Qué tendrá la cultura que a tantos tienta

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El Centro Niemeyer, de noche. / centroniemeyer.org

Se ha montado un buen revuelo con la gestión del Centro Niemeyer, de Avilés, dirigido por el autodidacta Natalio Grueso que denuncia al gobierno de Asturias por acoso y derribo. Ahora, acabado su mandato, el centro permanece al ralentí a la espera de nueva programación. Breve historia para situar el embrollo. Oscar Niemeyer, premio Príncipe de Asturias, regala al Principado el proyecto del citado centro cultural destinado a dar vida a la ría de Avilés, más roñosa y devastada que Berlín tras la segunda guerra europea. Putrefacta, diría García Lorca. Se aprueba la construcción del centro y revolotean los negocios y negociantes en busca de las mejores posiciones para el pelotazo urbanístico que se presenta, según interpretan –o quizás saben de buena tinta- algunos asturianos. Hasta aquí, normal, como el anuncio ministerial de los niños españoles que se ponen tibios de maría.

Se crea una fundación, con sus patronos y toda la pesca y la cosa va funcionando hasta que el gobierno de Asturias cambia de manos, hace unos meses, ya que tanto la alcaldesa como los de antes militaban en la actual oposición. Resultado: el nuevo gobierno dice que el centro ha despilfarrado dinero y reclama una auditoría. La alcaldesa recuerda que ya ha habido cinco pero que vale. Natalio Grueso advierte que eso es insultante y que va a demandar al gobierno del Principado que tendrá que pagar  cifras multimillonarias. Grueso, que acaba de rendir una visita a la ONU, el pasado jueves, 15, para celebrar los 104 años que cumple el arquitecto brasileño, es un hombre muy cosmopolita. Único miembro español en el Foro Mundial de Diplomacia Cultural que tiene dos sedes: Austen (EEUU) y París, y que consta entre sus miembros con la ex Secretaria de Estado norteamericana Magdaleine Albright. Además, anduvo consiguiendo en Nueva York sus buenos contactos que luego han ido pasando por el Niemayer. Entretanto, el pueblo soberano, a esperar a ver qué pasa.

El consejero de Cultura del gobierno de Asturias, de Foro Asturias, el partido de Alvarez Cascos, ha comparecido ante el pleno de la junta general del Principado [en el vídeo], con escasos resultados informativos, a excepción del hecho de que las autoridades políticas quieren que se llame Centro Cultural Internacional Avilés, con un añadido debajo que diga “Obra de Oscar Niemeyer”, si es que se lo permite el Patronato, integrado aún por los anteriores gestores.

[youtube width="610" height="340"]http://www.youtube.com/watch?v=tLPzksCh748&feature=youtu.be[/youtube]

El consejero Marcos Vallaure, estuvo hábil enredando perífrasis autocircundantes con terminaciones algo churriguerescas que han causado gran frustración en los demandantes de información –del PP y del PSOE-, pero que no han convencido a nadie. Ha repetido que hasta que el citado Patronato se forme y el gobierno asturiano sepa cuál es su parte, no habrá decisiones sobre el Niemayer, ni programación cultural, ni nada. En lo que sí ha insistido es en que la exposición de un escultor que se llama Gabarrón es una kk de la vaca (no lo dijo en estos términos). Juzguen por ustedes mismos.

Cada uno con sus peculiaridades propias, otros megaproyectos han sido también criticados por su coste elevadísimo. La ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia,  por ejemplo. O la Ciudad de la Cultura, de Galicia, un espectacular proyecto de Eisenman, que a muchos gallegos parece un despropósito por su alto precio. La epidemia, si quieren llamarla así, la inició el Guggenheim, de Gheri, en Bilbao. Se ha criticado mucho que la obra de arte en sí era la carcasa del museo y no lo que contenía esa ballena de acero tan espectacular.

Mientras este asunto esté por aclararse, habrá opiniones para todos los gustos, por eso, me guardaré de dar ninguna. Lo que pasa es que volvemos al ritornello de la cultura en manos políticas. Y es que cada una –cultura y política- deberían dormir en su casita sin molestarse mutuamente. Pero, si se continúa colocando en los centros de cultura a militantes o votantes declarados de tal o cual partido seguiremos dando tumbos.

Otro caso es el del CCCB (Centro Cultural Contemporáneo de Barcelona), cuyo director, Josep Ramoneda, ha sido invitado gentilmente –es un decir- a abandonar su puesto. He seguido algunas programaciones del CCCB y me han parecido interesantes. Desconozco si Ramoneda también era un gastón o si hay razones ocultas en su cese que no sean simplemente la de chinchar a CIU que es quien manda ahora.

Y, como hemos dejado al pueblo soberano boquiabierto por la perplejidad, dejo un desideratum prenavideño: ojalá un día se logre en España que si un centro de cultura funciona correctamente, no hay corrupción entre sus administradores y está dando un fruto beneficioso a la sociedad y a la gente que quiere desasnarse en general, este centro continúe su labor con el mismo equipo, cambie de color la política de los gobiernos o no. Supongo que habrá que empezar porque no se nombren directores entre las gentes militantes o agradecidas, o por favores pagados etc. O qué.

3 Comments
  1. Ponce says

    El sr. Blogsfero, como todo el mundo sabe en Asturias, es el Viceconsejero de Infraestructuras del gobierno de Cascos. Todo lo que dice sobre este asunto es interesado y de parte. El Blog «El comentariotv/escandalera» es de su creación y utilizado por Foro Asturias o FAC para su propaganda. No recomiendo a una publicación seria como la suya cuelgue enlaces a este «medio», se devalúa seriamente.

  2. Elvira Huelbes says

    Agradezco la información, Ponce; con esta aclaración cobra valor la muestra de variedad de opiniones.

  3. juan2 says

    Mucha gente de izquierdas en Asturias también está harta de la manipulación de este tema y no quiere que cuatro progres que no han dado palo al agua en su vida estén ganando más de 4000 euros limpios al mes por evangelizarles culturalmente, y viajando en primera allá donde quieren a gastos pagados.
    Jamás votaré a Cascos pero le agradezco lo que está haciendo para limpiar el Niemeyer, que estos 4 se lo querían quedar 50 años, y seguir pidiendo subvención para sus emolumentos.

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