Pedro Sánchez, en libertad vigilada y con fecha de caducidad

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Pedro Sánchez durante la reunión del Comité Federal del PSOE, el pasado sábado. / Juan Carlos Hidalgo (Efe)

Se deduce  que un determinado acto  político
puede haber sido un error de cálculo de los
dirigentes de las clases dominantes, error que
el desarrollo histórico corrige y supera a través
de las “crisis” parlamentarias gubernativas
de las clases dirigentes
Antonio Gramsci

Quizás el dato más sobresaliente de la coyuntura política sea la contradicción clara y nítida entre el bloque de poder económico y la clase política. No es nada nuevo y ocurre siempre en las transiciones: las fuerzas políticas tradicionales en un momento determinado ya no son suficientemente funcionales ni a los de arriba ni a los de abajo. Acabar con ellas no es nunca fácil. Los que ayer eran los leales gestores de los intereses de los que mandan, se convierten en un obstáculo para un sistema que necesita para perpetuarse, renovarlos, cambiarlos y poner nuevas fuerzas al frente del Estado.

PP y PSOE están siendo intervenidos por los que mandan, por el dinero, por las clases económicamente dominantes y sus poderosos medios de comunicación. Rajoy y Sánchez ya no son capaces, por ahora, de interpretar los intereses generales del régimen en un momento en el que es necesaria una enésima restauración. ¿Puede durar mucho esta contradicción? No demasiado. Los que mandan lo tienen claro, lo escriben y hacen propaganda de ello: gobierno de concentración y unidad para neutralizar, limitar, anular y liquidar a Podemos. Esta es la batalla, lo demás literatura de ocasión y retórica hueca. Los de arriba nunca se equivocan de enemigo, aunque algunas veces yerran en la estrategia y en la táctica.

Resulta grotesco, cuando no cómico, que se defienda la autonomía del PSOE eludiendo los modos y las formas en que el viejo partido de Largo Caballero está siendo intervenido por los poderes económicos, con la complicidad de los barones y baronesas y de viejos dirigentes que antes y ahora han estado en franca y sincera sintonía con los que manda en este país y más allá. El ejemplo de González es relevante por, al menos, dos razones: sus conexiones con las diversas tramas económico-financieras dominantes y su cercanía a la corona. Es un “orgánico” del poder, que no tiene ningún problema en destrozar su partido para servir a los que mandan.

Pedro Sánchez vive a crédito, tiene un escaso margen de maniobra y el tiempo tasado. La propuesta de la consulta a la base es ingeniosa pero de eficacia muy limitada. Gobernar con Ciudadanos y Podemos, sea cual sea la formula, no parece posible. No solo porque el partido de Rivera ha dicho en todos los idiomas que no pactará con Podemos, sino porque juega a otro partido: gobierno de coalición, cueste lo que cueste, y evitar, cueste lo que cueste, nuevas elecciones.

El juego de estrategias, lo he dicho varias veces, es especialmente delicado. El PP, es su tragedia, se sabe ganador de la partida. Si aguanta apenas unas pocas semanas, va a nuevas elecciones y ganará, seguramente, con una mayoría más clara. Ciudadanos bajará y mucho y el PSOE continuará en su declive. Aquí aparecen los poderes de hecho. Ese escenario dejaría a Podemos como el partido mayoritario de la oposición, con los socialistas en crisis y con Cataluña en rebeldía. Escenario a evitar, cueste lo que cueste.

Hay que decir que el guión que ha seguido Pedro Sánchez ha sido el esperable en el secretario del PSOE, polarizándose con la derecha para obstaculizar a Podemos e intentar  situarse en el lado izquierdo del tablero. Es cierto que los resultados fueron malos y hasta malísimos, pero los ha sabido gobernar con inteligencia para jugar una partida política nada fácil con Podemos. Se podría decir, que el PSOE de Pedro Sánchez ha jugado su viejo papel, es decir, ser el verdadero partido del régimen y en cuanto tal, obstáculo insalvable a una política realmente de izquierdas.

Lo previsible es que los acontecimientos se aceleren. Sin descartar elementos catastróficos, es esperable una ofensiva muy fuerte del establisment. En el centro, un discurso vibrante sobre ingobernabilidad y desestabilizaciones varias. En muchos sentidos, todo puede pasar. Rajoy intentará seguir eludiendo el encargo del Rey y Sánchez recogerá el testigo y escenificará, bajo la mirada atenta de sus barones y baronesas, un proceso de negociación con otras fuerzas que se sabe está condenado al fracaso.

De alguna forma, todos se preparan para unas próximas elecciones generales. Los que mandan, no. Van a seguir desestabilizando al PP y al PSOE, seguirán combatiendo a Podemos con todo el arsenal legal, paralegal e ilegal disponible y tendrán como aliadas a las verdaderas fuerzas del régimen. Se trata del partido orgánico del poder, del “partido único articulado” del que hablaba no hace mucho tiempo Luciano Canfora, que tiene militantes en todos los partidos, apoyos determinantes en los medios de comunicación y una maciza y cerrada oligarquía financiera que no está dispuesta, cueste lo que cueste, a perder privilegios y poder.

5 Comments
  1. @carlosmagaro says

    Muy bien.
    Y en el caso de Podemos ¿qué fuerzas lo han «intervenido» para pasar de ser quienes iban a «dar voz al pueblo» a ser el paradigma de una dedocracia, con listas efectuadas digitalmente por San Pablo en las que se saca a una para meter a un exgeneral de la OTAN?

  2. Rosa says

    Pedro Sánchez no lo está haciendo nada mal.
    Es más valiente y seguro que Rajoy.
    Tiene que seguir siendo valiente y hacer lo que le pide el cuerpo y no lo que quieren sus barones y su sonriente enemiga en la sombra.
    Y ya para nota: conseguir que Ciudadanos y Podemos no se rechacen mutuamente y se centren en los puntos que tienen en común (además de juventud y ganas de cambiar las cosas).
    Cómo molaría!

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