La vida de otro

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Cartel_El_último_ElvisEsta historia desazonadora de una existencia desapegada y sin compromiso, en la que el destino se va dibujando con renglones torcidos en cada decisión que se toma, es el cuento del patito feo que soñaba con ser un cisne. Es la historia del mundo contra un sueño. Del ruido de la fábrica de electrodomésticos contra las canciones de amor de Elvis Presley. Del mono de trabajo contra las chaquetas brillantes y coloridas de El Rey. De la soledad de un padre separado y en la crisis de los cuarenta contra la soledad del éxito de un icono de la música, también en la crisis de los cuarenta.

Armando Bo, nieto del conocido director argentino y coguionista de la excelente Biutiful, cuyos acordes lúgubres resuenan en alguna secuencia con inusitada claridad, impregnando de tristeza toda la cinta, ha pergeñado en su debut cinematográfico una película sencilla, intimista y amarga, en la que nos cuenta la vida de un obrero argentino, separado y con una hija de 10 años que complementa su escaso sueldo imitando a Elvis en bodas, bingos y ferias. Un inciso: al escribir este párrafo no me parece que esté contando la película que he visto, sino otra distinta,  y creo que es precisamente porque el director y guionista ha sabido marcar la distancia justa entre la realidad del personaje y su mundo interior y transmitirnos con pulso sus contradicciones. Ha conseguido reflejar la peripecia y la esencia del personaje con inusitado equilibrio, y contárnoslo con pequeñas y sutiles pinceladas para que seamos los espectadores quienes lo juzguemos, lo condenemos o lo absolvamos de sus errores, y de los de los demás, o simplemente le saludemos y le digamos adiós. Unos verán al personaje real, otro al que le gustaría ser. Y algunos a los dos.

Esta película no sería lo mismo sin la espectacular interpretación de John Mc Inerny, imitador en la vida real de Elvis, con una voz privilegiada y unas dotes interpretativas desconocidas hasta ahora, pues es su primera película. Su mirada perdida, sus gestos inexpresivos y su obesidad buscada consiguen trasmitir la desolación y locura de este personaje a quien el destino todavía le brinda una última oportunidad de renunciar a sus sueños y aceptar sus responsabilidades. Ni tampoco sin la de Giselda Siciliani, en el papel de su mujer, cansada y resignada, pero con la fuerza suficiente para decidir afrontar su destino en soledad. Ni de la propia niña, quien hace un papel bastante correcto como observadora de  la crisis de sus padres y descubriendo y admirando a su padre por encima de todo. Definitivamente, los argentinos tienen facultades extraordinarias para la actuación.

En la coproducción de El último Elvis está el director mejicano Alejandro González Iñárritu (Amores perros, 21 gramos…), devolviéndole al director el favor que le hizo como coguionista de Biutiful, junto al otro responsable del libreto, Nicolás Giacobone. Esta brillante joya de verano, que nos recuerda ligeramente a El luchador y tiene un aire a La parada de los monstruos, ganó el premio Horizontes Latinos en el pasado Festival Internacional de Cine de San Sebastián, entre otros galardones internacionales, pero tiene pinta de ser flor de un día en las carteleras españolas. No se la pierdan.

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