De la realidad y su imagen

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Entrada de una tienda de Zara en Bruselas. / Wikipedia

El Real Instituto Elcano acaba de publicar otro estudio sobre la percepción de España en determinados países, en concreto: Estados Unidos, Brasil, Gran Bretaña y Alemania. Se trata de un largo trabajo, por lo que es mejor mirar las conclusiones, al final del mismo, si no hay tiempo para más. Por decirlo deprisa, la imagen española ha perdido puntos desde el comienzo de la crisis, pero no tantos como cabría suponerse. El estudio se hizo en mayo pasado, antes de las zarabandas nacionalistas, eso también.

De los estudios sociológicos del instituto que preside Emilio Lamo de Espinosa, lo que sigue llamando la atención es la baja autoestima de los españoles. Nada extraño en tiempos de paro galopante y estrecheces inesperadas que recuerdan la letra del Brother, can you spare a dime?, o las canciones del genial Woody Guthrie, cuando el crack del 29, en Estados Unidos.

Por otro lado, El Mundo publicó el 7 de octubre que consejeros áulicos internacionales han sugerido al Santander y a Telefónica que se trasladen a Gran Bretaña o Alemania, donde –dado que son países considerados más serios que España– sus cuentas les saldrían mejor. Y es que la imagen de un país importa.

En otro cesto, y no es noticia reciente, se lee que hay empresas españolas exitosas en el mundo entero, como Zara, que no son reconocidas como españolas, con lo que su prestigio no suma tantos al prestigio internacional de España. ¿Por qué? Igual se podría hacer algo al respecto.

La insistente atención que medios tan prestigiosos como el NYT y el Financial Times vienen dedicando a cualquier cosa que provenga de España –especialmente, si es negativa– ha animado a algunos a sospechar de posibles filtraciones de información desde Bruselas a la prensa extranjera, con ánimo de desestabilizar la economía española. Hasta se ha venido hablando de un sospechoso concreto, el euroconsejero Almunia, quien ya tuvo ocasión de mostrar sus galas morales con su propio compañero de filas, Borrell, cuando el ensayo de primarias en el PSOE, como recordarán los viejos del lugar. Hombre, tanto como eso, no sé yo. En fin.

A mí estos comentarios a cuenta de España  me animan a recordar ciertos detalles que a lo mejor vienen a cuento cuando la cosa va de negocios. Aunque abandono todo intento de definir el término “realidad” y sus complicadas connotaciones de carácter filosófico, psicológico o perceptivo, como defendió en su libro Science and Sanity, el profesor Alfred Korzybsky, fundador del neoyorquino Instituto de Semántica General.

Un reciente libro recoge el hecho de que las marcas españolas han escalado puestos en el mercado mundial –EEUU incluido– de modo que aquellas pequeñas empresas a las que Wall Street miraba con condescendencia, si es que las miraba siquiera, se han vuelto competidoras muy serias hasta el punto de amenazar los beneficios netos de las de casa de toda la vida. Y eso no se puede consentir. A ello se añade lo que Estados Unidos importa de España, cada vez más, que no son manolas y toreros, precisamente: desde productos del campo a tecnología de primera, desde biotecnología farmacéutica a infraestructuras,  de bienes culturales a negocios turísticos.

Las exportaciones españolas llevan varios años creciendo a un ritmo más que estimulante -13,5% en 2010; 7,6% en 2011 y 3,4% en 2012- hasta el punto de que le ganamos a China, que sólo ha crecido un 2,7%. La dolorosa constatación es que los sueldos cada vez más bajos de los españoles, amenazados por el desempleo, obran el perverso milagro.

Puede parecer un vano contento, ante la racha de corazón sumido en la angustia que llevamos, pero esos datos no son cuento chino ni propaganda gubernamental ni demagogia españolista. Debieran contribuir a sentirnos un poco más a gusto en nuestra española piel. A una servidora, desde luego, le elevan un poco el alma, ¿qué quieren?

5 Comments
  1. Mara9 says

    Atinado, brillante y más que oportuno artículo

  2. inteligibilidad says

    Pues sinceramente, a mí que una empresa española venda más o menos me da exactamente igual. No me podría importar menos. ¿Qué es eso? ¿Sueños de imperio? ¿Soy mejor persona o España es mejor lugar si sus empresas venden más? NO. Además, las empresas no funcionan mejor o peor por tener el supuesto respaldo de la marca España. En España hay empresas que funcionan bien y otras que funcionan mal. Conozco empresas españolas que funcionan de maravilla internacionalmente (aunque no coticen, no ya en Wall Street, sino ni en la Bolsa de Valencia) y se debe a la calidad del producto, a la profesionalidad de los trabajadores y al tesón de los empresarios. Ni más ni menos. Recuerdo además que los que sostienen la economía no son el puñado de empresas del IBEX35 cuyos beneficios se escapan, por cierto, a paraísos fiscales y cuentas suizas, sino el tejido de pequeñas y medianas empresas que no reparten millonarios dividentos pero tienen muchos sueños tras de sí y dan trabajo a millones de personas. A esas la marca España sí les suena a cuento chino…

  3. Y más says

    A mejor imagen más cartera de negocios, inteligibilidad; más riqueza y más puestos de trabajo.

  4. inteligibilidad says

    Por muy buena imagen que tenga el país o por mucho que en un momento concreto la fama abra puertas, en el momento de la verdad la empresa funcionará o no si hay gente trabajadora y eficiente detrás o solo un puñado de impresentables. Decir que la buena imagen genera puestos de trabajo es una falacia.

  5. Y más says

    Hombre, lo del grupo de gente trabajando en la empresa se da por sentado; claro que la imagen no funciona sola, en eso estoy con usted, inteligibilidad. Lo que digo es que cunde fácilmente el cliché de que los españoles no sabemos trabajar (sobre todo, como los alemanes). Lugares comunes que favorecen la mala imagen. En fin.

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