España: el viaje a ninguna parte

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Ofelia de Pablo

Cristina, 26 años, ingeniera industrial, frente al Instituto Goethe de Madrid donde estudia alemán. / © Ofelia de Pablo

“Me llamo Cristina y soy una de las numerosas jóvenes sin futuro en España” Así comienza a relatarnos su historia esta madrileña de 26 años que soñaba con un empleo al terminar su carrera de ingeniería industrial. “Tenía mi vida más o menos planificada, mis ilusiones, pero apareció la crisis como un tsunami que arrasó con todo”. Hoy nos la encontramos en las puertas del Instituto Goethe en Madrid estudiando alemán a contra reloj para poder salir corriendo hacia el país de Ángela Merkel en busca de una oportunidad. Pero su caso no es el único. Con un índice de paro del 24% en España, más del 50% de la juventud está sin trabajo y en los últimos meses hay un éxodo constante de jóvenes en busca de un futuro fuera de nuestras fronteras.

Ana, 28 años, es periodista y aún conserva su puesto como asesora de comunicación en una empresa pero con lo que gana –su sueldo es inferior a 1000€- no puede pagar una vivienda independiente. Comparte casa con tres amigos, de los cuales dos ya se han quedado sin trabajo. “Antes me parecía que mi sueldo era una miseria pero viendo lo que pasa a mi alrededor ya no te atreves ni a quejarte –se lamenta–, ahora ser “nimileurista” hay que considerarlo un lujo”.

Juan, 40 años, no comparte las ideas de Ana. “No creo que conformarse sea bueno para nadie. Así jamás saldremos de la crisis que han generado otros y que pagamos los más débiles” Él trabajaba en la construcción y con la crisis su empresa se hundió. Al principio no se preocupó porque tenía el paro pero luego se acabó y no aparecía ningún trabajo. Una hipoteca de 800€ y dos hijos, uno de ellos con una minusvalía que le hace dependiente total, que nunca habían supuesto un obstáculo para Juan pero ahora toda su vida se derrumba. “Y lo peor está por venir” afirma mientras nos enseña la orden de desahucio para este mes de septiembre de su casa del sur se Madrid. “Mi mujer y yo nos compramos esta casa, una hipoteca de 800€ al mes, pero ahora no tengo ni el subsidio de 400€, no puedo pagar, el banco no me ayuda a buscar una solución y yo me veo en septiembre con mi familia en la calle” Su caso es aún más grave porque su hijo minusválido necesita una atención constante. Con los recortes teme que incluso le quiten la pequeña ayuda que recibe. “¿Cómo hemos llegado a la situación en la que gente humilde y trabajadora acabe en la calle sin haber hecho nada más que trabajar en su vida?” El abogado que les ayuda está intentando conseguir una dación en pago como forma de solucionar el tema de la vivienda pero el banco se niega. “Imagínese –dice Juan–que si el banco me echa yo sigo debiéndole 100.000 euros que me quedan por pagar. Aunque en un futuro encontrara, con suerte, un trabajo de 1000€ jamás podría pagar la deuda con el banco más un alquiler para mi familia, estamos condenados”. Su caso será uno entre los miles de desahucios que se ejecutan diariamente en España desde el comienzo de la crisis.

“Nadie se libra de la crisis” nos dice Pedro, 41 años, parado. Él participó activamente en la mayoría de las protestas contra el gobierno en la capital. Estuvo en Sol cuando el 15M ‘conquistó la plaza’ como el dice. “Todos allí sentimos que estábamos haciendo historia”, rememora. “Un año y medio después de aquello”, comenta Pedro, “aún sigo en el paro y mi mujer tiene que trabajar más horas por menos dinero”. Tienen una hija de dos años y temen que las cosas vayan a peor. Pedro ahora piensa que sólo gritar con una pancarta no sirve, que hay que hacer algo más para cambiar la cosas pero no sabe qué. “Parece que a los que manejan los hilos de la economía y la política no les importa nada que nos manifestemos, siguen conservando sus privilegios mientras nos abrasan con más recortes. A veces siento que toda aquella indignación no ha servido de nada”.

2 Comments
  1. Cirio says

    Tenemos lo que nos merecemos.

  2. PIN ASTURIAS says

    Mi experiencia es una como tantas otras, he vivido 12 años en otra provincia y ahora estoy en mi casa, por una cuestión familiar. No trabajo desde Febrero y me puedo considerar afortunado, pues en esencia dependo de mi mismo ya que soy un single y no tengo hipoteca. Nací en el 69 y pertenezco a una generación, que recibió la mejor educación que proporcionaban unos padres, que sufrieron carencias afectivas y materiales en su pasado, y que trataron de hacerlo lo mejor que pudieron. Una generación a la que se le permitió acceder a unos estudios, desde un principio obsoletos. En la formación profesional, existía un amplio abanico de especialidades, bioingeniería, laboratorio, física cuántica, carpitería alternativa… eso sí, a condición de que te matriculases en electricidad o metal, titulaciones universitarias, más de lo mismo. Se nos indicó un camino a seguir concienzúdamente, el de la especialización, aprendiz de mucho……Ahora se nos exige flexiblidad. Y nos hemos adaptado tal como venían las cosas o las situaciones, tanto laborales como en las relaciones personales. Nos encauzaron hacia un consumo desbordado, nos trincaron la pasta, inclusive la que aún no hemos generado.Hemos hecho los deberes y ahora como diría un gran amigo, nos consideran unos dinosaurios y nos tienen aparcados en el furgón de la oficina de empleo, mientras nos hablan de reciclaje y reducción del ingresos para gravar más impuestos y consumir más.
    Solo sé que seguiremos adelante, que ocasionalmente deberemos achicar aguas, ya que nuestra cimentación no es buena, pero llegaremos a buena meta.
    Así que a los jovenes de ahora les comprendo, pero recuerden siempre que tienen una base sólida, una buena formación, las ideas claras, una visión más cosmopolita del mundo y sobre todo juventud. Ahi afuera tienen un mundo lleno de oportunidades, con sus desniveles de dificultad y de ventajas.
    Personalmente, siempre tengo mi equipaje preparado.
    Les deseo buena suerte

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