Agosto beato

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'El Descendimiento', de Caravaggio, cedido por El Vaticano a El Prado para la exposición 'La palabra hecha imagen. Retratos de Cristo'. / muesodelprado.es

Fijémonos en los símbolos que nos acercan tanto a  las metáforas, componente ineludible de  cualquier historia. Agosto siempre fue un mes un tanto dionisiaco, incluso en la larga noche de piedra del Régimen, empleemos una metáfora de la izquierda antifranquista de hace muchos, muchos años, donde Madrid se parecía un poco a Baden Baden y los rodríguez con posibles se paseaban somnolientos y ansiosos por Pasapoga mientras en secreto se acordaban de su santa. Un Dionisos un tanto peculiar, hay que reconocerlo, pero también lo era la sangría y la inefable paella de chiringuito, y no nos andamos con tanto miramiento a la hora de criticarlos. Digo, Agosto es un mes esencialmente proclive al fauno, y marzo, incluso abril, se nos fijó en el imaginario como meses tan revueltos que hasta era posible que se diera hasta una semana donde sólo se escuchaba música clásica y en los cines sólo reponían peplums, término que indica películas de romanos, y alguna que otra de tiempos más actuales pero igualmente elevadas. Todo esto pertenece, felizmente, al pasado, pero lo que está empezando a suceder en Madrid este mes de agosto recuerda, con la brutal contundencia del tiempo ido, días infelices vividos en adolescencias improbables, para los no creyentes, claro, mientras a nuestro alrededor las instituciones se visten por unos días con los ropajes del incienso de las enseñas blancas y doradas del Vaticano.

Que Benedicto XVI nos visita en la semana del 16 al 21 de agosto en Madrid es ya sabido desde hace meses, que en esos días se va a celebrar la Jornada Mundial de la Juventud, sin especificar católica, también lo es, y la polémica sobre los gastos que va a generar la cosa, pues también, en un vaivén entre los que piensan que no es de recibo que se gaste peculio público, sobre todo en policías, diez mil agentes,  y los que creen, aquí creer es una condición esencial, que la visita traerá consigo una cornucopia para el sector turístico madrileño. A lo que no se ha dado tanta publicidad es a los actos culturales que se van a celebrar en Madrid  donde hay previsto, eso sí, en un escenario muy moderno, la Sala Roja de los Teatros del Canal, el edificio de Juan Navarro Baldeweg, la representación de un auto sacramental, Año Santo en Madrid, de Pedro Calderón de la Barca, una rareza, pues hace 400 años que no se ha vuelto a representar, y que gira alrededor de una trama que parece escogida para la ocasión pues trata de un peregrino que viene a Madrid a lavar sus pecados, y sendas exposiciones de dos de los museos más emblemáticos de España, de la de siempre, el Prado, y de la moderna, la que se inicia después de la transición, el Thyssen, que ha habilitado la sala Contexto para exponer Encuentros. Escenas religiosas de los siglos XIV al XVIII con obras de Durero, Jan Brueghel, Il Guercino o Giovanni Paolo Panini, Por su parte nuestro primer Museo, que siempre juega con una brutal ventaja, organiza -según el diario El País fue idea de la entonces vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega-,  La palabra hecha imagen. Pinturas de Cristo en el Museo del Prado, cuyo título lo dice todo, y donde se expondrán El descendimiento, de Caravaggio, cedido por el Vaticano,  el Agnus Dei, de Zurbarán, cuadros de la Pasión pintados por van der Weyden y, por supuesto, La crucifixión, de Velázquez, que es el titulo justo para el esplendoroso Cristo del que Unamuno intuyó un cosmos. Para completar tan didáctico paseo de manos del arte, esta vez el séptimo, el barrio de Chamberí, es decir, en la calle Fuencarral y aledaños, el día 17 de agosto, que es día del espectador, se ofrecerán en los Cines Roxy A y Roxy B, Proyecciones, Palafox y Paz, películas de contenido religioso, algunas excelentes, como De dioses y hombres, de Xavier Beauvois, Premio del Jurado de Cannes en 2010, y otras de las que tenemos pocas noticias, como la finlandesa Cartas al padre Jacob, película de 2009 donde se nos narra la relación entre una exconvicta y un párroco. Hay, asimismo, pensada una exposición fotográfica, amén de un sofisticado dispositivo tecnológico para que los jóvenes peregrinos no se pierdan evento alguno mediante sus tabletas, IPads y demás gadgets de última generación.

Pero para que todo transcurra en paz y armonía, sin eco alguno de disonancia, ya se sabe que agosto es un mes del que poco hay que fiarse pues el fauno acecha, hay que borrar cualquier vestigio perturbador. A las autoridades lo de la proyectada manifestación anti-Papa debe atragantárseles, pero mientras tanto se dedican a hacer limpieza. Hay que cambiar las tiendas, que denotan mal rollo, de los indignados por la de de los acampados peregrinos, en un cambio semántico que me recuerda aquellos carteles del metro donde se reservaba asientos a caballeros mutilados, no a jodidos cojos, dando a entender que eran asientos para antiguos combatientes nacionales. Para ello se han puesto en faena y la policía ha blindado la Puerta del Sol, por emblemática, y ha desalojado a  los acampados indignados allí establecidos, igual que los del Paseo del Prado, estos en ambiente mucho más idílico, entre plátanos enormes y fuentes rumorosas y el Thyssen enfrente.

Agosto es mes propicio al fauno por naturaleza, pero parece que algunos nos quieren imponer penitencia no deseada. Es verdad que ante casos así nadie está obligado ni siquiera a ver los informativos que nos machacarán con cualquier detalle papal, desde un remolino de aire no previsto a los actos del previsible y medido protocolo; es verdad que nadie obliga a ello, pero también es verdad que sustraerse al ambiente es también un acto de voluntad que implica cierta violencia, algo que nos ocurre todos lo días, tampoco hay que exagerar.

Lo que es más sutil, más imperecedero también, más indeleble, es el aire beato que se respira estos días en Madrid, no en el común de los mortales que pasea, trabaja, va al mercado o a la piscina y se toma un helado a la caída de la tarde, por suerte, sino en las instituciones a las que parece que a veces se le han otorgado vacaciones morales. Milosz, el gran poeta polaco, afirma en un verso célebre y bello que cortarán las manos a aquellos que se preocupen de la res publica. Es la pesadilla de la historia. Beato agosto.

1 Comment
  1. FRANCISCO PLAZA PIERI says

    Sólo a un acto he decidido acudir y lo haré dándole la espalda al ‘tunante actuante’.
    Nada me interesa lo que allá se cueza. Nada.
    He pensado responder, si alguien me advirtiese de mi error orientativo: lo siento, es que no hay suficiente luz en esa dirección que usted me indica que guíe mi necesidad de ver…
    No, en absoluto irradian luz ni confianza estos papas, cardenales, obispos, curas y demás sujetos.
    De mis orígenes judíos nada tengo y de estos en los que, a la fuerza me maleducaron, de estos nada de nada.
    ¡Todas las religiones no son sino un comecocos de lo que viven a lo grande unos listos!

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