Sánchez emula la estrategia de Costa en Portugal e intenta calmar a los mercados

  • Todo el poder económico estará concentrado en manos de Nadia Calviño, al igual que Mario Centeno lo tiene en el país luso
  • Unidas Podemos acuerda aparcar sus exigencias financieras en el futuro Gobierno

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LISBOA.-Desde que se conocieron los resultados de las elecciones del pasado 10 de noviembre, y la voluntad de formar un Ejecutivo de coalición PSOE-Unidas Podemos, el presidente de Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, se ha esforzado por trasladar un mensaje de tranquilidad –y estabilidad económica– a los mercados y las instituciones europeas.

Con el fin de calmar las inquietudes de la Comisión Europea y desmentir a los medios conservadores que agitaron el miedo al descontrol financiero una vez que la “izquierda radical” accediera a la Moncloa, apenas tres días después de la celebración de la cita electoral las dos formaciones incluyeron el compromiso con el “equilibrio presupuestario” entre los 10 ejes prioritarios del preacuerdo para formar un Gobierno de coalición.

A mediados de noviembre el presidente en funciones compareció para reafirmar esa promesa y declaró que el rigor presupuestario definiría la actuación del futuro Ejecutivo, compromiso que respaldaron fuentes del partido de Pablo Iglesias. Esta semana las dos formaciones han dado un paso adicional para tranquilizar al Ibex y desvelado que Unidas Podemos ha renunciado a sus medidas económicas más ambiciosas, cediendo la gestión de todo lo relacionado con este ámbito a Nadia Calviño, la ministra de Economía en funciones que será vicepresidenta económica si se consiguen los apoyos necesarios para investir a Sánchez. Directora general de Presupuestos de la Comisión Europea entre 2014 y 2018, Calviño es una figura moderada muy respetada en Bruselas, y ya ha dejado claro que su intención es apostar por una política económica continuista que actuará según indicaciones de las instituciones europeas.

La fórmula portuguesa

Al concentrar el poder en manos de Calviño, Sánchez está emulando la estrategia que siguió su homólogo luso, António Costa, para tranquilizar a los mercados cuando asumió la jefatura del Gobierno portugués en 2015.

El candidato socialista no fue el más votado en las elecciones de aquel otoño, y sólo consiguió llegar al poder gracias al inédito apoyo del Partido Comunista Portugués (PCP) y el Bloque de Izquierda (BI), los dos partidos de la “izquierda radical” lusa que ofrecieron apoyar la investidura de Costa si él aceptaba promulgar las ambiciosas medidas sociales que ellos reclamaban. Las instituciones europeas y los mercados se mostraron alarmados por la alianza de la izquierda, mientras el conservador presidente de la República, Aníbal Cavaco Silva, auguró que el Ejecutivo minoritario de los socialistas sería rehén de los comunistas y bloquistas en el Parlamento y sería obligado a implementar políticas económicas que llevarían al país vecino a la bancarrota nuevamente.

Tal fue el escepticismo del jefe del Estado que durante un mes se negó a encargar la formación del Gobierno a Costa, y en la ceremonia de investidura pronunció un discurso durísimo en el que amenazó con hacer todo en su poder para acabar con el nuevo Ejecutivo si se desviaba del buen camino económico. Cavaco Silva nunca tuvo la oportunidad de llevar a cabo su amenaza porque desde el primer momento Costa dejó claro que ni el PCP, ni el BI marcaban la dirección económica de Portugal. Desde finales de 2015 el único con poder de decisión en ese ámbito ha sido Mário Centeno, el respetadísimo economista del Banco de Portugal y antiguo miembro del Comité de Política Económica de la Unión Europea que el líder socialista nombró ministro de Finanzas.

Al igual que Sánchez ha hecho durante las últimas semanas, antes incluso de jurar el cargo Costa subrayó la presencia del economista en su futuro Gobierno para tranquilizar a los mercados. Cada vez que alguien sugería que sus políticas económicas pondrían en jaque la estabilidad del país vecino, el socialista apuntaba al ex funcionario y afirmaba que era una locura contemplar que una figura del establishment de la talla de Centeno sería capaz de hacer algo irresponsable con las cuentas del Estado.

Aunque asumió el cargo prometiendo “pasar página a la austeridad”, en poco tiempo el nuevo ministro de Finanzas demostró que su prioridad era cumplir con los objetivos marcados por la Comisión Europea y hacer cuadrar las cuentas del Estado. Con este fin, Centeno hizo uso de la cativaciones, instrumento que le dio el derecho a retener parte de los fondos públicos presupuestados por la Asamblea de la República para cada ministerio. A efectos prácticos, obligó a los distintos ministros del Ejecutivo justificar el gasto del dinero presupuestado, cantidades que requirieron la autorización del economista para ser liberadas.

De esta manera, durante los últimos cuatro años Centeno ha logrado ejercer un control total sobre los presupuestos del Estado, cortando el grifo público cada vez que se corría el riesgo de gastar por encima de lo recomendado por Bruselas. Si bien ese poder ha sido criticado tanto por los ciudadanos lusos –que se quejan de la falta de financiación de los colegios y hospitales públicos–, e incluso por miembros del Ejecutivo Costa –que a sotto voce se refieren al economista como “el dictador de las Finanzas”, mote del cual presumía el austero António de Oliveira Salazar–, también ha facilitado la asombrosa reducción del déficit luso desde 2015.

Y esos resultados se han notado en Bruselas. A finales de 2015 todavía había quien desconfiaba en el Gobierno de izquierdas en Portugal: el entonces ministros de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, consideró probable que el país vecino pidiera un nuevo rescate, mientras que el presidente del Mecanismo Europeo de Estabilidad, Kalus Regling, afirmó que estaba más preocupado con el Ejecutivo de Lisboa que con los efectos del Brexit. Poco tiempo después, sin embargo, Regling reculó y admitió que Centeno tenía las cosas bajo control, y Schäuble pasó a referirse a Centeno como “el Ronaldo de la Eurozona”. Dos años después, ambos apoyaron la elección del portugués como nuevo presidente del Eurogrupo.

En repetidas ocasiones Sánchez ha declarado que el Gobierno Costa es un ejemplo a seguir, y no cabe duda que su equipo ha notado cómo el ex funcionario del Banco de Portugal ayudó legitimar el Ejecutivo “radical” de Portugal ante los mercados. No se sabe si Calviño puede contar con poderes similares a los del ministro de Finanzas del país vecino, pero es de esperar que la mera presencia moderadora de la eurofuncionaria en la Moncloa tenga efectos similares que la de Centeno en el Ejecutivo luso, y sirva para calmar a quienes auguran el colapso económico de España bajo una coalición PSOE-Unidas Podemos.

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