Comarca Kuna Yala: El paraíso sostenible existe

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Ofelia de Pablo

Una de las 365 islas coralinas de la Comarca de los Kuna Yala, mecida por las aguas del Caribe. / © Ofelia de Pablo

La avioneta carraspea una vez más cuando hace su último giro para tomar la pequeña isla que se supone es el aeropuerto de la Comarca Kuna Yala. Desde el maletero de la avioneta, donde Javier va literalmente ‘con las maletas’, no se puede ver el espectáculo que todos los pasajeros –seis y yo de ‘copilota’- hubieramos deseado evitar. La visión de la ‘pista de aterrizaje’ hiela la sangre: una fina línea de arena trazada a lápiz en mitad de un pequeño islote. Ese era el comité de bienvenida al pequeño paraíso de los indios Kuna en el Caribe Panameño. Cerramos los ojos y cruzamos los dedos, el pequeño pajaro alado cruje, se arrastra botando en un lamento que se hace eterno y cuando creemos que es el fin y que caeremos al agua con los tiburones la avioneta por fin se detiene. El piloto ríe ante nuestra cara de pánico y luego en tierra nos cuenta que el ‘típico accidente’ de la zona es cuando la avioneta no frena a tiempo y se cae al agua. Todos nos miramos confirmando nuestras más secretas sospechas.

Gilberto, motora en mano, nos espera para acompañarnos en un fascinante recorrido por su comarca. Él es un indio kuna y su territorio es una reserva que coexiste con el Estado Panameño pero se autogobierna, tiene sus propias leyes y lo más sorprendente: son las mujeres las que tienen en su mano el control de los territorios. Al casarse es el hombre el que va a vivir a casa de la mujer y las tierras pasan de generación en generación por el lado femenino.

La Comarca Kuna Yala fue creada en 1938 y declarada Reserva por ley en 1957 tras numerosas batallas. Ahora los kuna se autogobiernan y mandan en sus más de 5.000 kilómetros cuadrados con casi 365 islas paradisíacas de formación coralina en la costa caribeña.

Aunque políticamente la comarca Kuna Yala pertenece a la República de Panamá mantiene independencia y cuenta con su propia administración y funcionamiento. Son 49 comunidades y cada una tiene su propia autonomía aunque las decisiones importantes se toman por consenso de las 49. “En un mundo globalizado hemos conseguido mantener nuestra independencia, creer en nuestra cultura es hoy día nuestra salvación” afirma, orgulloso, Gilberto cuando nos enseña el colegio donde todos los niños estudian el idioma kuna además del castellano. “Gracias a la lucha hemos conseguido alejar a las cadenas hoteleras de nuestras islas; el turismo que hay lo gestionamos nosotros siempre con un acuerdo de todos los miembros de las comunidades” nos informa el zoilo de la isla donde nos alojamos. Los zoilos son una especie de ‘jefes’ de la comunidad que ayudan a gestionar las decisiones que se toman.

Al día siguiente confirmamos que sus palabras son ciertas. Un barco velero nos acerca a los tesoros que se esconden entre las 365 islas: arrecifes de coral y pequeñas cabañas de madera son lo único que existe. Bucear en aguas cristalinas y mecerse al son de las olas en una isla paradisíaca es aquí una realidad gestionada por sus propios dueños. Nos encontramos a María recogiendo cocos en una de las islas. “Mi familia es la dueña de esta isla y los hermanos nos turnamos la vivienda cada dos meses para que todos tengamos la opotunidad de recoger cocos y ganar dinero con ellos”. Ahora empiezan tímidamente a desarrollar un “turismo sostenible”, como ellos lo llaman, porque aún son tan solo un par de cabañas por isla las que se alquilan; en algún lugar, hasta cuatro, pero lo que tienen muy claro es su orgullo como nación Kuna y la importancia de preservarlo a toda costa. Quizás el milagro todavía sea posible en este mundo que engulle sin digerir cualquier cultura indígena.

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