Ofelia de Pablo
¡¿¿¿Ernesto qué haces con esa pistola???!–se escucha a gritos desde el otro extremo de la playa. “Nada mamá sólo practico para cuando nos vayamos a vivir al Bronx”. Ernesto no levanta más de dos palmos del suelo pero a sus espaldas lleva la carga generacional de pertenecer a una de las etnias más duramente castigadas de América latina, los garífunas. Estos individuos descienden de los esclavos capturados por los barcos españoles en África y traídos a este continente. En su periplo narran los historiadores que los barcos naufragaron frente a la isla de San Vicente y los esclavos escaparon del barco siendo acogidos por los caribes. Los matrimonios de ambos grupos formaron los conocidos hoy como garífuna o “caribes negros”.
Pero sus problemas acababan de empezar, a los ingleses no les gustó que se hubieran aliado con los franceses así que los declararon enemigos y les deportaron al vencer la guerra a la isla de Roatán, en la que sólo sobrevivió la mitad de la población. Los sobrevivientes decidieron pedir auxilio a los españoles instalados en Honduras que “muy amablemente” les acogieron a cambio de utilizarles como soldados para expandirse por el Caribe.
Innumerables conflictos después la comunidad de los caribes negros parecía estar en paz en sus nuevos asentamientos de Belice, Honduras, Nicaragua y el de Livingston en Guatemala de donde es Ernesto. Prosperó su cultura, sus tradiciones, su lengua siempre unidas a la tierra. Pero el progreso es implacable y les ha venido a buscar, en Honduras las asociaciones se han hecho fuertes y pelean por sus derechos a la tierra “la tierra es como la madre, no se vende, no se alquila, se nace y se vuelve a ella para morir”- dicen los viejos del lugar. Pero lo cierto es que los garifuna de Guatemala no tienen trabajo, no tienen donde ir y lo peor nadie que les defienda. Así que están optando por huir de la tierra y a riesgo de perder su identidad salvar su vida. El Bronx es su nuevo destino, según afirma la Comisión Presidencial contra la Discriminación y el Racismo contra los Pueblos Indígenas de Guatemala (CODISRA), allí donde vive la comunidad negra afroamericana están encontrando un hogar. Ya hay más de 50.000 y el número aumenta. Ernesto y su familia no saben ni donde está ese lugar, el pequeño lo ha visto en la tele, tal vez por eso se aferra a su pistola. La madre sabe que algo se va a perder para siempre, quizás su identidad.