El gran Berlanga, en su circunstancia

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Luis García Berlanga, en 1994, tras recoger el Goya al Mejor Director por la película 'Todos a la cárcel'.

Le jodía (textual) morirse pero no le ha quedado más remedio. Al menos, dejó claro que ha sido contra su voluntad, no vaya a haber equívocos en la posteridad. Luis García Berlanga ha dejado un buen curriculum, ha desarrollado sus talentos, como dicta la Biblia, de modo que su trabajo satisfará las cuentas que le pida ahora la Providencia.

Fue de esos españoles que se quedaron a pesar del franquismo y que dieron suelta a su imaginación para poder burlar a la censura. Formó un dúo impagable con un guionista llamado Rafael Azcona, vidas que se cruzaron al menos en siete ocasiones, benditos sean.

Los que tienen años suficientes, saben cuánto han de agradecer que Berlanga sacara a flote películas como Bienvenido Mr. Marshall (1953), Los jueves, milagro (1957), Plácido (1961) que aspiró a Oscar, sin suerte, y no digamos El verdugo (1963). Son películas que no debe perderse quien quiera admirar a un español que supo aprovechar brillantemente los resquicios de un régimen dictatorial.

Unos cuantos privilegiados, entre los que me cuento, pudimos ver en privado, en la antigua escuela de cine de Madrid, que también hizo por poco tiempo las veces de facultad de Ciencias de la Información, un pase de La escopeta nacional (1977).

En un aula modesta, a oscuras, en sillas de formica con alerón para escribir, una sábana estirada en la pared, un centenar de aspirantes  a periodistas nos comíamos con los ojos la pantalla, atentos a cada frase, a cada movimiento de los actores: López Vázquez, Agustín González, Lali Soldevilla, Luis Ciges, Amparo Soler Leal, José Sazatornil, Luis Escobar, Mónica Randall, Chus Lampreave… guiados por un guión desopilante (como gusta decir Jorge Herralde) que firmaba el mejor: Azcona.

Menuda fiesta, menuda alegría que nunca olvidaré. Hay que trasladarse a ese tiempo, incierto aunque esperanzador, de los años 70 para comprenderlo. A ésta siguió Patrimonio nacional (1981) y Nacional III (1983) que también merecen su recuerdo.

Es el Berlanga del cine español que más me gusta, el del disparate un tanto surrealista, pero real como la vida misma, donde se  reúnen filmes de otros como Amanece que no es poco, de José Luis Cuerda o Qué he hecho yo para merecer esto, de Almodóvar en una especie de flipante baile de vampiros, por sugerir otro título, ajeno pero no tanto.

De modo que, deudora de García Berlanga como me siento, es justo rendirle este humilde homenaje e invitar a aquellos que aún no lo han hecho, pocos habrá, a mondarse de la risa con gusto e inteligencia. En su memoria.

1 Comment
  1. Zaratustra says

    Al homenaje me sumo con usted, amiga Elvira y con millones de admiradores del mejor cine nuestro.

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