Batman, un héroe aristotélico para una crisis galopante

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El actor Christian Bale, en el papel de Batman, en una escena de 'The Dark Knight Rises'. / Efe-Ron Phillips (Warner Bros)

Estos días se ha estrenado, se anunció con bombo y platillo en París, la última versión hollywodiense de un clásico del cómic que les ha sido muy rentable  a través de los años desde que hace ya cuarenta triunfara bajo la forma de serial de televisión. The Dark Knight Rises es la última entrega de Batman, ese superhéroe solitario, como casi todos, pero que tiene la desgracia añadida de estar rodeado siempre de servidores, su mayordomo Alfred, amigos, Robin, sin ir más lejos, e incluso de una enamorada, Catwoman, que le lleva a la frustración absoluta porque aunque sabemos que se atraen la verdad es que tal atracción, de ser resuelta sexualmente, sería a través de la sublimación platónica. Cuando supe del estreno recordé de inmediato un libro que salió hace dos años publicado en Blackie Books, Los superhéroes y la filosofía, artículos escritos por sesudos profesores universitarios norteamericanos que compiló Matt Morris, y donde se explicaban las relaciones entre los superhéroes y diversas concepciones filosóficas desde la Antigüedad: Spiderman aliado a las doctrinas de Kierkegaard, o los vínculos que unen a Los cuatro Fantásticos, Hulk, Superman, Ironman o los X-Man con Heráclito, Descartes, Pascal o Emerson. Ahí es nada.

Ni que decir tiene que el libro, que se quiso heredero de otro anterior sobre las relaciones entre Los Simpson y la filosofía, y que tuvo un enorme éxito, oculta bajo la capa de lo impactante, y de ser pasto de esa moda que quiere unir de forma a veces un tanto forzada la alta cultura con los símbolos de la cultura de masas, una retahíla de falsas promesas intelectuales, de falsas respuestas, a planteamientos que se han dado siempre y que forma parte de nuestro imaginario ancestral. Recuerdo que cuando leí el libro no tuve más remedio que acordarme del Capitán Trueno o de El Jabato, nuestros héroes nacionales del cómic, por no hablar de Roberto Alcázar y Pedrín, que eran la versión cañi de  Batman y Robin pero en falangista. Según el autor del artículo dedicado a Batman, éste es el superhéroe más solitario de todos los superhéroes modernos del cómic porque cumple a la perfección, mejor dicho no cumple, con los tres requisitos que según Aristóteles hacen falta para que se produzca la amistad y el amor. Según el preceptor de Alejandro, la amistad se realiza a través de tres categorías: la amistad por interés, es decir, porque lo dos se benefician, la amistad por placer, que surge en el espacio en que los dos seres están  juntos y que desaparece una vez se separan, y la amistad perfecta, que se da muy raras veces y que consiste en la unión de dos almas a través de un compromiso común. Matt Morris llega  a la conclusión de que Batman es un héroe solitario porque Robin es su subordinado y no termina de intimar con él en otras cuestiones que no sea acabar con el mal y eso que Bruce Wayne, alias Batman, le salvó cuando los padres de éste murieron convirtiéndose en su mentor y aquel que le formó. Es más, en la historia de estos dos hay un momento de ruptura, aquel en que Robin se convierte en Nightwing, es decir, alcanza también la categoría de superhéroe, y se separa de Batman aunque luego, años más tarde, se reconcilie con él y colabore en la lucha contra el mal en Gotham. Y eso por no hablar de Alfred, su mayordomo e instructor, con el que Batman no termina de cuajar, o con Cawoman, que le atrae pero con la que no se decide a mantener una relación aunque espera que ésta, algún día, deje de delinquir. Y entonces…

Matt Morris no cuenta que el Joker, por el contrario, o el Pingüino, o Dos Caras, aunque resentidos, de mala leche y malas intenciones, no dejan de representar el mal, están por el contrario siempre rodeado de servidores, sí, pero con emociones más humanas que los que rodean a  lo superhéroes, y eso porque éstos poseen realmente amigos. Esa paradoja, de la que estos profesores universitarios están ciegos por error u omisión, es clave para entender el papel del héroe desde la Antigüedad. ¿Acaso no estaba sólo Gilgamesh? ¿Y Heracles? ¿Y Sigfrido? ¿Y Sansón y todos los héroes que en el mundo han sido? … Descubridores del Mediterráneo cada cierto tiempo, estos profesores, algo que se estila mucho ahora en las universidades porque los alumnos llegan allí sin formación clásica, repiten obviedades disfrazadas de descubrimientos. Batman está solo, pero el Joker se lo pasa mientras en grande haciendo maldades sin fin y riéndose a su gusto. Pero esa es la esencia del héroe. Matt Morris no conoce al Capitán Trueno, pero nosotros sí, y sabemos que éste, rodeado de más gente que Batman, que sí Goliat, que si Crispin, que si Sigrid, más platónica aún que Catwoman, desde luego más frígida, está igualmente afectado de soledad.

Desde que Batman se publicó por primera vez en mayo de 1939 en la revista Detective Comic, su aspecto ha cambiado sustancialmente, haciéndole más proteico pero igualmente afectado de soledad melancólica. Cuando apareció llevaba un chaleco antibalas debajo del vestido y adornaba sus manos con guantes violetas, un poco al estilo art decó con ribetes de novela de gánsteres muy propio de la época. Setenta y cuatro años después, se anuncia la aparición el año que viene de un juego, Injusticia, donde Batman aparece vestido con una combinación hecha de metal y brillos. Y eso por no hablar del coche. Primero un modelo de color rojo de los años cuarenta, que pasó por el híbrido inventado por Anton Furst para la película de Tim Burton, hasta llegar al que se presenta en esta última película, una mezcla de Harrier y un F35, un tanque volador que debería movernos, si hacemos caso a Matt Morris propensos a la melancolía: Batman sigue solo  a pesar de tener un coche impresionante, lo que relaciona a nuestro escritor con esos psicólogos y moralistas que te aconsejan no consumir cuando estás deprimido.

El Caballero oscuro. La leyenda renace será la estrella cinematográfica del verano, un verano marcado por la crisis económica galopante, circunstancia muy positiva para que  a pesar de la subida inminente del IVA en las entradas de cine la película tenga un gran éxito. La razón estriba en la natural relación que los héroes mantienen con los tiempos de crisis. La mayoría de los superhéroes del cómic nacieron en los años treinta, no lo olvidemos. Con razón la publicidad la presenta como una aventura épica del siglo XXI: es nuestro único consuelo. En eso nos pereceremos a Christian Bale y Anne Hathaway  con sus ambigüedades eróticas.

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