Susana Díaz intenta combatir el fantasma del bloqueo en la campaña por las andaluzas

  • Con las encuestas a su favor, el reto será conservar el Gobierno con un Podemos hostil y Ciudadanos amenazando con aupar al PP a San Telmo
  • Sánchez ayuda desde Moncloa. En octubre anunció un plan de empleo para Andalucía y este viernes el Consejo de Ministros ha aprobado un plan especial para el Campo de Gibraltar

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“Estabilidad”. Es una de las palabras que Susana Díaz repite en las últimas semanas sobre su legislatura en Andalucía. No es casual, es su forma de combatir el futuro bloqueo que podría darse tras las elecciones y que ella misma ya sufrió tras los anteriores comicios antes de pactar con Ciudadanos. Para la campaña que comenzó este viernes, la aspirante socialista a revalidar su liderazgo en la Junta solo quiere hablar de Andalucía. Ni de los ERE, ni de la política nacional, ni de futuros pactos. Su cartel electoral protagonizada solo por ella y su eslogan (Con Susana +Andalucía) es explícito.

Con las encuestas a su favor, en las que ganaría sacando entre 45 y 47 escaños, su mayor enemigo es el bloqueo posterior. Ninguna de las formaciones amenaza, al menos en los sondeos, su hegemonía. Adelante Andalucía sumaría 20 escaños, una cifra similar a la que sacaron Podemos e Izquierda Unida Los Verdes-Convocatoria por Andalucía en 2015, mientras Ciudadanos se dispara desde los 9 escaños de la anterior cita hasta los 20 a 22. Los que sí tendrán un problema si los sondeos se cumplen serán Juanma Moreno y Pablo Casado. El PP baja de los 33 a los 20 o 22 y el dirigente nacional podría escalabrarse en la primera gran 'prueba' electoral.

La pugna por la hegemonía de la derecha andaluza

Si los sondeos se cumplen, Díaz tendrá otro reto poselectoral tras ganar. En 2015, el Gobierno andaluz estuvo 80 días bloqueado por la incapacidad de formar gobierno, aunque después, con la entrada de Ciudadanos, ha tenido años sin excesivos quebraderos de cabeza con sus socios. De hecho, la presidenta ha presumido de la estabilidad en Andalucía frente a la inestabilidad estatal. Sin embargo, el partido andaluz que encabeza Juan Marín ya no es un socio fiable después de precipitar las elecciones al retirar su apoyo a Díaz. Incluso, han insinuado que auparía al PP a San Telmo si tuvieran oportunidad.

Si Ciudadanos jugará la baza de la regeneración, una de sus señas de identidad, para mover la silla a Díaz tras más de dos décadas de gobierno socialista en Andalucía, salpicado también por la corrupción, la socialista intenta trasladar la imagen de que Juan Marín estaría dirigido desde Madrid por Albert Rivera, a quien acusa de ser el responsable de la ruptura del pacto de Gobierno. La rivalidad que quiere plantear Díaz es clara: el centralismo naranja y popular contra el andalucismo rojo. O, mejor dicho, blanco y verde. El cartel que ha elegido Marín para su campaña (acompañado de Inés Arrimadas a la izquierda y Albert Rivera a su derecha) ayuda a reforzar esta idea.

Donde no hay hegemonía es en las derechas. Según el CIS, el PP y Ciudadanos estarían empatados en escaños, gracias al declive del primero. La llegada de Pablo Casado no ha logrado empujar la candidatura de Marín. Las polémicas declaraciones sobre los andaluces tampoco ayudan. Por si acaso, este sábado en Málaga Díaz ya ha pasado al ataque: "Cuando la derecha está rabiosa no tiene límites"

Si en el resto del Estado algunas de las contiendas políticas (como en el caso de Madrid o la Comunidad Valenciana) tienden a plantearse en bloques derecha-izquierda, Andalucía, por el momento, escapa a esa dinámica. Tanto el PSOE como el Podemos andaluz tienen un sello particular. Teresa Rodríguez le ha hecho una durísima oposición al Gobierno de Díaz durante toda la legislatura y nunca ha sido partidaria de pactar con el socialismo. Lo ha dicho en público y en privado. Si Ciudadanos y PP consiguen avanzar, Rodríguez podría encontrarse con la disyuntiva de tener que sostener a Díaz en San Telmo o abrir la puerta a las derechas. Por el momento, ha pasado de con el PSOE "ni muerta" a "me cortaría el dedo antes de darle la presidencia de la Junta a Pablo Casado"

Hablar solo de Andalucía

Susana Díaz insiste: quiere hablar de Andalucía. De hecho, se esforzará porque parezca que es la única que lo hace. Ni del caso de los ERE, que se dirime en los juzgados y en una comisión de investigación del Senado, ni de pactos, ni de política nacional, ni de su relación con Sánchez, con quien se dedica cariñosas palabras para convencer a los electores de que ya no son los enemigos de las primarias, sino que reman en la misma dirección.

Aun así, Sánchez ayuda desde Moncloa con algunas medidas. El pasado octubre, ya anunció un plan especial de empleo para Andalucía y este viernes, el Consejo de Ministros ha aprobado un Plan para el Campo de Gibraltar. En esta misma sesión, el ministro de Agricultura, Luis Planas, un informe sobre la Política Agraria Común, otro sector importante en Andalucía.

Díaz fue una de las líderes territoriales más críticas con los nacionalismos en la crisis catalana. Ella representa un ala más rígida dentro del pluralismo del PSOE.  Sin embargo, en estos momentos no le interesa ondear la bandera españolista, sino la andalucista. Esto supone intentar hablar de Andalucía en el debate territorial y no de Catalunya, aunque las preguntas serán inevitables.

Este domingo, Pedro Sánchez acudirá a Chiclana a arropar a Susana Díaz. Sin embargo, la andaluza quiere que la presencia nacional no empañe la batalla autonómica, especialmente, si el mensaje al que quiere vincular al PSOE de Andalucía es el de la estabilidad.

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