Parece el título de una novela de Robert Louis Stevenson o de G.K. Chesterton trufada ya con esos deliciosos elementos absurdos que hacen de su literatura algo único, pero no, se trata del titular más frecuente que a muchos colegas se les ha ocurrido tras la muerte de la cantante de soul, Amy Winehouse, que falleció el sábado pasado en su casa de Candem Town a consecuencia de alguna mezcla explosiva de sustancias. Cuando un artista muere, incluso si es una estrella del rock por lo que tiene esto de elementos puramente mediáticos, espurios a cualquier valoración de excelencia, lo menos que puede esperarse son discretos y dignos obituarios con alguna que otra dosis de exageración respecto a la valoración ulterior de su arte. Es lo obligado.
Pero en el caso de Amy Winehouse llama la atención la discreción con que se ha llevado todo el asunto de su muerte, la verdad es que con lo de los sucesos de Oslo hay ya niveles de morbosidad aceptables por un rato, aunque también es probable que haya influido en la cosa la comparecencia de Rupert Murdoch ante la comisión parlamentaria británica y el cierre de The News of the World, y la reiteración con que los colegas que se encargan de la música rock han insistido, con verdadera falta de imaginación, en la casualidad que ofrecen algunas cifras, en concreto el 27, en la conformación de la muerte de algunas estrellas del rock.
Bien es verdad que oyendo por radio o leyendo algún que otro diario donde se ofrecen estos datos abrumadores de correspondencias cargadas de fatum entre diversos músicos me temía lo peor, es decir, que alguno se descolgara apelando a alguna cifra mágica enlazándola con la excelencia de los susodichos cantantes o, todavía más, estableciendo alguna relación de marcada tendencia romántica entre el rock, el gesto romántico y la muerte temprana como elemento constitutivo del héroe, ya saben, para el ganador la victoria y para el héroe la leyenda. Pero no. Llegar a tales cosas revelaría, por un lado, un compromiso del colega con fuerzas ocultas que deberían estar en otra sección mediática, la de Iker Jiménez, por ejemplo, y, por otro, establecería una serie de saberes a que no todos llegan. No había que temer tanto. Quizá uno se había dejado influenciar por un cartel visto en la Puerta del Sol este fin de semana que portaba un grupo de manifestantes muy serio y donde se leía: “Astrólogos indignados, ya. La universidad nos niega el título”. No, no había que llegar a tanto. Sencillamente se han aprovechado de una casualidad un tanto tonta y han pasado el trámite del obituario con alguna satisfacción por no haber dado el convencional a que se tiene acostumbrado. La verdad es que dedicarse a ellos suele ser un tanto frustrante por lo que algunos se han agarrado a la cifra casual como si de un salvavidas se tratara en caso de naufragio. No seremos nosotros los que se lo reprocharemos.
El asunto consiste en que tanto Janis Joplin, aquella blanca que quiso ser ante todo Billie Holiday, como Jimi Hendrix, aquel guitarrista genial cuya carrera sólo duró cuatro años, como Brian Jones, aquella leyenda de los “Rolling Stones”, como Jim Morrison, el cantante de “The Doors” enterrado en un cementerio parisino con una inscripción en griego, como los héroes clásicos, como Kurt Cobain, de “Nirvana”, habían muerto a los 27 años , club a los que ahora se apunta Amy Winehouse, en una suerte de leyenda que sólo quieren aquellos a quienes les sirven este tipo de cosas y que son legión. Si a esto añadimos lo que se esconde detrás de estas leyendas cogidas por los pelos, la industria del cómic, de los libros, del cine agarrándose a una cifra tomada como mágica porque les ha ocurrido a unos músicos cuya coincidencia entre ellos ha sido el tener 27 años el día de su muerte y el talento artístico, y que espera pingües beneficios de ello, no podemos esperar otra cosa que aceptar la cosa y protestar con la boca pequeña ante tamaña discriminación, una discriminación de origen banal pero de consecuencias terribles.
Así, no hablemos del envenenado Robert Johnson, el genial cantante de blues, ni de Alan Wilson, de “Canned Head”, ni de Pigpen McKernan, de “Grateful Dead”, ni de Jeremy Ward, de “Mars Volta”, muertos todos ellos como manda la leyenda, en accidentes de coche, por exceso de barbitúricos, por sobredosis de heroína y que no tuvieron la suerte de morir recién cumplidos los 27, si no que algunos cómputos de tiempo rácanos han dejado en la estacada, como a Gram Parsons, un músico genialoide que murió en el 73 de un cóctel de morfina y de alcohol dos semanas antes de cumplir los 27, Nick Drake, muerto por sobredosis también a los 26, Otis Redding, un cantante por el que tuve pasión en mi adolescencia, muerto asimismo a los 26 años en un accidente de aviación, o el bajista de “Metallica”, Cliff Burton, muerto en accidente de coche a los 24 años, por no hablar de Brad Novell, de “Sublime”, muerto de sobredosis a los 28, habiendo pasado ya la edad fatídica, parece, este mismo Brad que cantaba cosas como Life is too short, so love the one you got.
Cabría esperar, no se puede esperar otra cosa de ello, que el tan manido Club de los 27, club que tiene ya más de treinta años y que espera cuan Parca chupadora que se muera otro buen músico a esa edad, nos regale por lo menos, en estas fechas de sequía estacional y de obligada escucha de la canción del verano, ese invento tan español, variadas audiciones de temas de estos músicos de excelente arte. Desde luego Rehab de Amy Winehouse, no hace falta ni decirlo, pero también Under My Thumb de los Rolling, o She de Gram Parsons, o People are Strange de Los Doors, y, aunque no quepa, Terraplane Blues de Robert Johnson, y dejo la lista aquí porque podría ser interminable. No caerá esa breva.
Cobain, con B
Esperemos que, al menos, sirva de ejemplo.
amy winehouse debería de estar con los suicidas como ian curtis, nomás k ella se llevó 6 años para hacer lo kel manchesteriano hizo en menos de 10 minutos. a su manera los 2 son un caso de abandono, de descuido por una industria que explota hasta el último centavo posible, aunque a veces maten a la gallina de los huevos de oro.
los 2 emanaban una gran energía, eso si amy más cercana a redding (x k será k duran tan poco los cantantes con esa vibra?) en fin descansen en paz