¿Es España diferente?

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Portada de "¿Es España diferente?"

Pues no, nada de eso. Es la conclusión que salió el pasado miércoles de la presentación en sociedad del libro homónimo firmado por Nigel Townson y varios colaboradores más: José Alvarez Junco, Edward Malefakis, Pamela Radcliff y María Cruz Romero Mateo, historiadores todos, en el Circulo de Bellas Artes, de Madrid.

El libro (¿Es España diferente? Una mirada comparativa, siglos XIX y XX, Taurus, 2010) se propone investigar el hecho diferencial hispano frente a las peculiaridades de los otros países europeos, una práctica comparativa muy del gusto de los profesores anglosajones, y eficaz para salir de dudas en todos los terrenos del saber

Mercedes Cabrera, ex ministra, aparte de historiadora, presente en la mesa, estuvo muy acertada en su observación de que la Europa a la que mirábamos los españoles de los años del franquismo y de la transición era la de Francia, Alemania, Gran Bretaña e Italia, como mucho. El resto no importaba.

Muy realista, Nigel Townson ajustó a la baja el panorama que presenta su Gran Bretaña del alma: pérdida de bienestar social, deuda gigantesca, paro galopante y malas perspectivas de futuro, cualidades todas que más le hacen pensar que su país engrosa las filas del tercer mundo que las de la Europa admirada por los españoles de antaño. Una tesis que roza Carmen Gurruchaga, por cierto, en su corto de La razón del 21 de octubre 2010: ¿acabarán los países del sur de Europa siendo los mejor dotados frente al empobrecimiento de los del norte? Huy.

Otro asistente en la mesa, Victor Mallet, corresponsal del Financial Times llegó a poner ejemplos de cómo en todas partes cuecen habas. Dijo haber escuchado lamentos de un norteamericano de pro sobre lo mal que lo hacen sus conciudadanos en Estados Unidos, “peor que en otros países donde saben lo que hay que hacer”. Añadió Mallet un apunte gastronómico: “un amigo me preguntó cómo es posible que soporte vivir tanto tiempo fuera de Inglaterra, sin poder probar nuestra comida y, una vez ya en España he escuchado a muchos españoles hacer el mismo comentario, luego no somos tan distintos”. Me habría gustado hacerle a Mallet una pequeña observación sobre las calidades de las comidas inglesa y española, pero no me pareció compasivo.

Bruce Chatwin dijo una vez, no recuerdo dónde, que a los ingleses les contratan más que otros nacionales en trabajos extranjeros porque es a los únicos a los que les gusta comer mal con lo que salen más baratos. Yo creo que era una boutade de Chatwin. El caso es que cuando se lo repetí a Anthony Giddens, a la sazón cerebro del laborismo sui generis de Tony Blair, se lo tomó a mal. Se sintió herido en su orgullo gastronómico patrio.

Alvarez Junco fue mucho más enjundioso y quiso abarcar más de lo que le permitían sus “cinco minutos”, que acabaron en quince. Se habló de leyenda negra y de cómo los españoles la hemos asumido como auténtica, de manera acrítica, sin pararnos a pensar que quizás no nos merezcamos tantos exabruptos como nos han enviado los envidiosillos habitantes de Italia, Gran Bretaña, Holanda, Francia o Estados Unidos. Es lo que tiene ser cabeza de un imperio del tamaño del que gobernó España, que levanta muchos escozores.

Como aún no me he leído el libro, no les puedo contar más que lo que les llevo contado. Pero una cosa es segura: no pienso perdérmelo. Tal como se presenta el futuro inmediato de dos o tres años en adelante, hace falta un chute de moral aunque sólo sea como consuelo de tontos.

3 Comments
  1. Tadeo Norias says

    En historia el enfoque condiciona lo que se ve. Es de tontos no ver que el peso de la Iglesia, la persistencia del feudalismo y la ausencia de revolución educativa y alfabetización, en el largo plazo, hacen a España diferente. Pero a la vez, la pobre idea de los españoles de sí mismos tiene mucho que ver con el peso del franquismo y la ventajosa y vergonzosa utilización de los esta idea por los nacionalistas, sobre todo vascos y catalanes. Estamos pasando de denostar «los rojos» a alabar «la roja», pero eso es puro humo. Hay que asentar un nacionalismo español constitucionalista y una visión más «normal» de la historia de España, que siempre estuvo inserta en las corrientes europeas para poner fin a la España de la pandereta, la paella, los toros, la pereza y la juerga. Y esos historiadores tienen una responsabilidad en ello.

  2. celine says

    El caso es que -estando de acuerdo contigo Tadeo Norias- lo del feudalismo no lo veo tan claro: fue mucho peor en otras partes de Europa, ¿no es así? En lo de los nacionalistas, totalmente de acuerdo. Es un hartazgo escuchar su lamento envenenado todo el rato como si sólo ellos hubieran padecido el franquismo o las injusticias.

  3. estrella says

    Pero cómo se puede hacer un estudio de si España es diferente a otros países de Europa? Qué se lo pregunten a los turistas que son la base principal de la economía española, o no?
    No sólo es diferente sino que hay gran diferencia entre la mayoría de sus regiones. Esto suena simple, pero si se quiere escribir un libro sobre el tema, pues habrá que complicar las cosas. Y quién lo va a comprar?

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