Diez libros imprescindibles por motivos contrapuestos

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El cuaderno de Bento
Cubierta de la obra de John Berger.

Todos los años, al finalizar estos, los medios de comunicación suelen confeccionar una lista de los diez (pongan aquí lo que deseen) imprescindibles del año transcurrido, de tal manera que la cosa puede extenderse a un abanico que va desde un tratado de metafísica o de física cuántica  a un modelo glamouroso de ropa interior o a una mousse de textura sorprendente. Es un tópico, un tópico obligado, pero que posee la ventaja de que hace recordar al lector lo mejor que ha podido encontrarse durante el año en literatura, en música, en teatro, en cine, en arte, en lencería, en lujos gastronómicos como el vino producido en chateaux exclusivos, los aceites verdiales de cosechas restringidas, y así hasta donde quieran llegar.

Tengo que confeccionar una lista de los diez libros imprescindibles del año transcurrido. Lo primero que cabe preguntarse es por el sentido de imprescindible. Diré que aquí no me he cortado un pelo y voy  a poner libros que hasta me parecen abominables. Hay dos, por ejemplo, que vienen del Reino Unido, lugar donde se realizan hoy día las transacciones bancarias más sospechosas y las listas de éxitos más extrañas del mundo. Así, la Trilogía de Grey, con sus Cincuentas sombras de Grey a la cabeza, Editorial Grijalbo, escrita por E. L. James, ha arrasado en el mundo entero y ha sido el libro más vendido del año en España. Reconozco que me leí gran parte de la trilogía y doy fe de la calidad ínfima de la cosa, una mezcla de Pretty woman, Sexo en Nueva York y Nueve semanas y media, con su bondage y todo, en una palabra, atar  a alguien para tenerlo a merced del juego erótico, en una mezcla tonta y confusa de porno blando que lo único que revela es el tedio infinito en que chapotea gran parte de la humanidad occidental.

El segundo libro es, seguro que lo habrán adivinado, de la millonaria J. K. Rowling, por su primera novela para adultos, Una vacante imprevista, publicada por Salamandra, y que semeja un revoltijo de novela victoriana  de un remedo de Jane Austen mezclado con el ambiente gore de películas como Trainspotting y ambientado en un pequeño pueblo que recuerda al lugar en que nació.

Antagonía
Portada de 'Antagonía', de Luis Goytisolo.

Dicho lo cual me siento liberado para colocar en el lugar tercero un libro de marcada excelencia como es El cuaderno de Bento, Alfaguara, escritor por John Berger, un libro que consta de historias, dibujos y citas de las obras de Spinoza, en una mezcla de una rara sabiduría y una excelencia literaria de gran valor. Un libro que revela con luminosidad soterrada gran parte de los problemas por los que estamos pasando en una Europa vencida por la especulación financiera y la desidia política. Y ya que estamos en la excelencia no estaría demás recordar parte de la edición crítica de Henry James reunida en Novelistas. Notas sobre novela, que ha editado Páginas de Espuma y cuya importancia es enorme al ser la primera vez que se  editan reunidos estos textos críticos que en el mundo anglosajón son canónicos.

En nuestro ámbito destacaría dos novelas y dos libros de cuentos por distintos motivos. Desde luego la edición de las cuatro novelas de que consta Antagonía, Anagrama, de Luis Goytisolo, porque es un título que representa un hito de la narrativa española de los últimos cuarenta años, y Robespierre, de Javier García Sánchez, Galaxia Gutenberg -Círculo de Lectores, y no porque considere que es una gran novela, que lo es a su modo, sino porque desde luego es la mejor en su género, el histórico, plagado de productos previsibles, malos, pobres en contenido literario pero ricos en ventas (ponga aquí el lector el autor que quiera o el libro que desee porque hay centenares de ellos).

En cuanto a los libros de relatos, desde luego, Todos los cuentos, de Gabriel García Márquez, Mondadori, por motivos que no hace falta explicar  y que reúne en una bella edición por primera vez  toda la obra cuentística del autor colombiano, y Todos los cuentos, no es una errata, los dos libros se titulan igual,  del leonés Antonio Pereira,  publicado por Siruela, un libro editado con gran belleza y que reúne toda la obra cuentística de uno de nuestros autores más secretos, más desconocidos pero que para muchos, entre los que me incluyo, está entre los dos o tres mejores hacedores de relatos de la literatura española del último medio siglo.

El Ángel Esmeralda
Cubierta de la obra de Don DeLillo.

No tengo especial predilección por los autores leoneses, pero en poesía no me queda más remedio que citar Canción errónea, Tusquets Editores, la última entrega de Antonio Gamoneda después de ocho años de silencio poético. Se trata de un espléndido libro donde el poeta arguye en el malentendido, es decir, los imprescindibles errores, que conlleva cualquier existencia. Libro lúcido, consecuente, parecería el complemento de su libro de memorias, aquel Un armario lleno de sombra.

Finalmente, una muestra de narrativa extranjera y un ensayo que trata sobre la crisis económica. George Bernard Show escribió un año antes del crac del 29, Manual de socialismo y capitalismo para mujeres inteligentes, y que acaba de publicar entre nosotros RBA, donde refiere que todos los males que nos afectan vienen de la desigualdad. Un libro inteligente escrito por un escritor muy inteligente, narrado con amenidad y, sobre todo, con un sentido de la verdad y de la justicia chocante en estos tiempos un tanto cínicos y banales. Finalmente, El ángel esmeralda, de Don DeLillo, Seix Barral, un libro de relatos de factura impecable escritor por uno de los grandes de la narrativa norteamericana del momento. Un libro singular, además, porque tratándose de Don DeLillo referirse a un libro de cuentos suena un poco como si se tratase de una aberración. Él, el de los grandes formatos novelísticos.

Como ven una mezcla indeterminada pero donde se ha procurado que frente a dos bodrios, a los que graciosamente hemos colocado los primeros por su número de ventas, se hayan manifestado los ocho restantes que tienen en común que son muestras logradas del arte literario que, se supone, es de lo que se trata.

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