Kirk Douglas: 100 años de cine, compromiso político y mucho sexo

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Un hombre que nos ha regalado fabulosas interpretaciones en El ídolo de barro, Retorno al pasado, Senderos de gloria, El loco de el pelo rojo, Espartaco, Duelo de titanes, Los valientes andan solos o Siete días de mayo y ha sido uno de los productores independientes más brillantes de Hollywood merece, en su siglo de vida, que cumple este viernes, el respeto de cualquiera que ame el cine.

Douglas nunca ganó un Oscar por uno de sus personajes. Fue candidato en tres ocasiones y sólo logró uno honorífico en 1996. Dicen que sus ideas de izquierdas nunca ayudaron en un organismo conservador como la academia norteamericana. En la España de Franco lo trataron mejor: en 1958 ganó la Concha de Plata al Mejor Actor en el Festival de San Sebastián por su brutal trabajo en Los vikingos.

Douglas, cuyo nombre verdadero es Issur Danielovitch, fue hijo de un mal padre, un trapero (su brillante libro de memorias se llama El hijo del trapero). Fue un hombre de los que llaman “hecho a sí mismo” y que pasó de la pobreza a ser una de las figuras más respetadas de la élite de Hollywood. Pero no aprendió la lección de sufrir un padre ausente. Él también lo ha sido. Hace treinta años, Kirk quedó a comer con su hijo Michael, ya muy famoso. Acababa de estrenar Atracción fatal. Esta fue parte de la conversación:

- Michael, ¿qué tal he sido como padre?.

- Mira, papá, eras un pirado que saltaba de una película a otra. Siempre estabas ocupado.

Entonces Kirk observó a Michael. Su cara fatigada, las arrugas alrededor de los ojos, la tensión en la mandíbula... Y soltó una carcajada que se escuchó en todo el restaurante.

- ¿Dónde está la gracia?

- ¡Debía trajinar tanto como tú ahora, hijo!

Kirk, igual que Michael, no sólo trajinaba en los estudios, también en las alcobas. Fue uno de los folladores más legendarios de la meca del cine, a la altura de Warren Beatty. Por eso su mujer, madre de Michael y su hermano Joel, lo abandonó tras 8 años de matrimonio y decenas de infidelidades. Se llamaba Diana Dill y murió en julio del año pasado a los 92 años. Su siguiente esposa fue Anne Buydens y con ella lleva 60 años y han afrontado juntos grandes éxitos y tragedias, como la muerte de su hijo Eric, en 2005. Dicen que fue un palazo del que Kirk nunca se recuperó.

Cartel de 'Duelo de Titanes'. / Wikimedia
Cartel de 'Duelo de Titanes'. / Wikimedia

Ha habido algo de milagro en su prodigiosa longevidad. Fumador de tres cajetillas diarias, dejó el tabaco al ver cómo la vida de su padre se consumía a los 72 años y por un cáncer de pulmón. Pero es que Kirk ha sobrevivido a la Gran Depresión y a la II Guerra Mundial. Con sólo 23 años, y cuando por fin estaba logrando papeles en Broadway, decidió luchar contra los nazis. Ya famoso, en 1958, el productor Michael Todd le ofreció irse con él en su avión privado, el mismo aeroplano que se estrelló y dejó viuda a Liz Taylor. Además, Douglas ha sobrevivido a un accidente de helicóptero y a un infarto cerebral que le paralizó media cara y lo sumió en una profunda depresión.

Gran parte de sus memorias hablan de sexo, mucho aquí te pillo, aquí te mato. De sexo rápido, clandestino. Un día Kirk, el 'pichabrava', fue a visitar a un psiquiatra para confesarle, abatido, que había tenido un gatillazo. El facultativo le dijo: “Me dice que ha hecho el amor 29 noches seguidas con distintas chicas. Me dice que la noche número 30 es impotente. Como sabrá, hasta Dios descansó al séptimo día”.

Una noche de bajón en la que Douglas no ganó el Oscar al que estaba nominado, recibió un paquete en su hotel. Dentro había un Oscar de pega con una nota firmada por sus hijos y su mujer animándole y diciéndole que era el mejor. Tras leerla, volvió a la cama. Con su nueva amante. Y es que la lista de amantes anónimas de Douglas es incontable y la de sus amantes famosas bien larga. Entre ellas destacan Lana Turner, Pier Agnelli, Linda Darnell, Patricia Neal, Gene Tierney (puede que la mujer más bella que haya pasado por Hollywood) y Lauren Bacall, que fue la que le recomendó al productor Hal B. Wallis, de Paramount. Ese contacto cambió su vida. Se puede decir que Bacall hizo posible su carrera.

Pero ya asentado en la industria, Douglas no fue un chico obediente. De Hollywood dijo: “Consigue lo peor, y no lo mejor, de la gente. La gente de Hollywood quiere estar relacionada con el éxito. Si alguien va cuesta abajo, se apartan”. Y ahí le tienen, a aquel tipo bajito que usaba alzas que aumentaban su estatura, codeándose con actores bastante mejores que él pero que no tuvieron su inteligencia eligiendo papeles. Ni James Stewart o Cary Grant tienen una filmografía tan variada, porque Douglas lo hizo todo: western, bélico, policíaco, romance, aventuras, ciencia ficción, pelis de romanos, de vikingos, interpretó magistralmente a Van Gogh... No ha sido mejor que ellos, pero sí más listo.

Cartel de la película 'Espartaco'. / Wikipedia
Cartel de la película 'Espartaco'. / Wikipedia

Tras superar en un casting a Montgomery Clift y a Richard Widmark (casi nada) y así protagonizar El extraño amor de Martha Ivers, pasó de Paramount a Fox, estudio con el que rodó Carta a tres esposas, del gran Mankiewicz. En 1949 fue nominado al Oscar por El ídolo de barro, pionera película de boxeo que marcaría a cineastas como Martin Scorsese.

Y en los 50 llega su gran década, sencillamente alucinante. Es su década dorada en la que hizo de todo y todo bien. Es la década de El trompetista, que trata con inusitada valentía el alcoholismo, la entretenida Brigada 21, la maravillosa Cautivos del mal (su segunda nominación al Oscar), la adorable 20.000 leguas de viaje submarino (en la que cobró un sueldo astronómico), La pradera sin ley, El loco del pelo rojo (Yul Brynner le robó su Oscar por su discreto trabajo en El rey y yo), Duelo de titanes (con su amigo Burt Lancaster), Senderos de gloria (se llevó a matar con Kubrick), Los vikingos, El último tren de Gun Hill... ¡Menuda década!

Los sesenta Douglas los inaugura con un excepcional melodrama de Richard Quine (Un extraño en mi vida) y con Espartaco. Sobre ella hablamos en cuartopoder.es a propósito del libro de Douglas Yo soy Espartaco. En este ensayo, muy entretenido, Douglas se echa el pisto y sugiere que él solito acabó con la caza de brujas. Lo escribe George Clooney en el prólogo: “Espartaco puso fin a las listas negras de Hollywood". No es verdad. Escritores comunistas como Herbert Biberman, John Howard Lawson y Lester Cole siguieron usando seudónimos hasta una década después.

De los sesenta también son la poética Los valientes andas solos, la magnífica Siete días de mayo y la floja película de Paramount Mafia, que es la semilla de lo que sería El padrino. Cierra la década con El compromiso, de Kazan, por la que volvió a ser alabado por la crítica. Y a partir de ahí la decadencia.

En los sesenta, por cierto, también le dio por volver al teatro y lo hizo con el protagonista de Alguien voló sobre el nido del cuco. Para cuando su hijo Michael se hizo, como productor, con las riendas de su adaptación al cine, a Kirk le pareció, con pena, que ya estaba demasiado mayor para interpretar a McMurphy. Jack Nicholson agradeció esta decisión toda su vida.

En fin, un siglo de uno de los hombres más golfos, astutos, auténticos y valientes que ha tenido nunca Hollywood, un icono del siglo XX. Brindemos por el siglo de 'el hijo del trapero'. Gracias, señor Douglas.

UniversalMoviesINTL (YouTube)
2 Comments
  1. Vic says

    Maravillosa reseña. Es un actor con el que todos hemos disfrutado alguna vez y ha hecho películas memorables. Hace nada leí el libro «Yo soy Espartaco» muy cortito y que te deja con algunas lagunas ya que esa capacidad de recordar y de rememorar en una persona tan mayor hace que te inquiete bastante sobre que será y no verdad, la parte que más me sorprendió fue su relación con kubrick en Espartaco en el que poco y más le decía que tení que comprarse ropa nueva jajaja. En cierta manera, si no llega a ser por Kirk la filmografía de Kubrick tal vez hubiese sido algo distinta, es verdad Kirk era muy listo y sabía donde meterse, a quién llamar y qué proyectos llevar adelante. Mi favorita sigue siendo «El hombre del pelo rojo» aunque me quedan por ver muchas más de él que por desgracia son difíciles de encontrar en una muy buena calidad en dvd o Blu-ray ya que algunas películas vienen «recortadas» de imagen por que un mono las ha reeditado.

    Hace nada me hice también con una coleeccion de películas de Kubrick y en ella había un excelente documental que jamás había visto del director y en ella aparecía Kirk ya por estos años, fue muy breve pero recuerda de él que fue la persona más inteligente con la que había trabajado.

    Saludos.

  2. iñaki urdanibia says

    No cabe duda de que el retrato es serio…recuerdo, no obstante, cómo cuando vino al festival de cine de San Sebastián, se sacó unas fotos en la frontera de Irún con una pareja de la Guardia Civil al tiempo que sonriente decía que al entrar en el país se respiraba libertad…¡ pues vaya!

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