Saskia Sassen, sociología de los expulsados

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Saskia Sassen
La socióloga holandesa Saskia Sassen, en una imagen de marzo de 2011. / Villar López (Efe)

Llámenme ingenua pero la Fundación Príncipe de Asturias lleva dos años sorprendiéndome con sus premios a las Ciencias Sociales. Este año ha sido para Saskia Sassen (La Haya, 1949) ¿Se ha visto conquistado el corazón del jurado por las razones que impelen a la gente a ocupar la calle para protestar? Porque ese es uno de los campos de estudio preferidos de la socióloga holandesa.

Para Sassen, hace falta una nueva lucha de clases, toda vez que el nuevo orden de cosas, creado por la severidad que imponen los negocios financieros al resto de la economía, ha destruido el tejido social que había nacido de la bonanza económica, para favorecer el bien común. “La austeridad es el equivalente económico de la limpieza étnica”, ha dicho.

Es el sector financiero el que debe sufrir una política de austeridad. Así que no se trata de una lucha de clases a lo marxista, porque todo parecido con la realidad de la industrialización es pura coincidencia. Es otra lucha de clases y deberá librarse con armas nuevas pero lo más contundentes posible.

Como decía, a lo mejor no es casualidad que el premio haya recaído en una mujer por segundo año consecutivo. Martha Nussbaum, la filósofa premiada el pasado año,  reflexiona sobre la fragilidad del bien –un importante libro que en España publicó Visor, en 1995, Fortuna y ética en la tragedia y la filosofía griega-, desde el punto de vista de la ética clásica. Otro de sus libros traducidos, Sin fines de lucro. Por qué la democracia necesita de las humanidades (Katz, 2010) resulta orientativo de por dónde va esta pensadora.

Nadie se extraña de que se premie a dos y hasta a 20 hombres consecutivos, pero llama la atención el caso contrario. Por algo será. La interminable –por más que se la dé por acabada- lucha feminista sirve para plantearse, entre otras cosas, problemas de economía. Preguntas sobre las causas de que sean mujeres las más desfavorecidas por el sistema, y con ellas, sus proles. Análisis sobre el crecimiento y el progreso: hacia dónde se va y para qué; crucial en la larga agonía que estamos padeciendo.

Para Sasse, los sin poder pueden hacer historia, un asunto en el que se encuentra trabajando la socióloga. Ejemplo del 15M: no lograron el poder –tampoco lo buscan- pero la percepción de la calle cambió para siempre.

Sassen piensa que el actor decisivo de la época que vivimos son las finanzas. Que no consisten en un elemento sino en una lógica que se desembaraza de lo que le estorba, no importa que lo que estorba sean seres humanos, para ir restringiendo el espacio de la economía, de la supervivencia. Hay una clara diferencia entre la actividad de la banca tradicional –vende dinero que tiene- y la de las grandes finanzas actuales –venden dinero que no tienen- con sus nefastas consecuencias conocidas.

Sassen, como el llorado Judt de Algo va mal (Taurus, 20 10), ya veía en los años 80 cómo se estaba preparando la devastación actual: los activos financieros mundiales se cifraban en 2008 en una cantidad que superaba diez veces la suma del PIB del mundo, China incluida. ¿Quién se queda la diferencia de esos activos que no son más que dinero virtual? Nadie los tiene, no existen; pero los excluidos a los que el juego financiero ha enviado a la calle sí son reales.

Sassen sostiene que en un mundo globalizado la importancia de las pequeñas economías y las economías tradicionales es esencial para evitar los movimientos migratorios masivos que están desdibujando la variedad cultural del mundo. Por eso, investiga la compra masiva de millones de hectáreas en países subdesarrollados por parte de las firmas financieras. Muchas, desconocidas. Compran para hacer negocio y con ello, barren de sus campos a los granjeros locales y a las pequeñas poblaciones de gente que acaba sus vidas como desplazados –ella dice “expulsados”-, miserablemente. Un ejemplo es la tierra que ha comprado China en Zambia para cultivar palma.

Los sin poder –cada vez somos más-, han elegido como territorio el espacio urbano, con sus enormes complejidades crecientes. En sus libros, se pregunta Sassen cuáles son las capacidades urbanas, en qué consisten, así como las estrategias que propicia la ciudad global, un término acuñado por ella y que se refiere a lo que otros llaman megaciudades, ciudades que contienen muchas ciudades, diferencias económicas, raciales, religiosas, etc.

La ciudad, para ella, tiene capacidad de producir un total que es más que la suma de las partes: un grupo de gente sin poder ni deseo de acapararlo puede unirse para lanzar un mensaje de solidaridad y de exigencia democrática. Ocupar el territorio es más eficaz que la mera difusión de la cosa por las redes sociales, un tanto alimentadas de público cautivo. Sassen propone en su trabajo que los sin poder surgidos de la conciencia de la ocupación de la calle sean capaces progresivamente –estas cosas toman su tiempo- de hacerse con los asuntos políticos y los asuntos económicos: “Ocupar la economía”, dice. Su próximo libro: Expulsiones. Habrá que seguir leyendo.

7 Comments
  1. juan gaviota says

    No creo en la lucha de clases, si creo en la lucha por los derechos humanos, y en mi opinión ,ese es el problema; La perdida paulatina de las parcelas de humanidad que disfrutábamos en algunos países del primer mundo.
    El poder absoluto que detenta la oligarquía financiera, arrasa con todo lo que se ponga por delante ,y obstruya la consecución de sus objetivos que no son otros que la consecución de dinero ,real ó ficticio; Y cuanto mas dinero se amasa ,mas aumenta la miseria y la violación sistemática de los mermados derechos humanos que todavía resisten al envite de la vorágine capitalista.

  2. Pablo Fernandez says

    Tres puntos centrales, aparentemente negados o en duda por el comentario.
    1.- Hoy en pleno siglo XXI podemos real y objetivamente negar, desconocer, ignorar las clases y la lucha de clases. Mire Europa, América latina. Estudiantes, juventud, sindicalistas, desempleados, pobres de la “Ciudad Global” o en A.L. Universitarios, mineros, desempleados, empleados del Estado y miles de comunidades y pueblos originarios en pie de lucha en defensa de sus derechos sociales, su territorio y soberanía nacional.
    2.- El neoliberalismo y sus políticas privatizadoras nos ha cerrado todos los espacios – hasta incluso nos siguen privatizando nuestros espacios públicos – que históricamente la clase obrera en democracia, fue construyendo. Si los espacios están y siguen estando cerrados, hoy el lugar común, para la batalla de las ideas, para la lucha contra la crisis, la corrupción, es ganar la calle, la plaza pública y reconquistar lo nuestro, el espacio público, con una diferente y democrática Opinión Pública, escenarios originarios de la Sociedad Civil, hoy epicentro de las luchas del 15-M, Democracia Real, Ya, el Movimiento estudiantil y universitario chileno, “Yo soy, 132”, el movimiento estudiantil en México, el Occupa Wall Street, conjunto de “nuevos” Movimientos Sociales y su lucha por la Nueva Democracia.
    3.- No es cierto que millones de tierras agrícolas en el mundo, en especial en países del «tercer mundo» y países de economías emergentes, están siendo comprados, alquilados o hipotecados por países – China, Rusia, Francia, Alemania, – o por corporaciones transnacionales – Daewoo – autos – en Madagascar, – mirar más intenso hacia A.L, quienes son los compradores de las tierras de cultivo en Argentina, en Brasil, Colombia – ¿Qué hacen por ahí, los “santos” del misterioso Club de Bilderberg- . Acaso la finalidad no es controlar los mercados en los siguientes años – industria alimentaria y producción de etanol – y ello genera que millones de campesinos pobres y pequeños agricultores del campo salgan expulsados. ¿Y qué dice la democracia, liberal representativa?. Es parte de esta política mundial de las corporaciones y países imperialistas. Continúe Dra. Saskia Sassen con sus investigaciones científicas en las Ciencias Sociales en beneficio de la humanidad y un Premio merecidamente reconocido.

  3. juan gaviota says

    No creo en la lucha de clases, porque estratifica la sociedad, y el problema que tenemos es común; Hay que leerse los artículos de los derechos humanos, y se verá claramente, que nunca se consiguieron en ningún lugar, y actualmente con la agresión global de las corporaciones financieras están en todos lados en franca recesión.
    Somos seres humanos, y si las bases mínimas de convivencia no se respetan ; El fracaso de la especie es inminente.

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