Las tertulias de los medios y el movimiento 15M

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Cartel de la acampada de Sol en una de las noches de lluvia, el pasado mes de mayo. / Efe

Desde mi privilegiada situación, observo como la falta de representación de quienes son tachados de violentos es, sin duda, el origen de los acontecimientos en las puertas del parlamento catalán, el pasado miércoles.

El movimiento 15 M  ha conseguido generar en mí un sentimiento cada vez más repetido.  Me planteo como ciudadana y como periodista si también yo, que tengo vivienda , pago hipoteca y realizo más de una actividad retribuida,  soy miembro de un sistema en el que los privilegios de unos impiden el acceso de otros a los más elementales derechos.

Y esta sensación cobra especial relevancia cuando, como periodista, analizo la función que desempeñan los distintos medios de comunicación en los repetidos debates que se realizan en las televisiones.

Es posible que, sin caer en la cuenta, se haya impedido a quienes luchan para evitar los recortes sociales, que imponen las políticas neoliberales que abandera el gobierno de la nación, los de las Comunidades Autónomas y los partidos que los sustentan, sentirse amparados en foros distintos a los de Internet . Cuando los medios de comunicación se empecinan en realzar las políticas de uno u otro partido, el PP o el PSOE,  se ahonda más en la situación que denuncia con vigor el movimiento del 15M.

Los debates dirigidos por unas u otras cadenas televisivas “afines” a uno u otro partido, o mejor dicho controladas por ellos, permiten a quienes participan desempeñar una labor informativa y de opinión que  les procura una retribución y el consiguiente bienestar que el “sistema” niega a muchos de los integrantes del movimiento  del 15 M .

Hemos de plantearnos si un sistema político, aunque sea una democracia pretendidamente avanzada como la que disfrutamos en España, puede permitir que más del diez por ciento de sus ciudadanos no puedan trabajar, casi cinco millones

Quizás debemos asumir, quienes disfrutamos del derecho a trabajar, que hemos de ser solidarios con los que no pueden hacerlo y repartir el trabajo entre todos, evitando pluriemplearnos en actividades diversas aunque afines, que surgen del disfrute de situaciones de privilegio consolidadas desde el sistema político frente al que ha de oponerse la ciudadanía mas comprometida.

El acorralamiento que sufren los más desfavorecidos, que han sido abandonados por aquéllos políticos que, dotados de autoridad a través de la urnas, entregan la soberanía  popular  a estamentos que sólo procuran el favor de sus integrantes, provoca, como no puede ser de otra manera, una ira en quienes,  engañados y defraudados, sufren las consecuencias de la deslealtad de sus representantes, “presuntamente legítimos”.

Cuando, pese a sus esfuerzos reformistas, sienten que el sistema político imperante, nuestra democracia, les hace caso omiso, convirtiendo sus más que legítimas expectativas en mera anécdota, cuando no, tratando de utilizarlas para reforzar el liderazgo generado por  la situación frente a la que se alzan, es impepinable que surjan situaciones como las vividas en las inmediaciones del parlamento catalán, que aunque mínimas deben hacernos reflexionar si quienes ya no tienen trabajo ni vivienda ni expectativas de un futuro digno pueden soportar, pacíficamente, sufrir recortes en la atención sanitaria, la educación  y seguramente “también la lluvia.”

4 Comments
  1. Rubén says

    No hay que proponer una igualación por abajo, sino por arriba. Por eso no se trata de que los políticos no vayan en business, sino de que podamos ir todos.

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