Nace en Italia un partido con un único objetivo: salir de la UE

  • El nombre provisional es Italexit y su artífice es Gianluigi Paragone, que fue director del medio leguista ‘La Padania’ y vicedirector del periódico ultraconservador ‘Libero’
  • Diego Fusaro, muy conocido en España por ser referente de lo que comúnmente se define rojipardismo, ha apoyado desde el minuto cero el proyecto de Paragone

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Tanto tuonò che piovve: es un dicho italiano que significa que tras muchos truenos finalmente llega la lluvia. Y así, al fin, uno de los ejes principales de la política del Belpaese (europeísmo vs antieuropeísmo/soberanismo) ve su cristalización definitiva en la conformación de un partido temático que pide a gritos la salida de Italia de la Unión Europea. Se suma otra fuerza partidista (cuyo nombre provisional es "Italexit") que va a rellenar la casilla de un tablero ya sumamente concurrido. A pesar de que en el país vecino la fundación de un partido (o de una corriente interna) sea algo normalizado y acogido como un cualquier fichaje de un club de fútbol, la creación de una fuerza política que dirige su mirada únicamente a la salida de la Unión es algo significativo y puede tener importantes consecuencias, independientemente del peso electoral de este partido aún en fase de gestación.

La UE en el punto de mira y nuevo eje privilegiado de la política en tiempos pandémicos

Gran parte de las consecuencias políticas ligadas a la crisis sanitaria y económica se relacionan con la Unión Europea. Las negociaciones con Bruselas han estado en el punto de mira de los partidos, siendo el tema exclusivamente político más relevante tratado con continuidad en los medios de comunicación. Por un tiempo, hasta los partidos xenófobos (Liga y Hermanos de Italia) han centrado sus ataques en contra de Bruselas y de las negociaciones con la Unión, apaciguando momentáneamente el discurso del odio en contra de los migrantes.

La relación con la UE se impuso como pilar del discurso político, debido a que las soluciones económicas para salir de la crisis pasaban necesariamente a través de dos vías inconciliables: diálogo comunitario o imposición de una política económica soberanista. A lo largo de los meses de abril y mayo los partidos de oposición han acusado en falso al presidente Conte, en más de una ocasión, de haber firmado por la activación del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) sin pasar por el Parlamento. Una mentira perpetrada por todos los medios de comunicación del área liberal, conservadora y soberanista, que afirmaban – con estos términos – que se trataba de una derrota histórica y que el Gobierno "había vendido el país", doblegándose ante el eje franco-alemán. La coordinación entre los varios aparatos de la derecha italiana fue tan eficiente que, a pesar de las explicaciones ofrecidas en directo nacional por el primer ministro, la confianza en la UE se vio mermada ulteriormente. El eje europeísmo/soberanismo llega a ser un elemento clave de la visión política y económica y, por lo tanto, se solapa a otros ejes tradicionales.

Paragone y el frente soberanista

En esos días, durante la primera quincena de mayo, se puso la primera piedra para la creación del partido que pide la salida de la Unión Europea. El artífice del proyecto Italexit es el conocido Gianluigi Paragone: fue director del medio leguista La Padania (cuando aún la Liga mantenía el "Norte" de apellido y buscaba la independencia de Roma, tachando la capital de ladrona). Posteriormente, fue subdirector del periódico ultraconservador Libero, muy conocido en Italia por sus titulares provocativos y, muy a menudo, racistas y machistas. Consiguió la notoriedad como presentador de uno de los principales programas televisivos de análisis político en Italia, donde se rodeaba de comentaristas anti-europeístas y tratando con cierto respeto a la derecha soberanista y al Movimiento 5 Estrellas. Fue con los pentaestrellados que, finalmente, Paragone se postuló para un puesto en el Senado de la República. Estuvo entre los promotores de la alianza con la Liga y, tras la crisis de Gobierno de agosto 2019, empezó su proceso de alejamiento del M5E y, actualmente, ocupa un escaño en el área reservada al grupo mixto. Paragone cuenta con un séquito importante en las redes (más de 800.000 seguidores en Facebook) y es uno de los personajes con más influencia y alcance en el panorama político italiano.

Gianluigi Paragone. / Facebook

El promotor de este proyecto se une al extraño tándem de soberanistas italianos conformado por el secretario general del Partido Comunista Italiano, Marco Rizzo, y del filósofo Diego Fusaro (ideólogo del partido "Vox Italiae"). El mismo Fusaro – muy conocido en España por ser referente de lo que comúnmente se define rojipardismo – ha apoyado desde el minuto cero el proyecto de Paragone. Ahora, independientemente del peso electoral del uno y del otro partido, la coexistencia de tres partidos declaradamente anti-europeístas y soberanistas (con uno aboga directamente a la salida de la UE como objetivo principal) puede tener su peso a nivel mediático y político. En primer lugar, la retroalimentación discursiva entre estos tres líderes – que tienen un gran seguimiento en las redes – puede propiciar un acercamiento inmediato entre esos partidos, armonizando la narrativa soberanista y anti-europeísta. Cabe destacar que ni Vox Italiae ni el partido de Paragone tienen una posición ideológica clara. Si Fusaro habla de su fuerza política como un partido con "ideas de izquierda y valores de derecha", Paragone se mantiene lo más lejos posible del encasillamiento, insistiendo en un tema transversal y que podría garantizar una base electoral muy amplia.

Obviamente, no se puede no considerar el papel desempeñado por la Liga y Hermanos de Italia, los partidos ultranacionalistas de extrema derecha que juntos acaparan casi un 40% del consenso electoral. Tanto Matteo Salvini (Liga) como Giorgia Meloni (Hermanos de Italia) han cabalgado el sentimiento anti-europeista, alimentándolo voluntariamente, hasta manipular la realidad de forma descarada.

Con desafíos globales, surgen ejes supranacionales

El discurso sobre la relación con la Unión Europea no es cosa de dos días. En Italia, es algo que se viene construyendo y debatiendo desde hace décadas y con partidos que, hasta hace pocos años, podían tener posturas críticas hacia la UE pero que nunca rompían con el marco establecido: el de un país fundador que nunca habría podido volver a su solitaria soberanía. En este sentido, los graves efectos de la crisis económica han fortalecido notablemente la narrativa soberanista y anti-europeísta y los representantes políticos han encontrado suelo fértil para atacar un marco, hasta ahora, nunca cuestionado en su totalidad. La creación de un partido cuyo objetivo es la recuperación plena de la soberanía es producto, por un lado, de una táctica política convencional muy difundida en Italia – la de crear partidos minoritarios capaces de cambiar los equilibrios en Parlamento -, pero también de un cambio en el sentir común de la ciudadanía. Las encuestas de los distintos institutos demoscópicos italianos señalan una tendencia negativa para el europeísmo, que deja el peso a un creciente escepticismo hacia las instituciones comunitarias. La posibilidad de poner, como nuevo eje clave en la disputa electoral, el soberanismo frente al europeismo, también se produce a raíz del estallido de uno de los primeros desafíos globales que ha producido efectos directos e inmediatos a escala planetaria, la pandemia. Algo que no se podría comparar ni con la crisis de 2008 (que encuentra su causa y remedio al interno de la misma lógica del sistema económico-financiero), ni, de momento, con la emergencia climática (cuyos efectos se manifiestan con diversos grados de intensidad, de manera localizada e intermitente).

La imposibilidad de frenar una pandemia a través de la acción local/nacional, ha favorecido un crecimiento exponencial del interés hacia las estructuras supranacionales, que sean políticas (UE) o puramente técnicas (OMS). De aquí surge un primer eje realmente supranacional, ligado a la gobernanza nacional, regional y hasta global.

La covid-19, en cierto modo, ha favorecido el pensamiento sobre las relaciones entre los varios niveles del poder. Hasta al interno del país – en Italia, España y muchos más – se ha abierto una reflexión sobre las competencias del Gobierno y de las autonomías locales y regionales. En esta coyuntura, el soberanismo puede desarrollar una amplia doctrina que incorpore elementos tratados solo de manera marginal hasta la fecha o intensificando otros ya activos y centrales. Se puede pensar, por ejemplo, en la gestión sanitaria -con la plétora de soberanistas opuestos a la OMS- o en la intensificación del control de las fronteras -cerrando definitivamente para los migrantes y limitando los movimientos para turistas y trabajadores-.

De cara a los próximos meses y años, por lo menos a nivel comunitario, se podría manifestar una intensificación de los contrastes entre soberanistas y europeístas (críticos o no críticos). La dimensión espacial de la lucha se eleva de lo local/nacional a lo regional y, por ello, se podría observar una tendencia a incrementar las sinergias entre fuerzas políticas de la misma línea europeísta-soberanista. De hecho, es algo que ya se ha visto con las nuevas fuerzas conservadoras y reaccionarias – mucho más organizadas que las contrapartes progresistas -. En este nuevo eje se podrían establecer alianzas o encuentros que superen el mismo sesgo ideológico aunque, eso sí, existe una posibilidad más que concreta de una coincidencia entre los actores que constituyen el frente soberanista y los que aúpan las nuevas derechas en Europa.

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