‘Pure Views’: un paseo por la tradición y la vanguardia chinas

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El artista chino Zhan Wang posa ante su obra "Piedra de jardín rocoso", de 2007, que se exhibe en la muestra "Pure Views", en el Arts Santa Mónica de Barcelona . / Toni Albir (Efe)

Recuerdo un tríptico de Mafalda todo en negro, con solamente sus ojos dibujados, en la que la criatura de Quino entra en el dormitorio de sus padres para preguntarles si ahora que Argentina duerme los chinos están despiertos. El padre abre desorbitadamente los ojos en la tercera viñeta, también en negro, al darse cuenta de que le había respondido “sí”, entre sueños.

Un despliegue de pinturas, esculturas, instalaciones, vídeos, imágenes interactivas, además de una larga serie de actividades de apoyo –sintonizadas con un curso de Estudios Chinos de la Universidad Pompeu Fabra- acaba de inaugurarse en el Centro de Arte Santa Mónica (Ramblas, 7 Barcelona), con la colaboración de Casa Asia, Esade-China Europe Club, el Instituto Confucio de Barcelona y la Filmoteca de Cataluña. Oportunidad de oro para conocer por dónde va la vanguardia del arte en China. Un detalle del poderío con que aprieta el paso China es que la exposición llega con los gastos pagados.

Que los artistas chinos están despiertos puede comprobarse en esta muestra de lo que se ha cocido en el arte de los últimos treinta años en el llamado Dragón Dormido. El Santa Mónica ya había colgado arte chino contemporáneo en 1995 y de ahí la perspectiva que permite ahora contemplar los cambios experimentados desde entonces. El comisario de la muestra, el historiador de arte chino Lu Peng, recordó que gracias a la liberalización económica puesta en marcha por Deng Xiaoping, a finales de los setenta, el arte chino vivió una década prodigiosa en los 80 con el impulso que ello ha supuesto de entonces en adelante.

Una vez satisfecha la necesidad de mostrar en sus obras la preocupación social y política de aquellos años, la mayor parte de los artistas que repiten en esta exposición -Wang Guangyi, Zgang Xiaogang, Ye Yongqing, Mao Xuhui- han vuelto sus ojos a la tradición casi perdida, al arte antiguo, para mirarlo desde el siglo XXI, una mirada paradójica en la bullente China actual. Para decirlo en palabras de uno de los artistas, Zhan Wang: “El país se desarrolla de manera muy rápida y mira adelante y, al mismo tiempo, el arte mira atrás”.

El trabajo de Lu Peng, director del Museo Chengdu de Arte Contemporáneo por dar a conocer el arte que se está haciendo en su país, ha sido incansable desde hace décadas, especialmente desde la exposición que llevó a la Bienal de Venecia de 1993,  que abrió los ojos al mundo sobre la ingente tarea de introspección de los artistas chinos, su decidido esfuerzo por encontrar el tono y la senda por donde avanzar.

La exposición, que permanecerá todo el verano abierta, hasta el 28 de septiembre, muestra no sólo pintura sino también escultura, videos e instalaciones, hasta una cincuentena de obras que dan buena muestra de lo más interesante que se está haciendo en Pekin. El cuadro que ilustra el catálogo es del artista Zhang Xiaogang, nacido en 1958, ejemplifica la fusión de tiempos y de sentimientos entre tradición e innovación.

Pero la mayoría de los artistas son más jóvenes: es el caso de Cao Jingping (1972) que se vale de lepidópteros para mostrar la belleza y la fragilidad de la vida; o de Fang Lijun (1963) con sus características cabezas calvas con las que quiere incidir en la idea de libertad y la integridad necesarias en el ser humano.

Las diferencias entre los artistas son enormes, desde la inspiración onírica e inquietante de Tu Hongtao (1976) a Li Qing (1981) un artista que juega con la capacidad de percepción del observador; o el trabajo de Qiu Anxiong (1972), comprometido con la crítica contundente a la degradación medioambiental, la ruptura social y la urbanización masiva, algo aplastantemente presente en China pero que no es ajeno al mundo occidental, tan preparado para dar lecciones de ecología al gigante asiático.

Treinta artistas para despejar la ignorancia que aún se tiene en nuestro país sobre el arte que se hace ahora en China, que no se acaba con el mediático Ai Wei Wei y que mueve un mercado –porca miseria- de muchos millones de euros. Un esfuerzo que hay que agradecer a los que han peleado por traer esta exposición, arriba mencionados.

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