Vale más Valle de lo que parece

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Imagen del joven Valle Inclán

La víspera de Reyes de hace 75 años murió Ramón María del Valle Inclán, a punto para perderse la guerra civil que se fraguaba ya en España y que estalló unos meses más tarde.

La suya fue una vida de todoterreno como escritor accidental, al frustrarse su verdadera vocación, la de actor, por un lance accidentado con su buen amigo, Manuel Bueno, que lo dejó manco. No le gustaba ni un pelo el periodismo pero muchas de sus obras más significativas fueron escritas por entregas para los papeles. Un ser paradójico que apoyaba la revolución por el carlismo, y la república al tiempo que buscaba el reconocimiento de sus apellidos de abolengo con titulo aristocrático. A veces renegaba de su pertenencia a la llamada Generación del 98 y otras, se reafirmaba en el grupo. La  contradicción con barbas.

Darío Villanueva, gallego como él, y no sólo por eso, buen conocedor del personaje, ha escrito un largo prólogo, con estudio detallado, para la edición de la narrativa completa del de la barba de chivo (Rubén Darío dixit) que ha relanzado la editorial Espasa Calpe.

Al profesor Villanueva le preocupa colocar a Valle Inclán en el lugar de la literatura universal que le corresponde y que no está apartado del de Joyce, Faulkner, Hesse, Mann, Woolf, Huxley, entre otros. Da la impresión de que el encajonamiento de un alma inquieta y cambiante como la del autor de Romance de lobos, haya hecho un mal favor a su memoria.

Los que saben coinciden en destacar a Valle de entre sus compañeros de grupo generacional, con la excepción de Baroja. No sé. Unamuno tiene mucha miga pero a lo mejor tienen razón los que dicen que se ha quedado al margen a estas alturas. Me gustaría saber la opinión de Christopher Maurer, profesor de la Boston University y buen conocedor del escritor vasco. Como Azorín, Maeztu o Benavente. En todo caso, el grupo era muy heterogéneo y de calidad varia. Yo me quedo también con Antonio Machado.

Pero, a lo que íbamos. Ramón María del Valle-Inclán fue bastante culo inquieto y atravesó varias veces el charco para visitar muchos países hispanoamericanos, muchas veces en calidad de marido de la actriz Josefina Blanco: México, en primer lugar. Como tenía, al parecer, un carácter de bigotes, un tanto bronco y pendenciero, se las vio con el entonces presidente Porfirio Díaz, un primor como saco de corrupción. Luego vinieron otros países, Argentina, Uruguay...

Para Darío Villanueva, catedrático de Teoría Literaria y de Literatura Comparada, de la Universidad de Santiago, “la escritura de Valle es de gran actualidad” y no puede meterse en el mismo saco de otros coetáneos suyos por muy famosos que se hicieran entonces. Valle, por cierto, fue un furibundo crítico del teatro costumbrista de gran éxito, en sus tiempos, porque detestaba la vulgaridad y las cursilerías burguesas que tanto abundaban en esas piezas. No estuvo solo en esa batalla, pues tanto Unamuno como Azorín discutieron lo suyo en el mismo bando. Imaginen cómo pondrían al bueno de Jacinto Benavente.

Claro, con Valle pasa que su propia personalidad debió de ser arrolladora. Recuerdo aún –ahí va otra de mis batallitas- una conversación larga con el periodista de ABC, Luis Calvo, que se sabía montones de anécdotas de Valle y de otros. Muchas de ellas las había vivido en directo (Calvo había nacido en el año del Desastre, 1898). Imitaba el ceceo del autor de Romance de lobos como si lo hubiera estudiado a conciencia, y escenificaba las broncas que Valle liaba en el teatro, su gran afición, el amor de su vida, cuando la función le era particularmente antipática.

En fin, les confieso que hace años que no abro un libro de Valle Inclán, empujada por la curiosidad que me producen las riadas de libros que van saliendo constantemente. Pero esta llamada de atención del académico Villanueva me anima a darle otra ojeada a Tirano Banderas, novela precursora de los chivos y los patriarcas que luego se han escrito. O las bellas Sonatas, o el inacabado ciclo de Ruedo Ibérico. Será una simple cuestión de utilizar mejor el tiempo y perderlo menos en ruidosas riadas insignificantes.

6 Comments
  1. M.Estrella says

    Pues no sé lo qué tendrá que decir el profesor Maurer – que saber sabe – pero yo voy a enviar este artículo a Leda Schiavo, residente ahora en su Buenos Aires querido, pero una de las primeras autoridades en la obra de Valle Inclán. Claro que siendo ella mi poeta favorita actual, y cuentista, no le aconsejaría que perdiera su tiempo en «Valle inclan revisited» sino que nos mandara algo inédito de su propia cosecha. Pero conociendo su «gran amor» por el caballero de la triste barba no me extrañaría que algo dijera.

  2. Christopher Maurer says

    Un honor que me menciones. No he leído todavía la introducción de Darío Villanueva, que será excelente, pero me parece obvio que Valle-Inclán, como Kafka, tiene la gran, la rarísima distinción de haber inventado una nueva manera de ver el mundo, una nueva categoría estética. Se dice en inglés “Kafkaesque” o “Kafkian” en ciertas situaciones (esas palabras están en el Oxford English Dictionary) y una vez que uno ha captado la idea del esperpento, y de lo “esperpéntico”, resulta tan imprescindible como categoría de lo grotesco como las caricaturas de Quevedo o los caprichos de Goya. Y sí, ¡de gran actualidad! La originalidad, con barba y bigote, de Valle está, como la de Quevedo, en su lenguaje –Juan Ramón le llamó el primer fablistán de España, inventor de una “jerga total española”—y no sorprende que sea tan difícil de traducir. La escasa difusión en el extranjero de Quevedo (el año pasado salió una primera antología en inglés de sus poemas) o de Valle-Inclán (perenne pesadilla de los traductores; aquí todo el mundo sueña en sacar una buena traducción de Divinas palabras o de Los cuernos) no contradice su universalidad. Para mí, es, con Unamuno, el escritor más original de la España del siglo XX y no encuentro gratuita la comparación con Joyce.

  3. Elvira Huelbes says

    Un honor su visita a esta parada bloguera, profesor Maurer. Gracias por el docto comentario.
    Gracias, también, Estrella, por las buenas conexiones.

  4. Leda Schiavo says

    Grande entre los grandes

    Juan Calduch me envía un artículo periodístico en el que se recuerda la muerte de Valle-Inclán un 5 de enero de hace 75 años al mismo tiempo que Estrella Iglesias me remite un artículo de Elvira Huelbes aparecido en http://www.cuartopoder.es. Los textos tienen en común la controversia que siempre acompañó a Valle-Inclán. Vamos por partes.
    El primer artículo, publicado en El Mundo, cuenta el homenaje que recibió Valle-Inclán en su tierra, en su pedacito de tierra en el cementerio de Boisaca, donde quiso ser enterrado. Hace quince años pude ver su tumba, rodeada de valleinclanistas invitados por el gobierno a recorrer las tierras de Galicia inmortalizadas por él. Entonces, como ahora, según narra el periódico, hubo gallegos que reaccionaron porque Valle-Inclán no fue galleguista. El que dio a su tierra “la más alta categoría estética”, el que quiso que sus hijos nacieran allí, el que eligió morir y ser enterrado allí, el que escribió castellano con acento gallego, es discutido por necios y miopes que deberían quedarse mudos y reverenciarlo porque está claro que no pueden entenderlo.
    Valle-Inclán es un gallego universal. En el universo de las letras europeas hace años que lo está insertando Darío Villanueva, y lo vuelve a hacer en el prólogo a la nueva edición de Espasa-Calpe de la narrativa completa del autor. Elvira Huelbes, comentando el prólogo, se pregunta si realmente es Valle-Inclán un autor más importante que otros de su época, como Unamuno o Baroja y parece creer que colocar a Valle-Inclán en el olimpo de autores modernistas consagrados como Joyce, Faulkner, Hesse, Mann quizás haga un mal favor a su memoria. Creo que Elvira Huelbes se deja llevar por la crítica española ya superada que, durante la posguerra, ignoró el modernismo universal y ensalzó a una generación del 98 de supuestas virtudes castellanistas, una generación domesticada y en parte amordazada durante el franquismo. Era una crítica de catecismo para un país de catecismo, que dividió a los autores entre noventayochistas y modernistas sin tener en cuenta al gran movimiento universal que se llamó simbolismo y modernismo. En la actualidad la crítica ha superado esa falsa dicotomía reductora.
    Valle-Inclán es uno de los grandes modernistas europeos, con gran interés en lo americano. Tenía la mirada oblicua del humorismo celta. Fue un mago del idioma y se murió antes de la guerra para que no lo fusilaran, como dijo Castelao.

  5. Elvira Huelbes says

    Muchas gracias, Leda Schiavo, gran conocedora de Valle, por su entusiasmo. Prestaré mejor atención al gallego universal de ahora en adelante.

  6. jcaldu1 says

    Leda, Cristopher, Maria E, esto se parece al mítico 1750 UH…lo dejo aquí. Dos cosas: una de las contradicciones de la España de las autonomías es que tener que probar ya no tu nacionalidad si no tu territorialidad: Juan Marsé, Juan Goytisolo etc…no escriben en catalán, no existen para los círculos oficiales catalanes (Feria del Libro). Prof. Maurer, no cree ud. que la suerte de algunos escritores, grandes e imprescindibles como Valle, tienen su suerte ligada a la presencia internacional de la lengua en la que escriben o del país del que provienen?
    Feliz Año Nuevo a todos!

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