Cuento sobre la emigración dedicado a Merkel

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Que nadie nos venda la burra de las virtudes de la emigración, porque quienes a lo largo de la Historia han tenido que coger sus maletas para buscarse la vida en otras tierras lo han hecho porque no tenían más narices, e imaginamos que a la mayoría le ha supuesto hondas fracturas vitales. Dicho esto podemos hablar también de identidad, de integración y de conflictos generacionales, e incluso ir al cine a ver Almanya, bienvenido a Alemania y echarnos unas risas y unas lágrimas alrededor de estos conceptos.

Las hermanas Yasemin y Nesrin Samdereli, responsables del guión y la dirección de esta película, plantean a partir de su propia historia personal un relato sobre la inmigración Turca a Alemania en los años sesenta y lo que ha significado para cuatro generaciones de una misma familia procedente de Anatolia, centrándose en el abuelo y protagonista, quien tras recibir la ciudadanía alemana propone para las vacaciones hacer un viaje a Turquía con toda la familia.

Con el recurso narrativo a varios flash back, las hermanas Samdereli hacen que durante ese viaje que ninguno quería hacer, la nieta mayor vaya contando al más pequeño un cuento sobre su propia familia para que entienda los problemas de integración que todavía se le presentan con cinco años, habiendo pasado más de cuatro décadas desde que llegó el abuelo como trabajador invitado, para contribuir al desarrollismo alemán.

Con tono complaciente, apuntes surrealistas, bastante sentido del humor alrededor de los tópicos y ninguna intención crítica, la película suele mantenerse la mayor parte del tiempo en el terreno de la comedia costumbrista, aunque asciende en ocasiones al terreno del lirismo y la emoción y se puedan adivinar en lectura más profunda los dramas personales y los conflictos de identidad de esta familia de emigrantes turcos.

Estéticamente Almanya es una película correcta y bien rodada, que incluye imágenes bucólicas de Anatolia –en realidad son de Alemania por cuestiones presupuestarias, no olvidemos que estamos ante cine independiente-, otras envejecidas para añadir un matiz histórico-realista y hasta noticiarios de una condescendiente Angela Merkel, encantada con los inmigrantes de su país, suponemos porque estaba en periodo electoral.

Almanya se inscribe en la línea de otras cintas similares creadas por realizadores alemanes hijos de la inmigración turca, que encuentran en el cine en general, y en la comedia en particular, la manera de procesar su desarraigo, sus conflictos de identidad o sus problemas intergeneracionales, tales como Soul Kitchen, de Fatih Akin, o Kebab Conection, de Anno Saul.

Hace unos días nos quejábamos aquí de padecer un sentimiento trágico de la vida porque no entendíamos que se hiciera risa del drama de un tetrapléjico rico y su cuidador inmigrante africano en la Francia de hoy, ahora nos contradecimos y afirmamos que Almanya resulta entretenida, divertida y emocionante a ratos; siempre que dejemos de lado el componente político y hagamos un análisis tan sólo humano, centrándonos en el lema de la película, que resume una frase grandilocuente del narrador: “cada uno somos la suma de todo lo que ocurrió antes de nosotros y de lo que vino después con las propias actuaciones”.

Aunque desde luego nos sigamos preguntando si la emigración es una solución deseable para prosperar. Sobre todo teniendo en cuenta los vaivenes de localización de la riqueza, que no de su propiedad, atendiendo a dos titulares de prensa del mismo medio separados cinco años, en uno se afirmaba que España era el segundo país del mundo en recibir emigrantes  y cinco años más tarde que la emigración española aumenta un 22% por la crisis.

Algunos logran integrarse y hasta hacer películas, otros no lo consiguen y han de volver a su país con el rabo entre las piernas o vagar por el mundo civilizado como parias. ¿Emigrar es mejorar? Mejorar sería que dejaran de intentar llegar a nuestras costas los más pobres de África y que nosotros dejásemos de sacar billetes de turista en Air Berlín o Lufthansa. Paradójica contradicción histórica y social que ya anticipó Calderón en un poema sobre dos sabios y unas hierbas.

No sé por qué al poner el punto final me viene a la memoria una reflexión del insigne economista Paul Samuelson dirigida a los países que iban a formar la moneda única: "Van a meterse ustedes en la cama con un gorila. Que tengan suerte". Y este gorila no para de sacar pecho y de comer. Y encima ahora le gustan los trabajadores españoles.  ¿Será que en Alemania vuelve a haber elecciones?

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