Luis Goytisolo gana el Anagrama de Ensayo con una obra sobre «el declive de la novela»

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El escritor Luis Goytisolo, momentos antes de la rueda de prensa que dio ayer, día 3, en Barcelona. / Toni Albir (Efe)

Luis Goytisolo no es sólo uno de los novelistas de culto en nuestro país, sino que es hombre proclive a la reflexión sobre  el oficio y a sacar conclusiones pertinentes  sobre ello. No le interesa, sin embargo, pergeñar teorías, esa abstracción tan propia de los críticos, sino dar cuenta de lo que es el género a través de la experiencia y, ya digo, de la reflexión llevada durante años, lo que exige un rigor quizá más evidente que el de los supuestos teóricos del género. Ayer se hizo con el Premio Anagrama de Ensayo por una obra que verá la luz en mayo y que se titula Naturaleza de la novela. “Es la primera vez", confiesa a cuartopoder.es, "que he escrito un ensayo sobre este tema en forma de libro, aunque no en artículos”, como demostró en El porvenir de la palabra, que publicó Taurus en 2002 y que reunió los artículos literarios que Goytisolo escribió desde la Transición.

El punto de partida de la reflexión central del ensayo es la convicción de que la novela, ese género tan vital y que recorre la historia de la literatura desde su fundación en forma de relato, conoce ya "un declive" que no es ajeno  a todas las demás artes. Esto es algo en lo que Luis Goytisolo viene pensando desde el año 89, en el que, en unas jornadas literarias en Québec, habló del declive del género, y en este ensayo lo corrobora desde múltiples direcciones.

El libro da cuenta de lo narrativo desde los textos bíblicos, pasando por las novelas griegas y romanas, pero para Goytisolo la novela de verdad, la novela moderna “comienza en  el Renacimiento, cundo se secularizan las artes. En España, sin embargo, siempre hubo cierto prejuicio hacia la misma, a la que calificaba de género menor; no tenemos más que remontarnos a Menéndez Pelayo, pero, ya digo, cuando la pintura se seculariza, la música sacra se convierte en lo que llamamos clásica, cuando la representación sagrada se convierte en teatro, surgen dos géneros nuevos, el ensayo y la novela. Aquí es cuando adquiere carta de ciudadanía, cuando comienza su maduración, cuando se aleja del canon restrictivo de la Iglesia”.

Por tanto, no es de extrañar que para Goytisolo sea la narración de Cervantes, el Quijote, la primera novela que puede llamarse moderna. A partir de ahí el género adquiere una madurez que en los siglos XVIII y, sobre todo, XIX, conocerá un auge desmedido, excelente. Luis Goytisolo habla aquí de Stendhal, de Tolstoi, con admiración, claro, pero admiración que se convierte en algo más próximo, más proclive  a la pasión cuando habla de los autores del siglo XX que más le han influido.

En esto Luis Goytisolo no sólo no es original sino que no quiere serlo. Nos coloca a Marcel Proust y a James Joyce entre los pilares europeos aunque confiesa tener que admitir que Thomas Mann está ahí: “me di cuenta de que casi nunca me acordaba de él cuando citaba a los otros dos, pero luego reconocí que su obra, de una u otra manera, siempre estaba ahí, era una lectura conllevada”.

Y, por supuesto, los norteamericanos, los de la Generación Perdida, por lo que Luís Goytisolo mantiene una querencia que, creo, sobrepasa la valoración estética y se tiñe de carga emocional. Es citar a  Ernest Hemingway, a Scott Fitzgerald, a William Faulkner, a sus vastos cuadros patológicos, y la intensidad de la voz le delata. Es la deuda de toda una generación con aquellos de los años treinta, es una deuda que pasa , incluso, a través de toda la literatura latinoamericana, por la generación de Juan Rulfo, de Cortázar, de Onetti, después por la del boom, la de Vargas Llosa, la de García Márquez, y que aún hoy no termina de agotarse.

Pero volvamos con el declive de la novela, tema central del libro. Luís Goytisolo piensa, con tino, que no se puede entender ese declive, que afecta también a la pintura, al cine, a la música, sino atendemos a los hábitos sociales, que hacen que se nos explique de qué manera el ciudadano atiende a su vida después del trabajo. Goytisolo explica la preponderancia y excelencia que alguna series de televisión tienen ahora sobre el cine, “mucho más interesantes, incluso, en lo literario, en este caso, el guión, que la mayoría de las películas que se hacen ahora. El declive del cine es llamativo”.

Pero el libro no es sólo una reflexión sobre el género sino que añade páginas sobre esos lugares donde las novelas reposan, se estremecen, amarillean, mueren, algunas veces: las librerías. En un momento en que el sector del libro está amenazado de muerte, mucho más que la propia novela, Luís Goytisolo, al modo de la magdalena proustiana, evoca lugares míticos que han albergado, y todavía albergan, libros:La Strand, de Nueva York; la Shakespeare and Company o La Maison des Amis des Livres, en París; la Bertrand, en pleno Chiado portugués; Stanfords, The Temple of Muses, en Londres; Eterna Cadencia, en Buenos Aires; AntonioMachado, en Madrid; La Central, Laie, en Barcelona; la Robinson Crusoe de Estambul…

Es significativo, y humorístico, que Luís Goytioslo presentara su libro bajo el título de Heráclito y Parménides al Premio. Hay ahí una querencia por dar cuenta de la unidad de los contrarios: en ello se nota su pulsión de novelista porque al fin y al cabo un narrador da cuenta de la variedad de las cosas a través de historias, que es un modo de presentar la vida, aunque hay otros.

En mayo se publica Naturaleza de la novela. Todos sabremos más sobre la cosa a partir de esa fecha.

5 Comments
  1. Y más says

    Heráclito y Parmenides evocan Antagonía, ¿no?

  2. me says

    Por otra parte hay un tipo de programas televisivos , los mejores son los ingleses ( Downton Abbey) que son un cruce de novela y película y que se han hecho muy populares en los últimos años. Lo bueno de estos es que se siguen en grupo, sacándonos del aislamiento que el resto de la tecnología crea.

    Como lectora de Luis Goytisolo, quedo a la espera de este libro. Gracias

  3. Llorente says

    Enhorabuena a Luis Goytisolo, uno de los pocos ESCRITORES (así, con mayúsculas) dignos de este nombre en el devastado panorama literario español. Con razón habla del «declive de la novela». Habrá que leer su ensayo.

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