El gran negocio de los pitufos

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Cartel de los Los Pitufos en 3D, la película.

Cuando la realidad abruma, como es el caso en estos tiempos que vivimos, hay una tendencia inconsciente en los medios de comunicación a embadurnar a la gente con falsas polémicas. No se trata de manipulación, ésta existe a todas horas, bajo todos los paisajes y condiciones, sino de una necesidad imperante, casi tiránica, en sumirse en lo falso fantástico para no caer de bruces ante la prosa del mundo, digámoslo en palabras de Hegel. La semana pasada, en los países francófonos de Europa -lo que equivale a decir Francia, Mónaco, la Bélgica valona y el cantón suizo de Ginebra- se armó una de esas falsas polémicas que como todas las falsas polémicas adquieren dimensiones poco previsibles, al modo de una bola de nieve de esas con que antaño nos regalaban los cómics y que arrasaban con todo a su paso. El caso es que salió a la venta un libro de Antoine Buéno, cuyo apellido denota su origen hispano, escritor, profesor de Ciencias Políticas, perteneciente al grupo centrista en el Senado francés y colaborador de Beyrou allá por el 2007, El pequeño libro azul (Le Petit Livre blue), en las ediciones Hors Collection, donde realiza un supuesto sesudo análisis sociológico de los pitufos, esos pequeños seres azules que viven en régimen casi de comuna desde que salieron a la luz a finales de los años cincuenta y que han marcado la infancia de alguna generación más joven que la mía, sobre todo en su versión televisiva.

Pues bien, Antoine Buéno concluye que los pitufos son fascistas, estalinistas y poseen claros gestos antisemitas. “Mi teoría”, ha explicado en una entrevista que concedió en el Senado la semana pasada, “es que los pitufos son el arquetipo de una utopía totalitaria impregnada de nazismo y estalinismo. Una utopía porque es una sociedad feliz, una colectividad sin dinero, en autarquía, estable. El factor comunista se encuentra en la colectivización, en la condena del dinero, en las grandes obras. También está para corroborarlo el uniforme rojo del gran pitufo. El componente nazi se explica por el racismo contra el pitufo negro y la cara de Gargamel, que recuerda las caricaturas antisemitas. Luego está el hecho de que se deja acompañar por un gato que se llama Asraël. También está el componente de la sublimación de la rubia pitufa”.

Lejos de oírse carcajadas hasta el desternille, lo que sería un síntoma de salud mental colectiva, la polémica en la prensa no ha hecho más que comenzar. Hay alguno que, muy serio, en L´Express, ha respondido al profesor Buéno diciendo que la nariz de Gargamel no es judía ni gentil sino un recurso típico en la iconografía con que se han representado a las brujas; otros, como La Tribune de Genéve, haciéndose eco de unas declaraciones del profesor Buéno en que arremetía contra la actitud de los pitufos ante los negros, “reduciéndolos al estado de seres primitivos” , mirándolos al modo “en que los colonizadores blancos miraban  a los negros en el siglo XIX, cosa que se explicaría por la actitud racista perseverante en los belgas -y ya se sabe que el creador de los pitufos, Peyo, era belga como Hergé, el creador de Tintin- hacen un estudio muy serio sobre el significado del color negro en nuestras representaciones del mal, llegando a relacionarlo con la idea de justicia. Y para corroborarlo traen a colación el uniforme nada menos que del Zorro. Asediado por tanta ciencia, el profesor Buéno, que se confiesa adicto a los pitufos por cuestiones generacionales, declaró el día después de la información aparecida en el diario ginebrino que no se toma muy en serio cuando compara al jefe de los pitufos con Stalin pero que habría que preguntarse por las ideologías que subyacen detrás de los dibujos animados sin explicar, por otro lado, la razón de que la cosa no deba extenderse, ya puestos, a los anuncios de televisión, a las películas de cine, a las letras de las canciones o al color de ciertos alimentos. A todo esto Thierry Cullford, hijo de Peyo, se ha sentido obligado ante tanto ruido mediático a declarar que su padre no era un hombre muy interesado en la política y que en los días de elecciones preguntaba a su esposa que era lo que debía votar. Por ahora, fin de la polémica.

¿Y los anglosajones? ¿Se han sentido tan concernidos ante las insinuaciones del profesor Buéno como sus colegas franceses? La respuesta no se ha hecho esperar: este mes de agosto se estrena en los Estados Unidos una película en tres dimensiones teniendo a los Pitufos como protagonistas. Una respuesta muy pragmática si se tiene en cuenta que para los norteamericanos los Pitufos fueron catalogados en su día como unos rojos contestatarios. La polémica, en fin, no carece de antecedentes: en el año 99 se cursaron sesudos seminarios en Francia y Bélgica sobre si Tintin era de izquierdas o de derechas y hace poco tiempo, en 2007 y 2009, un dirigente congoleño ha acudido a los tribunales en Bélgica y en Francia acusando al creador de Tintin de racista por la actitud contra los negros que se desprende del libro, Tintin en el Congo.

Cuando el sabio señala la luna el necio mira el dedo. En las aguas revueltas de la corrección política pescan los truhanes de siempre. Antoine Buéno, como tantos otros que le han precedido, y los que vendrán luego, intuyen lo que hay de ganancia en un mundo donde impera la vacuidad aceptada. Lo terrible del caso no es eso sino la sensación que no se le escapa a uno de que estas actitudes no esconden sólo cinismo sino que el propio protagonista de la cosa tiene que creérselo para que el circo funcione. Estos casos necesitan verosimilitud y siempre habrá quién se amolde a los modelos requeridos, como nuestro profesor de marras. La polémica ha estallado en Francia, no me atrevo a calificarla de intelectual aunque por allí así la definen. Lejos quedan aquellos tiempos, más mediáticos de lo que se cree, de las polémicas entre  Sartre y Camus, entre Beckett e Ionesco, entre los estructuralistas de Tel Quel. ¿Se tratará del mismo país?

3 Comments
  1. Camino says

    Madre mía como está el patio.

  2. Akampados says

    Tampoco nos reímos colectivamente cuando el PP llama racistas a Bildu mientras que ellos tienen como futuro alcalde de badfalona a un NAzi confeso que llega al puesto gracias a CIU. TRas la crisis viene el fascismo siempre y badalona ha puesto la primera piedra con el PP de supremo hacedor.

  3. Rubén says

    Ni un solo argumento en contra de las tesis de Buéno.

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