Las nuevas máscaras de la censura

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Cubierta de la obra de Arcadi Espada.

Arcadi Espada ha publicado en Planeta En nombre de Franco. Los héroes de la Embajada de España en el Budapest nazi, donde el periodista y escritor nos relata una odisea desconocida hace unos años pero que gracias a recientes investigaciones podemos dilucidar en lo que vale: la labor que el diplomático español Ángel Sanz Briz, el asesor jurídico de la Embajada de España, Zoltan Farkas y la secretaria Elisabeth Tourné realizaron en lo peor de la ocupación nazi en Budapest respecto a la represión del pueblo judío: librar a 3.000 de ellos, sefardíes, de una  muerte segura otorgándoles visados de salida a España. Sanz Briz se escudó para ello en una ley de 1924 de Miguel Primo de Rivera en la que se establecía que los sefardíes tenían derecho a la nacionalidad española.

La labor de Sanz Briz, en la que ha estado muy activa la familia del diplomático, ha sido reconocida por el propio Gobierno de Israel, que anteriormente había concedido diversos honores a Giorgio Perlasca, sucesor de Sanz Briz en la labor de la Embajada de España, cuando éste fue trasladado a Suiza por orden del Gobierno español ante la inminente llegada de los soviéticos. Giorgio Perlasca permaneció en Budapest en calidad de cónsul español y logró salvar la vida de unos 5.200 judíos. El Estado de Israel le otorgó la distinción de “Justo entre las naciones” y, por su parte, el Gobierno español le condecoró con la Gran Cruz de Isabel la Católica. De la labor de Perlasca se hizo incluso una película que dirigió Alberto Negrín con música de Ennio Morricone.

Arcadi Espada ha reconstruido aquellos años determinando que el mérito de Sanz Briz fue preterido por Giorgio Perlasca, la familia de Sanz Briz le llama “el impostor”, pero lo que quiero destacar aquí no es dar cuenta de este libro, inteligente y documentado, nada polémico, como otros de  los de su autor, sino la censura sufrida por parte de Casa Sefarad, institución pública donde iba  a presentarse el libro. Al principio todo eran parabienes y el director de la Casa, Florentino Portero, estaba entusiasmado, al decir de Espada, porque, además, iban a estar presentes Álvaro Albacete, embajador de España para las comunidades judías, y el historiador José Antonio Lisbona. El acto se suspendió porque, según cuanta Espada en su blog, a la familia de Sanz Briz no les gustó nada que el autor incluyera un párrafo en el libro donde se habla, la información provenía del impostor Perlasca, de que Sanz Briz tenía una amante, la Baronesa Podmaniczky, una aristócrata judía que vivía enfrente de la legación española. Según explicaciones de la Casa Sefarad, todo según Espada y que no ha sido desmentida, a la Comunidad Judía de España no les había gustado nada esa observación porque ellos adoran a los Sanz Briz y además, al ser provenientes del Norte de Marruecos, son gentes de tendencia un poco conservadora. Espada apunta que ello atenta contra uno de los objetivos de la Casa que es fomentar la tolerancia y la convivencia a partir de las enseñanzas que se derivan de la tragedia del Holocausto, y, por otra parte, porque consideraciones tan subjetivas no deben ser subvencionadas con dinero público, ya que la Comunidad y el Ayuntamiento de Madrid financian la institución.

Por otra parte, casi coincidiendo en las fechas, la Diputación de Jaén declaraba desierta la 22 convocatoria del Premio de Literatura para Escritores Noveles, después de que un jurado hubiera otorgado el premio a la novela Nunca te quise tanto como para no matarte. La Diputación afirma en nota que la obra atenta contra la igualdad y tiene contenidos sexistas. Javier Ochoa, autor de la novela, se siente dolorido y un tanto extraviado, como comenta Javier de Ríos en su blog, La viga en mi ojo. En ese blog , que se puede  consultar en Facebook,  se queja  claramente de que se le ha censurado su talento literario.

Parece ser que fue en diciembre cuando el jurado dictaminó que el premio recayera en dicha novela, pero la Diputación decidió luego que el área de Igualdad revisara el texto a fin de saber si tenía contenidos sexistas. Para Antonia Olivares, diputada de cultura, la revisión se hizo aunque no se tuvo en cuenta la valoración literaria de la obra, en la que no entra. Yolanda Caballero, diputada de Igualdad, fue la que aconsejó que se desconvocara el premio porque la obra sí contenía discriminación sexista. Beatriz Martín, coordinadora en Jaén del Instituto Andaluz de la Mujer, no ha leído la novela, pero piensa que sólo con leer el título, se ve que “tiene claros tintes machistas”.

El escritor, Javier Ochoa, devoto de Jim Thompson, escritor famoso de thrillers, confiesa que se inspiró en la obra de éste para crear la suya, y dice no entender nada, sobre todo porque también había presentado la narración a un premio de la Diputación de Córdoba y tuvo que retirarla porque había ganado el de Jaén. Ochoa se pregunta que habrían hecho escritores como el mismo Jim Thompson o Truman Capote si hubieran nacido en dicha ciudad.

Las dos noticias, ya digo, se han producido con escasas horas de diferencia. Desde luego son claras muestras de censura y habría que preguntarse en qué se diferencia esta manera de la practicada en otros tiempos. Si alguien piensa que una novela es sexista, no debería tener el impulso de prohibirla de una u otra manera porque ese impulso no es más legítimo que el que hacía que un buen creyente aplaudiera la censura en cuestiones de sexo y moral hace cincuenta años. El problema de la corrección política es que es ciega ante su propio anacronismo, como cualquier imposición, aun sea subrepticia.  La diferencia con otros tiempos es que esta es más dada a la falta de transparencia porque juega con el bien común y la hipocresía. No en vano la cosa vino de Estados Unidos.

Otra cuestión es preguntarse sobre las inocentes preguntas que se hace Javier Ochoa, pues cabría saber si hoy día dejarían publicar una novela como Lolita que, en su tiempo, no lo olvidemos, tuvo que ser publicada en la pecadora París en una editorial especializada en erotismo. Me temo que, aquí, como en otras cosas, hemos pensado que había cuestiones que se habían arrumbado a los archivos de la historia.

Arcadi Espada, por su parte, alude a cierto capricho por parte de Casa Sefarad en su gesto. Creo que le asiste la razón en lo que se refiere a lo que una institución debe hacer en caso de que reciba fondos públicos. El que tache la cosa de capricho ya es otra cuestión: no veo capricho sino plegarse a las supuestas exigencias conservadoras del público que sustenta en parte a la Casa. La acción no es azarosa, sino producto de una cuestión de prudencia con respecto a  aquellos que sustentan la institución. Es, quizá, conservador, pacato, pero no caprichoso. Al fin y al cabo de ese tipo de componendas debe entender algo pues la comparación que ha hecho recientemente  entre el escrache y la imposición de la estrella a los judíos en la ropa por parte de los nazis, o el aceite de ricino de los franquistas, es  por lo menos, idiota, sino fuera producto también de cierta actitud caprichosa, esta vez, sí. Decir que el escrache es terrorismo es ir más allá de la retórica propia del periodista que cae en las redes de su lenguaje, como decía Nietzsche de los filósofos.

Censura. Sí. Y para ejercitarnos en la misma propongo que cada cual elabore una lista de obras literarias ya clásicas, por ejemplo, y que se pregunte si pasarían hoy día las prácticas de buenas maneras de la corrección política. Me temo que, así, por lo pronto, no Jim Thompson, sino los fundadores de la novela negra, los James Cain, los Dashiell Hammett, los Raymond Chandler, incluso el propio Boris Vian, lo tendrían crudo.

1 Comment
  1. Solange says

    Tampoco existiría esa magnífica obra de Ernesto Sábato: El Túnel
    Y, sin ir más lejos en el tiempo, tampoco podría haber visto la luz 50 sombras de Grey…¿Y Drácula de Bram Stoker? La muerte de mujeres mezcladas con el erotismo..uf, mucho para las pacatas

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