Desde el fondo del mar

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Imagen de la portada del libro.

Mientras leo con auténtico placer –se ve que la rentrée editorial está siendo brillante- las milipico páginas del último libro de Rafael Argullol Visión desde el fondo del mar, Acantilado, 2010), no quiero dejar de invitarle, amigo lector, a entrar, si le gustan esas marchas, en este enlace de lectura juguetona pero nada frívola.

Yo prefiero seguir con la tradicional manera de pasar páginas según se lee, por temor a que la navegación por la red me despiste y me salte algo. Soy propensa al naufragio.

Es un libro ambicioso pero no pretencioso, escrito con una naturalidad admirable a la que no se está acostumbrado cuando se sabe que el autor es profe y filósofo. Argullol no es hombre dado a la petulancia, y la edad le ha liberado de ciertas aprensiones, según confesión propia, lo que le confiere una libertad rayana en lo temerario, para regocijo de sus lectores.

A veces, da un poco de impresión, como la zambullida imprevista en las frías aguas desde donde contempla su vida y la vida sobre la tierra.

Todo empezó con el envío de unas muestras de saliva a un laboratorio sueco especializado en analizarlas y sacar un mapa genético a partir de ellas. Aquí debería sonar el comienzo de Así habló Zaratustra, de Richard Strauss, con algunas escenas de la película de Kubrick, 2001 odisea del espacio.

Argullol recorre un largo camino en el mapamundi y en los intrincados átomos de su ser, los del pensamiento y los de su carne mortal. Como el libro está muy bien escrito, el interés del lector se centra en verse en cierto modo reflejado también, compañero de aventura -al fin y al cabo, en el mismo barco- del autor.

Es decir, que lo bueno es que Argullol se haya atrevido a escribir este libro tan largo y tan reposado cuando parece que ya sea imposible detenerse en tiempos de zapeo compulsivo en todas las facetas de la vida, tiempo de relaciones líquidas, de usar y tirar, de diseño financiero criminal, de sociedades embobadas en el consumo de tonterías.

Es un libro que surge después de la muerte de su padre. La muerte, como la diosa Cali, dando vida. De esa materia estamos hechos. Se nota la libertad con que escribe, quizá gracias a esa plataforma elevada en que se sitúa uno cuando le ve la cara a la muerte; la falta de consideración sobre si resulta conveniente o no lo que dice, si podrá herir o no a alguien a quien no convendría herir, por si las moscas. Una gozada.

Y así, mientras yo sigo con el libro, le dejo a usted, lector, con ese site, en el que yo misma he disfrutado de buenos momentos. Afectada como estoy también por los estragos del zapping, me sabría mal que se me pasara la ocasión de recomendarle esta lectura, este detenimiento, esta inmersión a lo más hondo para poder contemplar desde ahí tranquilamente la superficie de las cosas y su enjundia.

3 Comments
  1. gloria says

    Gracias por compartir con entusiasmo contagioso tus lecturas

  2. gloria says

    gracias por compartir con entusiasmo tus lecturas

  3. me says

    Argullol es uno de mis escritores contemporáneos favoritos. Se le puede leer en los blogs de El Boomeran(g). Ahora tiene un artículo valiente, no tiene desperdicio.

    http://www.elboomeran.com/blog-post/2/9719/rafael-argullol/la-cabeza-bajo-el-ala/

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