El padre de El Víbora ha muerto

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Fotografía de febrero de 2004 del editor Josep María Berenguer (a la izquierda, en la fila superior) junto con parte del equipo de redacción de 'El Víbora'. / Toni Garriga (Efe)

Josep María Berenguer ha ido a morir el 23 de abril, uniéndose en la fecha a la desaparición oficial de Cervantes. Dos clásicos, cada uno en lo suyo. Para los que nos educamos en la historieta como lectores, aunque ya estuviéramos creciditos cuando Berenguer hacía de las suyas, es una pérdida sentida y llorada.

Su entusiasmo por la contracultura americana que nadaba en la abundancia de la prensa underground, los comix, las ocurrencias de Jack Kerouac, la poesía  de Allen Gingsberg  y los cuelgues hippies -todo lo que ahora viene a meterse dentro del saco de la contracultura-, a punto estuvo de explotarle dentro por no saber cómo darlo a conocer en España.

Suerte de toparse con el gran Josep Toutain,  de quien era vecino en el barrio barcelonés de La Floresta, donde ya había un grupo de inquietos haciendo de las suyas. Corrían los años setenta, Berenguer estaba en paro, con sus estudios de Bellas Artes acabados, tirando a base de trabajillos alimenticios y de la revista de la asociación de vecinos, que se llamaba El Enterao, todo un propósito.

Qué tiempos aquellos de las asociaciones de vecinos. Dicen que se las cargó Felipe, pero igual es un bulo. El caso es que, desde que pasó la beautiful people de la política española, en aquellos 80 y 90, no ha quedado ni la pelusa de esas asociaciones tan vivas: aquello sí que era sociedad civil. A lo que íbamos.

En El Enterao, los dos vecinos llegaron a trabajar juntos: Berenguer hacía los monos y Toutain metía el rollo. Además éste último ya editaba historietas, como la mítica Tótem;  su labor fue fundamental para el auge del cómic español y muchos de los mejores dibujantes y creadores de historietas le deben el haber salido adelante. El caso es que le prestó dinero a Berenguer para que hiciera una historieta y éste sacó El Víbora, que pasó a integrar la sección más cutre, junto a Makoki,  de las cosas que sacaba la editorial Toutain. De lo más arrastrao. Todo bastante testosteronado, by the way. Muchas veces, genial.

Primer ejemplar de 'El Víbora'.

Berenger convocó en El Víbora a autores que empezaban a dibujar en el submundo, gente underground como Gallardo, Mediavilla, Max, Montesol, Martí, Nazario, Alfredo Pons, Roger y Sento, entre otros impresentables (dicho sea con la mayor admiración). Y dio a conocer la obra de autores de fuera como los estadounidenses Robert CrumbGilbert Shelton y los hermanos Jaime y Beto Hernández, el francés Martin Veyron y muchos más.

Sobre todo, fue capaz de contagiar su entusiasmo contracultural al caldo de cultivo que estaba fraguando en la Barcelonade los 70, desde hacía más de diez años, el de los enfants terribles de la literatura, la arquitectura, la música y el cine.

El Víbora sobrevivió más de un cuarto de siglo, publicado en Ediciones La Cúpula, y en su mejor momento llegó a tirar más de 40.000 ejemplares. El dibujante Miguel Gallardo, de los históricos de El Víbora, ha declarado que Josep Maria Berenguer fue "el aglutinador de toda una generación de dibujantes de diferentes escuelas españolas, de Cataluña, Madrid y Valencia, a los que dio un portal para que pudiéramos desarrollarnos como profesionales". Que nos van dejando solos.

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