El museo de los despropósitos

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Los componentes de 'Museo Coconut'. / antena3.com

Voy a invadirle a mi compañero de sección, Pascual Serrano, un trozo de terreno para comentar una cosa que me gusta de la TV. Como no suele sucederme muy a menudo, seguro que no vuelvo a hacerlo, Pascual.

Primero fueron los protagonistas de La Hora Chanante y luego se descolgaron con Muchachada Nui, que es cuando me los topé un buen día en la tele, por casualidad. Me parecieron desternillantes de puro absurdos, surrealistas (humor manchego, decían) y aparentemente caóticos.

Ahora llevan cuatro episodios de Museo Coconut, una comedia de situación en la que los personajes se mueven en un museo moderno que expone arte contemporáneo. Ya la idea es de bomberos. Hace falta valor para atreverse con ese escenario. Podría decirse que se trata de seis personajes en busca de calor. El director accidental del museo (Raúl Cimas) acaba por eternizarse en el puesto con el anhelo de regresar al MOMA, donde era un don nadie pero molaba más.

El guía oficial del centro (Carlos Areces) es un maniático que mantiene cierta impasibilidad ante los contratiempos, el primero, el de su propio nombre: Rosario. Areces borda a la dueña del museo, Miss Coconut, un cruce de psicópata entre Tita Cervera y Dany Devito. Los seguratas (Julián López y Joaquín Reyes ) componen un dúo pintoresco entre un soñador patológico, Emilio, y un obseso sexual que juega a todas las bandas, Onofre, personaje que conserva las más puras esencias manchegas en su humor.

La mayor parte de los creadores de esta serie, dirigidos por Ernesto Sevilla (que desempeña, además, el papel de Zeus, el hijo de la dueña del museo), procede del mundo universitario donde estudiaron Bellas Artes, de ahí su querencia museística y los guiños gamberros al mundo del arte, del que son críticos despiadados. Los personajes comparten la concepción de arquetipo esperpéntico que los hace más asequibles a todos los públicos.

Lo que me parece más destacable es, primero, un guión original, inteligente y no enfático, en el sentido de que el público ha de estar atento para que no se escapen gags y efectos hilarantes; una actuación contenida a pesar del disparate y una capacidad de mimetismo con arquetipos -que antes, en Muchachada Nui, eran personajes conocidos-, ayudándose de maquillaje y pelucas, pero también de inflexión de voz, de gestos.

Las burradas más soeces resultan graciosas, ¿por qué? Sólo se me ocurre que porque están dichas en el momento oportuno y con la justa entonación. Y que no sobran, que apoyan al guión. Miss Coconut es genial en este terreno. Las situaciones más desternillantes, disparatadas se apoyan en alguna frase que les concede todo viso de realidad, más que de verosimilitud: un niño le puede contestar a un adulto de modo que lo deje K.O. Lo que le hace diferente a otros programas de humor es la parte inteligente de la cosa. Lo que suele faltar en esos otros programas de humor, precisamente. Lo de las risas al estilo del invento americano es un poco molesto, la verdad, pero llega un momento en que ni se oyen. No sé para qué las pondrán: ¿atraen acaso a más público?

Se le ha achacado a MC un rebaje de exigencia en el guión para llegar a más público. Es la vieja historia que sufrimos en España en muchos terrenos: como si el grueso de la población fuera idiota o indocumentada. Y si así es: ¿por qué no tratar de documentarla con buen nivel en vez de ir para atras como los cangrejos? Los actores de comedias televisivas podrían tomar apuntes de cómo mejorar en sus actuaciones. Claro que para eso se necesitan guiones y directores como Dios manda. Temo que eso sea mucho pedir.

3 Comments
  1. estrella says

    He visto varios episodios de «Muchachada Nui» y de verdad que son la monda. Tendré que averiguar cómo los veo en EE.UU. Tengo el canal español pero es bastante reducida la selección. Si alguien sabe cómo conseguirlo, por favor….

  2. celine says

    Puedes entrar en museo coconut, en la red. Seguramente se pueden ver episodios ya pasados. Yo también lo paso en grande.

  3. Pascual Serrano says

    Admirada compañera, el solo hecho de que tú veas este programa que tan bien criticas en la forma y en el fondo ya le otorga un valor suficiente para desear verlo, sabedor que soy de tus afectos a la televisión con minúscula. Un abrazo.

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