Hundir la libertad bajo el velo

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Ofelia de Pablo

Una mujer embutida en su chador juega a las cartas en una terraza de un café de El Cairo (Egipto). / © Ofelia de Pablo y Javier Zurita

Bajo la capa de los problemas políticos que convulsiona al país que ha dejado Mubarak subyace una corriente fundamentalista religiosa que ha ido creciendo a lo largo de los últimos cinco años. El porcentaje de las ablaciones ha aumentado así como la imposición del velo. Las mujeres son una vez más las víctimas y sus testimonios son la prueba de su sufrimiento.

Hace menos de cinco años, en la ciudad más cosmopolita de África -con sus 22 millones de almas y su efervescente sector turístico- las mujeres se jactaban de ser cada vez más libres. Creían que poco a poco podrían cambiar esta sociedad donde la desigualdad de derechos entre hombre y mujeres es un hecho. Nada más lejos de la realidad. En el la galería de arte The Townhouse Gallery nos recibe Shayma Kamel, una de las pintoras vanguardistas del momento y nos relata con un gesto de dolor que “las cosas han cambiado mucho en los últimos años, pero para peor. Mi abuela era mucho más libre que nosotras ahora” En sus cuadros Shayma reflejada su angustia por un futuro que cada vez ve más oscuro: “La represión, disfrazada de religión, que se ejerce contra las mujeres, es terrible. En mis cuadros muestro el sufrimiento de todas esas mujeres que jamás podrán expresarse, a las que han ocultado su rostro bajo un velo negro y con él han hundido su libertad”.

Otras jóvenes no tienen la suerte de Shayma, que vive por su cuenta, y están sometidas al yugo masculino (padre, hermano o marido) que las obliga no solo a llevar el velo sino a vestir con una túnica hasta los pies, el rostro cubierto, las manos y los pies ocultos y a veces hasta un pequeña gasa oscura sobre los ojos que no muestre su mirada. “Esto no lo dice el Corán” -señala Nagwa Shoeb, directora general del SWIPM-, “esto –añade- es un reflejo del auge de un fundamentalismo que es ajeno a nuestra cultura”. Su mirada se eleva hacia el cielo cuando exclama: “antes era muy difícil ver a una mujer bajo esta especie de burka negro que visten. Las pocas que se veían eran extrajeras. Se está atacando a sus derechos fundamentales y nadie hace nada por evitarlo”. Desde su asociación luchan por defender a las mujeres de estos abusos que, según Nagwa, no terminan en la vestimenta. “Dentro del hogar hay, además, maltrato físico, violaciones y hasta mutilación genital. La ablación, a pesar de estar prohibida legalmente, se sigue practicando ante la permisividad de la sociedad”, denuncia.

Shoeb se muestra pesimista antes los acontecimientos que sacuden al mundo: “La esperanza está en los jóvenes, ellos tienen las herramientas para cambiar las cosas mientras que las mujeres de las generaciones anteriores ya han aprendido a vivir con estos abusos”.

En las calles estos días se grita por la libertad, la democracia y la justicia pero la realidad es que Egipto es un país donde la igual entre hombre y mujeres no existe. Nawal al Saadawi, fundadora de la Asociación de Solidaridad de las Mujeres Árabes y antigua ministra de sanidad de Egipto, simboliza la lucha contra la opresión de la mujer en Egipto: “se está usando a Dios para oprimir a las mujeres y a los pobres. Vivimos en la selva y tenemos que luchar en contra de ello”.

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