(Actualización de 31 de mayo)
Salió la verdad: los pepinos españoles no tienen la culpa. Pero ahora es tarde para subsanar los perjuicios de la huerta andaluza y del prestigio de los cultivos españoles, en general. ¿Por qué la canciller Merkel no telefoneó a su homólogo español para comunicarle la noticia? ¿Se habría producido este daño de haberlo hecho? ¿Objetará ahora que Alemania no puede pagar daños y perjuicios a España porque España está haciéndolo mal en la gestión de la crisis? Como decían en los tebeos por entregas, "continuará". Vaya si continuará.
Desde siempre, cuando pienso en Alemania, lo primero que se me viene a la cabeza es Beethoven, los Verdes, Heine y cosas así. No sé cómo pero logro dejar aparte aspectos menos agradables como Hitler, los nazis, los neonazis, los cabezas cuadradas y todos esos clichés tan descorteses.
Las autoridades alemanas, sin embargo, parecen tener sus clichés muy encallados cuando se refieren a España o, en general, al sur de Europa, ese envidiado territorio que tan a menudo invaden para colorearse la piel, reír a carcajada limpia, gran panza al aire, mientras ingieren galones de cerveza buena y barata. Vaya.
Hace unos días, detectaron una bacteria, una de esas terribles collis, que ha hecho enfermar a mucha gente y ha matado a catorce personas, por ahora. Antes de investigar, las sesudas y eficientes autoridades alemanas dieron a bombo y platillo la noticia de que la culpa es de unos pepinos españoles que han sido regados con aguas fecales, puag, han aventurado.
Sin tardanza, para que nadie le pise el scoop, la Agence France Press (AFP) ha divulgado la noticia: “los pepinos españoles matan”. Ya está. A cualquier cosa le llaman periodismo. La consecuencia, aparte de la rabia contenida de los agricultores, hasta la coronilla de tener que pagar ellos los prejuicios de los alemanes, es que millones de kilos de pepinos se echan a perder y con ellos los jornales y lo que conllevan. Como diría Forges, stupendo.
Vamos sabiendo, sin embargo, que todos los que han enfermado, holandeses e ingleses incluidos, lo han hecho por haber comido pepinos o lo que sea, pero en Alemania; una joven atleta vallisoletana que estaba compitiendo en Hamburgo ha ingresado en el hospital sin haber comido pepino alguno, según ha informado ella misma a RNE; alguien responsable (les ahorro nombres porque no parece que importen mucho) ha apuntado que los pepinos estaban ya en Alemania cuando fueron tratados de manera inadecuada. En otras palabras, falta de higiene alemana, cochinadas alemanas, ay, ay, ay. Parece que el periódico que ha dado antes la noticia es el Bild Zeitung, que, como se sabe, merece mucha credibilidad.
Todo esto viene a abundar sobre la afirmación, hace unas semanas, de la canciller Merkel que se quejaba de lo poco que trabajan los españoles y las muchas vacaciones que tienen, los muy ladinos, y que los alemanes no tienen porqué pagar a vagos. Sabemos ahora que los españoles trabajan más horas pero son menos productivos que los alemanes, eso también. Resulta que, hechas las cuentas, las vacaciones no superan a las alemanas. Esto parece una riña de gatos, algo realmente irritante. Una frase –no la repetiré textualmente porque no la recuerdo- de Frau Merkel, sin embargo, da para un divertido análisis freudiano: no vamos a pagar a quienes prefieren disfrutar de la vida sin apenas esforzarse, venía a decir. Acabáramos. El puritanismo del cura Lutero emerge a la que rascas un poco. Lucha de religiones, ¡otra vez!, con la de dinero que nos costó la broma cuando Felipe II.
Si el admirable alemán que fue Goethe levantara la cabeza, con lo que amaba la literatura española, especialmente a Calderón, se abochornaría bastante por la actitud de sus compatriotas. Por mi parte, prefiero creer que las aguas se reencauzarán sin más jarana, aunque la idea de Europa va mostrando cicatrices cada vez más indelebles.
También podemos esperar a la próxima ocurrencia de estas autoridades germanas tan dicharacheras, tan alejadas de esa otra imagen de Alemania, sesuda, formal, prudente. Cómo ha cambiado todo desde entonces, cuando quiera que fuera ese entonces.
De como afectan los pepinos a la prima de riesgo o como un pedo de Ángela cotiza en Wall Street. Globalización o efecto mariposa. Póntelo pónselo al pepino, no seas gorrino.
Al margen de la (nula) afinidad que pueda tener con «la Merkel», le suponía (a ella y sus adláteres) por alguien con más seriedad en su criterio. Pero últimamente está perdiendo muchos enteros (valga el símil bursátil).
A este paso me la imagino hablando tejano desde el rancho, con los pies sobre la mesa…
Soy alemán, un alemán total, soy descendiente de judíos alemanes y nosotros para esta chusma que malgobierna no contamos, aunque procedamos de la «zona oriental» como lo fué, como lo es la ¿señora? cancillera.
Los mafiosos fascistas que actualmente malgobiernan la todopoderosa Alemania, nos vienen a ordenar -organizar de forma autoritaria, habría que decir-, que, el resto de la Europa, la extramuros de la todopoderosa Alemania, debe someterse a los dictados de los, insisto, mafiosos -todopoderosos, he querido decir-, ladrones, -con todas las consecuencias-, lo digo.
Esta excelentísima podredumbre alemana caerá, como el resto de los de su estirpe, en los abismos más profundos. Ella y toda su chusma ultraderechista, como el maloliente Berluscini, ha de ir a los infernales abismos, por perversa, y por estúpida y engreída.
¡A la mierda!
Primero fueron los pepinos españoles, después no sé qué de no se donde, ahora, cancillera, tú o tus huestes diréis…
Teníais que participar en la caída de la izquierda en la Europa IZQUIERDISTA. ¡Mafia!
Ahí andais…, en ello os la jugais.
¿Habeis mirado a, por ejemplo, Italia?
¡Hacia esa dirección no os interesa mirar! ¿Verdad?
A la Merkel y a sus colegas sólo les interesa derrocar a gobiernos de izquierdas en la Europa Comunitaria…
A esos sociatas de España hay que echarlos a pepinazos…
A los griegos, ya caerán; los de Portugal, ya lo hemos conseguido, Irlanda…
¡avísale a tu amigo Hitler él sabría hacerlo prontamente…