
(Actualización de las 11:00 horas)
España ha dado el visto bueno para que el avión presidencial de Evo Morales haga escala en Gran Canaria para repostar, después de que haya permanecido 12 horas detenido en el aeropuerto de Viena, en su viaje de vuelta desde Moscú donde Morales acudió a una reunión de productores de petróleo y gas. De hecho, el presidente boliviano aseguró que tanto Francia como Portugal e Italia habían dado su consentimiento y que era solamente España quien aún lo estaba consultando, "con su amigo Estados Unidos, seguramente", dijo.
Las autoridades austríacas niegan que Snowden se encuentre a bordo, a pesar de lo cual tanto la tripulación como Morales han pasado la noche en la sala VIP del aeropuerto, durmiendo sobre sillones, como muestra The Guardian en el seguimiento en directo que está haciendo.
El vicepresidente de Bolivia, Alvaro García, ha dicho que Morales "está secuestrado por el imperialismo" mientras el presidente de Perú, Ollanta Humala ha convocado una reunión urgente de la Unión Suramericana de Naciones para debatir el caso.
Parece que las expectativas de Edward Snowden, que llevaba refugiado desde el pasado 23 de junio en un aeropuerto de Moscú, de encontrar asilo en alguno de los 21 países –entre ellos, España- a los que lo ha solicitado se van viendo desinfladas a medida que pasan las horas.
Nada que pueda sorprender a nadie después de las advertencias de Estados Unidos sobre lo inadecuado que sería que alguien ofreciera tal asilo y de la marcha atrás del presidente de Ecuador, Rafael Correa, quien ya no se muestra nada favorable a acoger al antiguo trabajador de la Agencia Nacional de Seguridad americana (NSA), sobre todo, por lo complicado que sería hacerle viajar hasta territorio ecuatoriano.
Alguna esperanza le ofrecía la visita oficial en Moscú de Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, amigo de chinchar a los norteamericanos siempre que puede. Pero Maduro ha eludido las preguntas de los periodistas comentando que lo que se lleva de Rusia a casa son unos acuerdos estupendos de gas y petróleo, pero nada de Snowden, a pesar de haber desvelado su convicción de que el joven espía “ha hecho algo muy importante para la humanidad, un favor a la humanidad, ha dicho grandes verdades para destruir un mundo que está controlado por una élite imperialista americana”.
Las autoridades españolas han dicho que no pueden dar asilo a una persona si no está en territorio español, una embajada, por ejemplo. Este es el argumento empleado por otros países como Austria, Finlandia, Alemania o Suiza. Otros países, como Polonia, han dicho simplemente no a las pretensiones de Snowden, como dejó claro en su cuenta de twitter, el ministro de Asuntos Exteriores, Radoslav Sikorski, según cuenta The Guardian.
A todas éstas, Snowden no permanece callado y ha acusado a través de WikiLeaks a la Administración de Obama de usar la carta de ciudadanía americana como un arma y de presionar a los países que podrían ofrecerle asilo.
Snowden, que había pedido asilo político a Rusia, ha decidido rechazarlo ante las declaraciones de Vladimir Putin que le impone como condición que deje de perjudicar a su aliado, Estados Unidos, y no publique más filtraciones.
Los papeles filtrados van desgranándose poco a poco para gran enfado –digámoslo así- de la Unión Europea, que se rasga las vestiduras por lo que considera un ataque intolerable: espiar a los amigos.
Lo cierto es que espiar espía todo el que puede, otra cosa es que acabe sabiéndose. ¿Qué otra función desempeñan, en realidad, las embajadas y consulados, por mucho que se disfracen de otra cosa? Ahí tienen a Gran Bretaña, que aprovecha las cumbres del G-20 para chafardear en las oficinas de todo quisqui.
Da la impresión de que las iras contra el espionaje de Estados Unidos llevan carga de hipocresía, aunque no dudo de que también tengan visos de sinceridad, especialmente, ante la perspectiva de los papeles que se seguirán filtrando de aquí en adelante.
En todo caso, el destino de Edward Snowden sigue en vilo y su club de fans, en aumento. Paradojas de los tiempos modernos.