Alfredo Landa, un actor de intenso talento, a pesar del ‘landismo’

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Alfredo_Landa_fallecimiento
Landa, el 3 de febrero de 2008, durante la gala de los Goya en la que se le entregó el Goya de Honor. / J. Martín (Efe)

Cuando me enteré de la noticia de la muerte de Alfredo Landa en su domicilio de Madrid a los ochenta años, víctima de una enfermedad que le ha tenido apartado durante años, pensé de inmediato que este hombre ha sobrevivido incluso con éxito a su propia leyenda, lo que es un mérito reservado sólo  a unos pocos. Reconozco que fue el actor que dio origen a una palabra que aún hoy imaginamos como el lado más comercial y pleno de tópicos del cine comercial franquista, el landismol, y eso es verdad, tanto como que no se escapan de ese imaginario gentes como Pedro Lazaga o Antonio Ozores, pero esa verdad, la de ese modo de enfocar la comedia que lleva su nombre y que suponemos paradigmáticas películas como Vente a Alemania, Pepe ; Manolo, la nuit, o No desearás al vecino del quinto, la película más taquillera del cine español antes de que la desbancara Torrente 2, no puede ocultar otra realidad, la de verdad, la de que hizo unas cuantas películas donde su talento como actor brilló a pesar de su éxito. Por otro lado conviene, y es advertencia para ciertos detractores de las películas del tardofranquismo, darse un baño de realidad. La película de Landa es de 1970, Torrente 2  de 2001. Hay cosas que entre nosotros no cambian.

Pero siempre distinguí, y es obligatorio hacerlo con muchos actores españoles, entre la imagen de cierto cine que tenían que interpretar por razones de mera supervivencia, ahora sucede lo mismo, y la vena de calidad que muchas veces tenían que esconder debajo de la acumulada farsa del tópico. A Alfredo Landa, el chico navarro que jugab aal mus, al hombre que exageraba su lado de compadre porque le ahorraba tratarse con pelmazos, como bien ha visto con sutil manera Marcos Ordóñez en su semblanza de Landa, le vino  a ver como la Virgen la amistad de José Luis Garci, que hizo que la imagen de Alfredo Landa cambiara de la noche a la mañana, algo impensable hoy día. Con él hizo Las verdes praderas, aún recuerdo la imagen inverosímil de Alfredo Landa leyendo a su mujer unas líneas de Lolita, de Vladimir Nabokov, en el paraje desierto de una urbanización de la sierra; El crack, que era una película que incluía todos los tópicos del cine negro norteamericano pero que funcionó, tanto que nos creímos a Landa precisamente por la verosimilitud de su inverosímil personaje, lo que demuestra que nos las teníamos que ver con un actor de valía; cómo no, El crack 2, Canción de cuna, que es película que le encanta a Garci y, sin embargo, es su película menos vista, Tiovivo c. 1950, Luz de domingo, pero las malas relaciones de Garci con la Academia de Cine le llevaron a negarse a entregar a Landa el Goya de honor que se le había otorgado. Y ahí acabó una historia feliz de amistad y colaboración fructíferas para ambos.

Alfredo el Grande. Vida de un cómico, que es de por sí un título increíble, recoge la biografía de este hombre que no sabía callar sus opiniones. En el libro nos encontramos frases dedicadas a Gracita Morales como que era “caprichosa, despótica e intratable” o las de esta guisa a José Luis Dibildos a quién llama “timador profesional”, mientras ponía por las nubes a José Luis Cuerda, Miguel Rellán o Tina Sainz. Alfredo Landa, que siempre fue propenso a jugar al tópico, pensó que como buen navarro tenía que ser sincero hasta cuando no debía serlo. Se lo agradecemos.

Mario Camus le consagró dándole el papel de Paco el Bajo, junto a Paco Rabal, en Los santos inocentes, basada en la novela de Miguel Delibes. En la película, Landa olfatea como un perro las piezas que caza su señorito, que interpreta soberbiamente Juan Diego, actor de izquierdas que borda  a la perfección los papeles de facha. Los dos actores, Landa y Rabal, están en estado de gracia. No sabemos por quién decantarnos. ¿Hay prueba más evidente de que Landa, a pesar del landismo, era hombre de intenso talento?

Después dela película de Camus, hizo otras igualmente buenas pero sin tanto elemento de sorpresa, como nos dio en ésta o la mencionada El crack. Así, La vaquilla, donde las dotes para la farsa la acompaña con un lado trágico –cosa que le permitían las películas de Luis García Berlanga–, Tata mía, El bosque animado, película de 1987 de José Luís Cuerda, basada en la obra de Wenceslao Fernández Flórez, donde interpretaba a Fendetestas, un hombre que vagaba por las fragas de Cecebre y terminaba encontrándose con Fiz de Cotobelo, interpretado por Miguel Rellán, pesadilla de Fendetestas y que termina por unirse a la Santa Compaña. Hay que decir que José Luís Cuerda y Miguel Rellán fueron grandes amigos suyos en sus últimos años. Alfredo Landa bordó siempre los papeles que le daban sus allegados más queridos.

La última película que hizo fue Luz de domingo, con la que se despidió de la interpretación, dando fin a su faceta de actor, pero no de degustador de placeres de la vida, aun sean estos secretos, pequeños. Así, el gusto que tenía por tomarse porras con aguardiente en lugares cercanos al mercado de Legazpi, que era terreno que pisó mucho en su juventud; así, la pasión por el mus; así, el amor por los cócteles:

“Soy el que mejor juega al mus desde que se inventó y hago los mejores cócteles porque les pongo amor, que es un ingrediente que no le pone la gente”. Ya digo, puro carácter pamplonés en un hombre que muchos creían donostiarra y que amaba con pasión costumbrista a Madrid.

1 Comment
  1. Carlena Zanueta says

    An attention-grabbing dialogue is worth comment. I feel that you need to write extra on this matter, it may not be a taboo subject however usually individuals are not sufficient to speak on such topics. To the next. Cheers

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