La vida múltiple y el valor cultural de los paisajes

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Abadía de Poblet.

Un buen paisaje es un bien cultural de primer orden. Un entorno que conceda a quien lo contemple la bendición de la tranquilidad es un bien al que tiene derecho un ser humano y más aún, algo necesario como el aire, como el agua. Sin embargo, tengo la incómoda impresión de que en España esta realidad no cala lo suficiente como para que el debate y el trabajo a favor de la conservación de los paisajes salgan de las aulas universitarias o de los congresos de expertos internacionales. Por eso traeré a menudo este asunto al blog, porque quiero que lo debatamos entre nosotros, que lo pongamos en solfa, que se hable de los paisajes de España, de la fealdad recurrente que afecta a nuestro bienestar y puede llegar a influir negativamente en  nuestra apreciación de las relaciones humanas.

Sólo para que dispongan de unas herramientas de trabajo, les recordaré que existe un Convenio Europeo del Paisaje (CEP) según el que algunas regiones españolas van actuando con mimo y con todos los obstáculos imaginables en una sociedad poco sensibilizada todavía en esta materia. Es el caso de la Isla de la Palma, la Isla Bonita, que a través de su Reserva Mundial de la Biosfera La Palma, ha elaborado una red de itinerarios en los que la gente pueda admirar el paisaje mejor que de ninguna otra manera.

 En Gran Bretaña llevan tiempo empeñados en la creación de un Mapa de la Tranquilidad de Inglaterra, donde figuren las coordenadas de los mejores paisajes y los que están amenazados, una vieja y querida lucha de los británicos si nos acordamos de lo que ya en el XIX, hizo Beatrix Potter, la autora de los cuentos del Conejo Perico y compañía, por impedir la proliferación de artefactos urbanos en el Distrito de los Lagos, donde compró campos con las ganancias de sus libros para protegerlos, campos que luego se quedó el Heritage Trust.

Italia es un ejemplo de amor por el paisaje, nada de extraño, por tanto, que nos quedemos embobados cuando contemplamos las tierras de la Toscana o la Provenza, los pueblecitos de los Apeninos y la costa de Amalfi. Dos profesores universitarios de Udine y Padua, Francesco Marangon y Tiziano Tempesta, respectivamente, ha hecho un estudio sobre lo que percibe al año Italia por la conservación del paisaje: 1.290 millones de euros. Lo argumentan con que ese bello paisaje atrae turistas y aumenta el valor de los inmuebles contenidos en él. Parece evidente.

Vivo, desde hace unos años, en medio de uno de esos benditos paisajes que quedan en España sin apenas estropear. Un paisaje amable, aún explotado agrícolamente, aunque cada vez desgraciadamente menos, con valles extensos de viñedos, montañas redondeadas de encinas, pinos, enebros, y cielos nocturnos cuajados de estrellas. Me despiertan los pájaros cuando se va el frío, como va pasando ya. Es un entorno humano, bello, al que amenazan cada vez con más ahínco las contaminaciones del ruido, la luz y los artefactos industriales y urbanos de vecinos que se saltan las reglas y a los que no parece impresionar la consecuente multa, quizás porque no llega a producirse, a lo mejor porque hay algún elemento podrido en el manzanar del ayuntamiento, o vaya usted a saber por qué.

Médicos y otros especialistas coinciden en que los beneficios físicos y psíquicos del paisaje armónico –sea éste natural o con intervención humana- son indudables. Enriquecen el espíritu y la cultura de los que los contemplan, animan al paseo y la reflexión y premian con el disfrute estético. Aún así, estamos en mantillas en lo que a la conciencia del paisaje se refiere. Con que habrá que leer y escuchar de quienes sí saben. Material que ya les iré trayendo a esta casa, si me dejan. Por el momento, les propongo una exposición de fotografía: El alma del paisaje, de Antonio Camoyán, en el Foro de la Biodiversidad de Sevilla, hasta el 19 de abril. Allí mismo, el pintor y naturalista, Francisco José Hernández, expone acuarelas y apuntes como Alas de papel. O un encuentro sobre Paisaje, infraestructuras y sociedad, en Córdoba, Palacio de Congresos, del 15 al 17 de abril.  En Villa d’Este, Tivoli, cerca de Roma, desde el 13 de marzo hasta el 18 de abril, un congreso sobre El paisaje descrito. Lugares italianos patrimonio de la UNESCO. Aprovechando esa discusión entre expertos, el fotógrafo Luca Capuano, exhibe una muestra enorme de su trabajo como investigador del paisaje y también de imágenes arquitectónicas, su especialidad. También en Neuchatel se reunirán del 6 al 11 de abril para hablar del paisaje como representación, identitario, patrimonial, vacío, construido, etc. un montón de especialistas universitarios y cargos institucionales. De paso, les recomiendo una lectura: El paisaje. Génesis de un concepto, de Javier Maderuelo. Y hablamos.

6 Comments
  1. Perplejo says

    Qué suerte tienes de vivir en un «paisaje protegido». Yo recuerdo con melancolía mis estancias en monasterios.

  2. ehuelbes says

    Sí, querido Perplejo, por eso me da miedo su fragilidad. Lo fácilmente que se lo cargan. La falta de sensibilidad de los vecinos.

  3. me says

    Poblet y sus alrededores, uno de los sitios más hermosos de España. A falta de espacio, en los pueblos y ciudades andaluzas, todavía nos queda la afición a las macetas, desde los patios más humildes hasta las casas señoriales. Y si no hay patio ahí están las ventanas y balcones.

  4. me says

    Quién estuviera en Sevilla en estos días y ver esas dos exposiciones…

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