente unidos a su familia y amigos". Según las asociaciones consultadas, esta conclusión se agarra a un estereotipo asociado al violador, como un personaje libidinoso y perturbado que necesita forzar a una mujer para satisfacer su deseo sexual. Sin embargo, los agresores suelen ser personas “normales” e integradas en la sociedad. “Son buenos padres, hijos y buenos ciudadanos. El violador de Pirámides era un excelente padre y agredió a cientos de mujeres”, ironiza Alarcón.

Las expertas inciden en la naturaleza machista de estos actos, que van mucho más allá de satisfacer una pulsión sexual. Son un instrumento de dominación. “El perfil de estos agresores es el de un hombre corriente que ataca a las mujeres porque no nos considera seres humanos iguales”. Zabala hace aporta una lectura sociológica que hunde sus raíces en los roles de género: “Hay hombres que dividen a la mujer en dos tipos. Por un lado, el modelo de esposas y madres de familia. Por otro, las mujeres a las que relacionan con la diversión y su propia expansión”:

La vuelta a la normalidad después de una agresión

Que una víctima se recupere de un episodio tan traumático como una violación depende de muchos factores: la personalidad, las circunstancias, la brutalidad , etc. Sin embargo, los psicólogos recomiendan a las pacientes “incorporarse cuanto antes a la vida normal”, según explica Alarcón. Eso no implica que a la víctima no le afecte ni que pueda olvidar lo sucedido.

Besteiro comparte también esta visión: “No solo te machacan, sino que encima no te dejan superarlo”. Las consecuencias de un episodio de este tipo pueden afectar a aspectos íntimos como la vida sexual futura de la víctima, algo que, en ningún caso, se verá reflejado en las redes sociales. La presidenta de CAVAS recuerda que muchas mujeres usan el silencio como un mecanismo de defensa. Quieren olvidar: "Hay víctimas que están años sin decir ni una palabra a nadie". 

 

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