El hombre que susurraba a los ángeles

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Detalle de Elohim crea a Adán (1795-c.-1805), obra de William Blake expuesta en Caixa Fórum. / Wikipedia

Hubo un tiempo a caballo entre los siglos XVIII y XIX en que en Londres uno podía toparse con ángeles, del mismo modo y en los mismos sitios en que, cien años después, vagaban montones de fantasmas convocados por sesiones de espiritismo, en los que Arthur Conan Doyle tomaba notas con detenimiento científico. Swedenborg, el místico sueco, dejó notas impresionantes de sus huellas por los techos londinenses bajo forma de ruidos, pero fue William Blake el que los mimó, los dibujó, los inventó en cierta forma para la Modernidad, otorgándoles unos rasgos más angulosos, esa cualidad terrible con que Rainer Maria Rilke  los definió.  Los ángeles se pusieron de moda hace pocos años, antes de que los vampiros tomasen carta definitivamente en el asunto vale decir, el cine y las teleseries, y los ángeles han quedado, de nuevo, arrumbados a servir de materia a la cultura más elevada, a los filmes de Win Wenders y a las exposiciones de arte. Y aquí William Blake es el rey indiscutible, después de casi doscientos años. La razón: les otorgó luz.

La semana pasada se inauguró en Caixa Forum Madrid, la retrospectiva William Blake (1757-1827).Visiones en el arte británico, que recoge, gracias a la colaboración del Tate Britain Museum, la muestra más exhaustiva que se ha podido ver de este artista en España, más de 100 piezas, 74 de ellas obras del propio Blake en forma de grabados, acuarelas, dibujos, óleos… y las restantes, unas 30 de artistas británicos influidos por su legado. Me acerqué este fin de semana a visitar la exposición y quedé anonadado, y un poco incómodo, por la afluencia de público que llenaba, literalmente, el aforo y dejaba a los rezagados definitivamente relegados a contemplar los jardines rampantes de la entrada, tan fotografiados por los turistas. Sin embargo no creo que la razón de ese éxito tenga que ver con lo que dijo Alison Smith, comisaria de la muestra, que presentó a nuestro Blake como un icono contracultural. Tengo que decir que, mientras contemplaba esas visiones convertidas en líneas, porque este es en verdad el arte de Blake, me acordé de un libro de Rafael Alberti, Sobre los ángeles, y recordé algunos versos de ese bellísimo poemario, Paraiso perdido/perdido por buscarte/Yo/ sin luz para siempre… que pertenece a una tradición angélica más latina, más apegada a la visión barroca y con cuya tradición estaría más de acuerdo un poeta como T. S. Eliot que si reprochaba algo a Blake fue esa libertad que, según él, iba en detrimento de la forma.

El que uniera el poemario de Alberti a las visiones de Blake no deja de ser sorprendente pero sólo en parte. Hay correspondencias que sólo una época como la nuestra, que lima asperezas teológicas y formales, es capaz de percibir. Por otro lado, lo expuesto sigue teniendo una vigencia estética digna de ser estudiada a fondo y que la afluencia de público, se podía achacar al turismo veraniego pero la explicación no lo agota, parecía afirmar. Desde luego la fuerza de las imágenes, la pasión por la línea, Blake es un dibujante soberbio, que le acerca al tiranismo de Miguel Ángel no sólo por lo masivo de sus figuras sino también por el uso narrativo que hace de ellas, pero también la gravedad que es deudora de Alberto Durero y el gusto armónico de esas caras, tan próximas al ejemplo de Rafael, al que otorgó una leyenda canónica que llega hasta nuestros días y que pasa por la influencia que el propio Blake tuvo en el origen del movimiento prerrafaelita, tradición que hasta hoy día era incuestionable y que exposiciones como la que se exhibe aún en el Prado quieren ayudar a destruir. Todo esto es indiscutible, pero también existe un lado temático, narrativo, que apasiona al público porque está en nuestros orígenes: la lucha nunca resuelta entre las fuerzas luminosas y las oscuras, entre la Luz y las Tinieblas, entre el Bien y el Mal, un imaginario no sólo moral sino estético que comienza en la quiebra de la religión de Zoroastro y cuya influencia se rastrea en los productos culturales más populares: ¿qué sino esto mismo es La Guerra de las Galaxias?

Pero, además, William Blake posee esa fascinación de ser el origen adánico de nuestra Modernidad. Si uno se detiene a mirar los Libros Proféticos, que realizó entre 188 y 1806, no tiene por menos que emocionarse ante las imágenes dedicadas a la Revolución Francesa y la independencia de la joven Democracia Americana, movimientos con los que Blake estaba de acuerdo, a los que otorga una cualidad visionaria que tiene el poder de arrumbar definitivamente el imaginario monárquico a un estado somnoliento de la Historia, a su liquidación definitiva. Blake otorgó a los movimientos surgidos de la Ilustración la cualidad mística que les faltaba, la parafernalia masónica no daba para tanto, y ello se percibe con intensa emoción en esas imágenes. Como, mal que le pese a Eliot, a las ilustraciones que realizó de obras sobresalientes de la literatura, tal el Libro de Job, tal la Divina Comedia, trabajo que no pudo completar porque murió, a los 61 años, en 1824, tres años después de haberle sido encargadas las ilustraciones para el Dante. De la serie de las 102 previstas inicialmente  dejó 7 láminas relativas al Infierno.

Blake obligaba a su mujer a estar arrodillada, junto a él, horas y horas en oración. A nosotros, entre los que no me incluyo, de mentalidad surgida de la socialdemocracia europea de posguerra, todo esto nos parece un tanto morboso. Aun y así, los movimientos feministas han reivindicado la figura de William Blake como un adelantado de las reivindicaciones de la liberación de la mujer porque condenó la castidad e hizo anatema del matrimonio forzado, algo muy normal entre las clases medias y altas de la época. En su libro Visions of de Daughters of Albion, esta reivindicación se proyecta en imágenes de mujeres de una belleza y cualidad moral altísima en tanto en cuanto relaciona la belleza y el bien con la autorrealización personal.

Hay que decir que la muestra de los pintores británicos influidos por Blake son prácticamente desconocidos en España, Cecil Collins, Graham Sutherland, John Piper, Ceri Richard, que si bien no son Dante Gabriel Rosetti, Watts o John Linnell, poseen la ventaja para nosotros de que fuera de eventos así no hubiéramos visto ninguna de sus obras. La exposición estará abierta todo el verano, hasta el 21 de octubre.

1 Comment
  1. Pallarés says

    Confieso que William Blake no me apasiona, algo no me encaja en su dibujo y en su sentido del color, pero le has puesto tanta pasión al artículo que iré a verla, bueno, hubiera ido de todas maneras, porque que una exposición así no hay que dejarla pasar.

    De paso me has recordado el enorme dibujante que es Graham Sutherland. En su momento creo que fue la editorial Poligrafa la que editó un libro enorme con sus dibujos.

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