Danzar en la vertical

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Ofelia de Pablo

Un escalador, en las rocas de Calico Bassin, en el Parque de Red Rock Canyon (Nevada, EEUU). / © Ofelia de Pablo

Libertad, libertad, libertad... suave letanía que emerge lenta y dulcemente, desde el corazón, cuando tu cuerpo se eleva por las murallas de roca arenisca que salpican el Parque de Red Rock Canyon en Nevada. Es el inicio de una singular danza vertical. Hay muchos metros bajo tus pies, hasta el suelo... hasta la realidad –ese mundo al que tu ya no perteneces desde que te atas a la cuerda- y ante ti, hacia arriba, intensidad, vida y un cielo amplio, eterno...

Desconectas. Tu espacio se reduce al aquí y ahora. Aprendes a sentir cada milímetro de ti, desde la punta de los dedos hasta la de tus pies, embutidos en los pies de gato. Comienza la búsqueda de tu yo, de tu límite, es tu juego, tu desafío. Tientas a la gravedad a cada paso colgando de esta roca anaranjada poblada de pequeños agujeritos y salientes –regletas- donde deslizar tus dedos. Subir, subir...

Sólo existe el sonido de tu respiración -al límite- mezclada con el olor a desierto. Nada y todo en la piel. De fondo intuyes mil cantos de pájaros diferentes, están ahí y te recuerdan que no estás sólo. Respiras hondo. Y sobre ti, a pocos metros, un águila juega a desconcentrar tu mirada, te invade el ansia y el deseo... ¡quién tuviera alas! El sudor empapa suavemente tu piel y el espíritu te empuja a continuar hacia arriba.

Bailas con las montañas, con el aire, con la naturaleza. Tejes un ritmo sensual cuando tus manos acarician la roca buscando las rugosidades, juegas a mimar la pared, te abrazas a sus cavidades buscando tu propio equilibrio... el del cuerpo y el de tu alma.

Aquella lagartija se acerca, corretea a tu lado, te mira y continúa ascendiendo indiferente a tus limitaciones. Parece invitarte a seguirla, te dice ¡corre, juega conmigo! Tú sientes de golpe todo el peso de la cuerda –pequeño cordón umbilical- que te une como una cometa a tierra y sueñas con perder la condición humana, fundirte en el medio y dejarte llevar. Mezcla de ave y reptil que añora mecerse entre las grietas, contemplar el mundo desde lo más alto. Deseas liberarte de este arnés anudado a tu cuerpo, de los mosquetones con los que te anclas a la pared para no caer en el vacío o de la bolsa de magnesio. Desatar todos los elementos que te unen a tu pequeño universo de allá abajo y correr, saltar, volar sobre las murallas de la tierra...

Sin darte cuenta estás cada vez más arriba, allá en lo alto, el paisaje a tu alrededor empieza a cambiar. Todo se ve más pequeño hacia abajo. Un cosquilleo te invade ¿estoy subiendo? No te lo crees pero estás arriba... El espectáculo desborda tus sentidos. La tierra es ahora cien veces más bonita tan sólo porque tú has sido capaz de llegar hasta allá arriba para contemplarla.

Datos prácticos: A tan solo 32 kilómetros de los casinos de Las Vegas se encuentran las elegantes formaciones rocosas de intenso color rojizo de Red Rocks. En el área se practica, además de la escalada, el senderismo y la bicicleta, y hay rutas a caballo. Más información en www.redrockcanyonlv.org
3 Comments
  1. FRANCISCO PLAZA PIERI says

    Siempre, desde niño, me llamó la atención el arrojo de un trapecista en plena evolución, pero, pensaba yo, bueno, si se cae tiene la red que lo salva de un posible batacazo.
    De estos aventureros que se deslizan cuesta arriba en esas inhospitas paredes, colgados de unos fragilísimos cordeles, y ¡hala, hasta el cielo, y más allá…!
    No se si, en un acto de increíble credulidad se encomendaran al del vaticano, sí a ese compatriota mío que ahora va a venir a jorovarnos un poco.
    Desde la comodidad de mi mesa de trabajo le deseo el mejor de los viajes… ¡no, hablaba ahora del intrépido escalador de esa hermosa fotografía…!

  2. FRANCISCO PLAZA PIERI says

    joroba, joroba, joroba, bueno, ya.

  3. Ofelia says

    Hola Francisco, muchas gracias por tu comentario. Cierto que desafiar a la gravedad es un ejercicio fascinante!! yo también lo practico y me temo que eso de encomendarse al Vaticano no serviría de mucho :). Casi mejor confiar en uno mismo. Un saludo. Ofelia

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